Mamá me tendió una trampa.
Cuando me llamó y me dijo que quería disculparse por lo que había pasado el domingo en la iglesia, debí darme cuenta de que pasaba algo raro. Mamá nunca se disculpaba, más bien exigía disculpas. Al entrar en casa de mis padres unos días después de enterarme del embarazo de Autumn, la encontré con una sonrisa de oreja a oreja y sospeche. Debería haberme quedado en El Silencio y evitar todo contacto humano. Sobre todo con mamá, porque, al parecer, sus intereses no eran los mismos que los míos. Miré al hombre que tenía delante.—Gale. Llevaba el jersey amarillo que tanto detestaba y se había afeitado hacia poco. Odié darme cuenta. —¿Qué haces aquí? —le pregunté. Mamá se me acerco y sonrió.
—Es hora de que hables con tu marido. —¿Me tomas el pelo? —Katniss, he intentado llamarte —dijo Gale. —¿No me digas? No me había dado cuenta porque he bloqueado tu número.
—Escúchame...Paf. Le di una bofetada con todas mis fuerzas y mamá gritó.
—¡Katniss Mae! ¿Es que te has vuelto loca? —exclamó, horrorizada. Me volví hacia ella.
—¿Por qué lo has traído aquí? —No había otra forma de que hablaras con él. —¿Te extraña? ¿Después de lo que pasó? Se quedó desconcertada y volví a mirar a Gale.—No se lo has dicho, ¿no? No me sorprende, ya que no tuviste valor para decirmelo a mí. Es increíble que tuviera que enterarme por Autumn.
—Espera, ¿te lo ha contado? —Gale bajó los hombros, parecía patético—. Katniss...—¿Qué pasa? —preguntó mamá, pero no tenía ganas de explicárselo. La miré y negué con la cabeza, incrédula.
—¿Tan terrible sería ponerte de mi parte por una vez? ¿Sería el fin del mundo pensar en ti primero? —escupí y me marché dando un portazo.
—¡Katniss, espera! —me llamó Gale mientras me seguía. Me quité los tacones y corrí hacia la plaza del pueblo, que estaba llena de gente y donde un grupo tocaba música en directo. Gale me seguía de cerca y, cuando me alcanzó, me agarró del brazo y tiró de mí, lo que me hizo tropezar.
—Tenemos que hablar —dijo.
—No tengo nada que decirte —espeté. Masculló y negó con la cabeza.—Tenemos que hablar las cosas, Katniss. Sé que te costará creerlo, pero todavía te quiero. Estoy muy confuso.
—Gale, te juro que como no me sueltes, te mato —grité y algunas personas se volvieron a mirarnos. El corazón se me aceleraba por momentos. Me entraron náuseas. Que me tocase mientras confesaba su amor por mí me provocó ganas de vomitar. Todo aquello era absurdo. Perdía el tiempo hablando de amor, porque ya no creía en él.
—Este comportamiento es vergonzoso, Katniss. Deja de gritar en público —me ordenó alguien desde atrás—. Baja la voz. Miré a mi madre, anonadada por su elección de palabras.
—Mamá, por el amor de Dios, ¡déjame en paz! —Katniss Mae, no menciones al señor en vano —me ordenó, pero Puse los ojos en blanco. —¿Qué importa? Ni siquiera existe. —¿Qué te pasa? ¿O debería decir «quién»? —¿Y eso qué significa? —Te han visto varias veces con Peeta Mellark —dijo Gale—. Tu Madre me llamó porque está preocupada por ti. Resoplé.
—Le preocupa que me vean por ahí con Peeta, pero no que mi marido sea infiel.
—¿Te acuestas con él? —preguntó mamá. —¿Perdona? —Me quedé boquiabierta.—Ni hablar —dijo Gale para defenderme, lo que me irritó todavía más—. En fin, es Katniss.
—¿Qué significa eso? —pregunté. Me ardía la sangre.
—Que eres tú. No harías nada malo. Nunca me engañarías.—Dijo el infiel.
