Peeta

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—¿Hoy cierras antes? —preguntó Alex, sorprendido—. Nunca cierras antes.

—Esta noche tengo planes. Arqueó una ceja. —¿Planes? ¿Con alguien que se llama Katniss? —No hagas eso. —¿El qué?—Sonreír.

—Siempre sonrío.

—Sí, y es molesto —bromeé y tiré las toallas sucias en el cuarto de atrás.

—Entonces, ¿hay algo entre vosotros? —¿Qué? No. Somos amigos.

—Con derecho a roce.
—Algo así.
—Pero hay algo más —comentó—. Mucho más.

—Alex, voy a pedirte que te calles ahora mismo.

—Vale, solo digo que no pasa nada porque te guste otra persona. Sé que crees que no es así, pero es verdad. Es parte de lo que nos hace humanos. Fruncí el ceño y me encogí de hombros mientras metía las herramientasen la caja.

—No puede gustarme. Aunque lo hiciera, se va en unas semanas.

—¿Y? Vete con ella. Puse los ojos en blanco.

—Ya, claro.

—Lo digo en serio. Lárgate de este agujero y vive la vida. Aunque no sea con Katniss, tienes derecho a irte. Resoplé.

—No puedo dejar a mi padre. Solo pude ir a rehabilitación porque tú te encargaste de él durante ese tiempo y no pienso volver a pedirte que hagas lo mismo.

—Chico, tu padre no es tu responsabilidad.

—No voy a dejarlo morir. Soy lo único que tiene.

—Vale. Me callo porque es evidente que te estás enfadado. Solo quiero que seas consciente de que el mundo no dejará de girar si decides tener una vida lejos de aquí. Tienes derecho a ser feliz, puede que más que la mayoría, y creo que Katniss te hace feliz. Diría que tú a ella también. Tragué saliva. —¿Eso crees?—Casi le arranca la cabellera a una mujer en el festival por que estaba hablando mal de ti. Es tan protectora contigo como tú con ella. Nunca habíavisto nada que fuera tan ilógico y lógico a la vez hasta que os vi juntos.

—Es buena. Se rio, se acercó y me dio una palmada en la espalda.

—Tú también. Me marcho ya, pásalo bien esta noche.

—Vale. Nos vemos mañana. Salió del taller y limpié hasta terminar, volví a casa y me metí en la ducha. Había alquilado un traje para la ocasión porque no tenía nada en el armario que fuera lo bastante elegante para una gala Everdeen. Quería tener la mejor apariencia posible para Katniss. No quería decepcionarla.

Ir a una celebración así, cogida de mi brazo, era más que un pequeño gesto. Era una declaración de que era libre de vivir como quisiera delante de todo el pueblo. Me encantaba. Y me encantaba ser el que iba de su mano. Llegó a mi casa hacia las siete y media. Cuando abrí la puerta, retrocedí.

Estaba preciosa. Llevaba el pelo color borgoña peinado con tira buzones y un vestido plateado ajustado; parecía una diosa.

—Vaya —exclamé. Se sonrojó y me pareció adorable.

—Vaya —repitió y me miró de arriba abajo. Me tendió una mano—.¿Vamos? Le di la mano y recorrimos juntos las calles de Chester. La gente nos vio y no nos importó. Nos juzgaron y los ignoramos. Cuando llegamos al salón del ayuntamiento, todo el mundo nos miró. El estomago me dio un vuelco y traté de imaginar lo que pensaban. Que no era lo bastante bueno para acompañar a alguien de la realeza de Chester. Que era un aprovechado. Justo cuando iba a pedirle a Katniss que nos fuéramos, me apretó la mano para darme fuerza.

—Momentos poderosos —susurró y tiró de mí para acerarnos. Entonces, me rozó los labios con los suyos y me besó delante de todos. Le devolví el beso, ¿cómo no hacerlo? Me pasaría la vida besándola.

—Momentos poderosos —contesté y me separé despacio. De algún modo, en ese momento, las opiniones de los demás dejaron de importarme porque ella me había escogido.

Con el mundo por testigo, me tomó de la mano. 

Para siempre (Everlark)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora