—No sabía que hablaba en serio —dijo papá aquella misma noche, más tarde, en el porche de Judy. Iba con las manos metidas en los bolsillos y los hombros hundidos. Judy y Hank todavía no habían vuelto a casa cuando apareció. Sus ojos estaban llenos de culpa. Me froté las sienes y suspiré.
—Porque nunca la tomáis en serio. Es buena, papá. Muy buena, de hecho. Si le das una oportunidad, te demostrará que está más que preparada para hacerse cargo de la iglesia algún día. Dale esa oportunidad. Deja que te demuestre que es mucho más que una organizadora de eventos. Se sentó en el primer escalón y se frotó las manos.
—Hoy he fallado como padre.
—No tiene por qué si arreglas las cosas con ella. Me duele ver cómo la tratas a veces. Es más que una cara bonita, mucho más, pero es como si la hubieran encasillado en el papel de belleza sureña y no la dejasen salir de ahí. Se merece la oportunidad de hacer su sueño realidad.
—Hablaré con ella. —Gracias. Y siento lo que ha pasado en la cena. A veces mamá me supera.
—Os pasa a las dos. Os parecéis mucho. Hice una mueca.
—No nos parecemos en nada. Sonrió y negó con la cabeza.
—Lo mismo contestó tu madre cuando se lo dije. ¿Estás bien, calabacita? Sabes que no me gusta hacer caso a los rumores, pero que andes por ahí con Peeta Mellark me preocupa un poco. —¿Por qué todo el mundo le odia? —pregunté—. No es malo.
—No, pero está herido y puede ser peligroso. No quiero que te hagan daño, ya has sufrido más que suficiente. Tal vez daros algo de espacio no seria una mala idea, al menos hasta que resuelvas lo que pasa en tu matrimonio.—¿Qué hay que resolver? Gale ha elegido a otra, por amor de Dios, va atener un hijo con ella.
—Sí, pero ¿no te parece importante ser mejor de lo que ha sido el contigo? ¿Tener la elegancia de resolver la situación antes de pasar página? Sé que lo estás pasando mal y que tienes la cabeza hecha un lío, por eso me pongo tan protector. Peeta Mellark nunca ha sido de los que hacen más fácil la vida de los demás. Provoca desastres y no quiero que te rompan el corazón, otra vez no.
—No es tan malo como crees, papá —susurré con voz temblorosa. Se pellizcó el puente de la nariz y se puso las gafas en la cabeza.
—Si no es tan malo, esperará a que acabes con tu matrimonio.
—Entonces, ¿qué? ¿Quieres que lo evite porque en el pueblo creen que es una mala influencia? —No, para nada. Quiero que te tomes un respiro. Tu vida no ha dejado de dar vueltas y no quiero que te veas arrojada de una mala situación a otra. Tómate un tiempo para sanar antes de empezar algo más.
—Me puso unamano en la rodilla y la apretó—. Estarás bien, Katniss. Pero no te lances a por algo que seguramente no vaya a durar. Peeta Mellark no tiene un extenso historial de amistades y seguro que hay una buena razón. Solo espero que no lo descubras por las malas.—Ojalá vieras lo que yo veo en él.—¿Qué ves?Tragué saliva y me encogí de hombros.
—Esperanza. Antes de que respondiera, llegaron Hank y Judy.—¿Papá? ¿Qué haces aquí? —preguntó, perpleja. Mi padre se levantó y se metió las manos en los bolsillos.
—Esperaba oír un sermón. A Judy se le empañó la mirada y se apresuró a limpiarse las lágrimas.
—Es una tontería, papá. No te preocupes.
—No es ninguna tontería —respondió y se le acercó—. Yo soy el tonto. La forma en que te he hablado ha sido fría y ha estado mal, siento haberte hecho daño. Me encantaría entrar y escucharte, Judith Rae, si me lo permites. Sonrió y asintió. Los dos entraron y Hank se quedó conmigo.—Gracias —susurró.
—Por y para siempre —respondí.
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Para siempre (Everlark)
RomanceKatniss se siente perdida después de que su marido la haya abandonado. Entonces, regresa a su pueblo natal y allí conoce a Peeta, la oveja negra. Entre ellos surge la conexión más poderosa que han sentido hasta ahora. Son corazones heridos que inten...