—Solo digo que tú no... No sé, no eres así. No eres una rebelde ni nada parecido. No eres capaz de hacer algo así. Siempre eliges la opción más segura.Lo odiaba. Estaba claro lo que acababa de llamarme: dócil, aburrida, simple. Tampoco lo soportaba porque tenía razón. Era fiel a los demás, siempre lo había sido. Nunca me portaba mal, por muy tentada que me sintiera, porque tenía miedo de cómo afectaría a las vidas de los demás. Me preocupaba lo que pensasen de mí. Me asustaba cómo me verían si hacía ciertas cosas que consideraban de mal gusto. Había vivido toda la vida pasando desapercibida y siguiendo las normas, tal como mamá me había enseñado. Lo había hecho todo bien. Fui fiel, honesta, amable y obediente. Sin embargo, al final, nada había importado. La eligió a ella a pesar detodo, aunque me había esforzado por ser todo lo que creí que él quería que fuese. Aun así, se metió en su cama, por mucho que yo fuera la «opción más segura».
—No te dirigiré la palabra nunca más. ¿Lo has entendido, Gale?Jamás —exclamé.
—Por favor, Katniss, cállate —me regañó mamá—. Vayamos dentro a discutir esto en privado. No seas inmadura. ¿Inmadura? Nunca me había visto ser inmadura, pero aquella tarde estaba cansada dewque me dijera qué hacer, cómo actuar y cómo ser. Ni siquiera recordaba la última vez que había tomado una decisión por mí misma. Y tenía el valor de llamarme inmadura. Pues así me portaría.
—Perdón, perdón —dije mientras corría hacia el escenario donde tocaba la banda. Los interrumpí—. Perdona, Josh, ahora te devuelvo el micro —mediOsculpé con una perfecta voz de damisela sureña mientras lo quitaba del pie—. Quería aclarar un par de cosas sobre los rumores que circulan por el pueblo sobre mi relación con Gale.
—¡Katniss Mae, baja de ahí ahora mismo! —rugió mamá desde Un lateral de escenario. La señalé.
—Por si no os habíais dado cuenta, la reina de Chester ha venido conmigo esta noche. Démosle a mi madre, Loretta Everdeen, un gran aplauso. ¿No es preciosa? —Todos aplaudieron y ella les dedicó una sonrisa totalmente falsa mientras saludaba. Luego, se volvió hacia mí y murmuró: —Dame el micrófono.
—Lo siento, alteza —me negué con una pequeña reverencia—. Te lo daré en un segundo, pero antes, la princesa Katniss va a decir unas palabras, sino te importa.
—Me volví hacia el grupo de gente que me miraba y respiré hondo—. Para empezar, me alegro mucho de haber vuelto a Chester. Este lugar siempre ha sido mi hogar y... Antes de que me diera tiempo a terminar la frase, el micrófono se apagó. Mamá sujetaba el cable desconectado en la mano. Parecía complacida por haberme interrumpido, y eso me enfureció más. Solté el micrófono.
—Parece que tenemos problemas técnicos, así que voy a necesitar que permanezcáis un momento en silencio para daros la maravillosa noticia. ¡Vamos a tener un bebé! —exclamé y escuché los gritos de sorpresa. Miré a Gale—. Pero cuando digo «vamos», no me refiero a Gale y a mí. Eso es agua pasada. Me refiero a Gale y Autumn Langston, mi mejor amiga. Todos la conocéis. Autumn, que enseña estudios bíblicos y lleva varios meses acostándose con mi marido.
—La vi entre el público, petrificada—. Esperan su primer hijo, así que démosles un gran aplauso.El silencio inundó la plaza y empecé a aplaudir muy despacio. Fui la única que lo hizo. Miré a Gale a los ojos y respiré hondo.
—Enhorabuena por el embarazo, Gale. —Parpadeé para contener las lágrimas—. Es lo que siempre has querido. Después, me fui corriendo del escenario.
Mamá me miraba horrorizada.
—Katniss, no lo sabía —dijo, pero no me importó. —¿No tienes un hijo al que consolar en este duro momento? —le pregunté—. Seguro que Gale agradecerá tu apoyo. Pasé junto a ella e ignoré a todo el mundo, que ahora murmuraba sobre mí y la pesadilla en que se había convertido mi vida. Caminé a paso rápido hasta que me encontré en la puerta de Peeta y la aporreé. Por fin había hecho algo que no encajaba con mi imagen de niña buena. No había hecho lo correcto, Dios sabía que no había estado bien, pero cómo lo había disfrutado.
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Para siempre (Everlark)
RomansKatniss se siente perdida después de que su marido la haya abandonado. Entonces, regresa a su pueblo natal y allí conoce a Peeta, la oveja negra. Entre ellos surge la conexión más poderosa que han sentido hasta ahora. Son corazones heridos que inten...