CAPÍTULO VEINTIUNO- ANDRÓMEDA

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Eleora

Cuando uno es adolescente siempre juzga a los padres cuando imponen sus reglas estrictas impidiendo que uno logre compartir con quienes se quiere en cualquier lugar y en la hora que sea porque consideramos que somos lo suficientes maduros y que tenemos la capacidad suficiente de afrontar todo lo que pueda ocurrir durante esa reunión social, amistosa o amorosa, pero cuando nos volvemos adultos entendemos por qué ponían límites cuando de relacionarse con otras personas se trataba.

Vivimos en un mundo cruel dónde nadie conoce las intenciones del otro, dónde cada quien muestra una de sus mil caras que posee según la situación en que la deba usar y dónde todos fingen ser alguien que no son para encajar en un grupo donde no pertenecen y es por esta razón que muchos padres quieren mantener a sus hijos excluidos de la maldad que abunda en la tierra, en los alrededores y hasta bajo el mismo techo de su casa.

Convertirme en adulta sin disfrutar plenamente de cada una de las etapas por las que todo ser humano debe vivir para desarrollar experiencias que son útiles para los años siguientes de vida me está haciendo ahora mismo querer tirarme del avión, por qué nunca tuve un novio en mi adolescencia; no porque Damon me lo prohibiera sino porque al saber a lo que se dedicaba mi supuesta familia me limitaba a relacionarme con otros en el ámbito amoroso, pero estar ahora de novia con el padre de mi hija, que lo amo más de lo que creí poder llegar amar a alguien y viendo como su prometida va apoyada a su hombro hecha un ovillo en el asiento que comparten me da hasta náuseas.

No puedo controlar todo lo que estoy sintiendo, no sé cómo comportarme, que decir y qué hacer cuando mi corazón quiere salir de mi pecho de la rabia que llevo desde que abordamos el avión, de las ideas macabras que me llegan a la mente para quitarla de mi camino y de la sensación de posesión que siento hacia Mihail quien es mío desde hace años, pero ahora es que lo veo como de mi propiedad a quien nadie puede verlo, tocarlo o respirarle cerca porque quiero tomar mi arma y volarle la cabeza.

Llevo mi mano a mi Ruger, miro el cargador dejando solo una bala y desde mi asiento alzo el arma. Cierro uno de mis ojos jugando con mi puntería, acaricio el gatillo y Adolphe me arrebata el arma cuando deslizo mi dedo con mis intenciones claras.

—Intenta enfocarte en algo más productivo— se lleva mis otras armas.

Veo cómo se sienta junto a Laurente, vuelvo a fijar mí vista en mi calvario y respiro profundo para poder procesar todas las ganas de destrucción que estoy sintiendo ahora mismo.

Decido enfocarme en algo más productivo como es el hecho de escribirle a Miguel en México, ya que es quien me ha ayudado a mantener a los ocho países que se quieren ir con Damon aún con nosotros logrando mantener el número exacto de lo que necesito para mi objetivo personal.

Ultimo detalles con Galya que ya está en Las Vegas colaborando con todo, ya que es la experta en organización de eventos y es a quien ya tengo en la mira para proceder con el extraño caso de la muerte de Ivette que me da dolor la cabeza porque no sé quién es la persona tan macabra que juega con las mentes de las personas haciendo creer que personas han muerto para luego resurgir de sus tumbas como si nada ha pasado cuando tantas personas sufrieron sus pérdidas.

Logro obtener la confirmación de las invitaciones extendidas a los diferentes países confirmando que treinta y uno clanes entre ellos americanos, asiáticos, europeos y africanos estarán en un mismo lugar y aunque no son tan grandes como los que lideraban anteriormente en el esqueleto, que sean los que están resurgiendo por las grietas que ha dejado Damon en sus países me permite dejar mi estampilla en cada una de sus ciudades logrando posicionarnos por encima de todos los criminales que conforman el esqueleto de Damon Martinelli.

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