Katniss

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—¡Katniss Mae! ¡Soy yo, Katniss! ¡Charlotte! Caminaba por la calle y se me tensó todo el cuerpo al escuchar a Charlotte llamarme a gritos. Solo tenía dos opciones: huir (no, gracias, correr era un asco) o pararme, aguantar unos minutos de charla y, después, esconderme del mundo.Me detuve, respiré hondo y puse la mejor sonrisa falsa que pude.

—Hola, Charlotte. ¿Qué tal llevas esta maravillosa mañana de viernes? —Mírate qué contenta. Me alegra verte tan animada después del discurso tan raro que diste en el festival de la semana pasada.  —Frunció las labios yse cruzó de brazos—. Es una pena, ¿verdad? Crees que conoces a alguien y, de pronto, ¡bam!, se convierten en otra persona. Aunque seguro que hubo algunas señales que ignoraste, ¿no?Abrí la boca para hablar, pero me cortó.

—¿Qué es lo que dice siempre tu padre? Los caminos del Señor son inescrutables. Qué gran verdad. Espero que reces todas las noches. «Solo al cuerpo de Peeta.

—En fin, Charlotte, gracias por la charla, pero tengo que irme. Ya hablaremos.

—¡Sí! En la quedada de esta noche —dijo.

—Lo siento, no voy a poder ir. Estoy ocupada.

—¡Pero tu madre me dijo que vendrías, así que luego nos vemos! Te toca traer un pastel de manzana. Bueno, tengo que irme. ¡Adiós! —añadió y se marcho antes de darme tiempo a responder. Iba de camino a casa de Judy, pero hice un pequeño desvío. Era hora de tener una conversación seria con mamá. Ya no soportaba que intentase controlar mi vida.

***

—Katniss Mae, vas a ir a casa de Charlotte esta noche —me ordenó mamá mientras ojeaba las carpetas de los talleres estivales de la iglesia. Daba vueltas por el salón, hecha una furia y cansada de tanto numerito.

—No, no voy a ir. No puedes hacer esto, mamá. Deja de decirle a la gente que voy a hacer lo que no quiero hacer.

—Vas a ir —repitió y cerró la carpeta—. Sobre todo después del arrebato de la semana pasada. Lo entiendo, pasas por una crisis de mediana edad y te sientes perdida, pero tienes que dejar de huir de la gente que intenta ayudarte. Resoplé.

—Charlotte Lawrence no intenta ayudarme. Ninguna de las mujeres que van a ese tipo de reuniones lo hace. Solo quieren sacar más cotilleos.

—Si no fueras por ahí haciendo comentarios sobre maridos infieles, a lo mejor no tendrían nada de lo que cotillear. Me echaba la culpa otra vez.

—Yo no he provocado esto, mamá. No lo he buscado.

—Muy bien —concedió y asintió despacio mientras se ponía de pie—.Sigue pensando solo en ti.

—Alguien tiene que hacerlo, y está claro que tú no lo harás.—¿Qué esperas de mí? ¿Quieres que grite a Gale en mitad de la calle?¿Quieres que humille a Autumn en público? ¿Quieres que vete a sus familias de la iglesia y monte una escena para que Charlotte tenga cotilleos suficientes para varios meses? En esta familia no somos así. No cogemos un micrófono y aireamos los trapos sucios de los demás a los cuatro vientos. Te he criado mejor que eso.

—Me dejé llevar —me defendí con un nudo en la garganta.

—¡No nos dejamos llevar! —gritó—. No se nos permite equivocarnos. ¿Cómo crees que afectan tus payasadas a los que te rodean? ¿Cómo crees que me afectan a mí? Vale, si te doy igual, al menos piensa en tu padre,¿sabes en qué posición los dejas a él y a la iglesia? Dudan de su capacidad de llevar la iglesia si no es capaz de controlar a su propia hija. No supe qué decir porque no había pensado en nada de eso.

Para siempre (Everlark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora