CAPÍTULO TREINTA - INSIDIA II

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Narrador Omnisciente

La mañana llega con la algarabía de los Mikhailov; Lev, Lenin, Laurente, Grigory, Gavrel, Pavel y Nora, que fueron a apoyar a la pequeña Bellatrix que ya está arreglada con dos trenzas en su cabeza, un atuendo deportivo de abrigo y sus brazos cruzados para ir a su competencia de natación.

Eleora se mueve por todo el lugar recordándoles que no deben animarla, que deben permanecer en las gradas de atrás sin causar revuelo y no hacer referencia a qué son la familia de Bellatrix vociferando palabras de aliento.

—Es Michelle — la corrige Adolphe mirando al ruso—. Michelle Dubois — afirma.

Mihail suspira clavando más la espina que lleva en su interior porque tener que enterarse de que su Bellatrix tiene una identidad francesa con ese nombre lo hizo querer arrancarle la piel al francés por tachar el hermoso nombre que tiene la niña que es su estrella.

—Abre la boca— pide Eleora a su hija.

Deja en su boca tres gotas del medicamento para la tos que últimamente le preocupa y tuvo que escribirles a sus doctores en Holanda que aún no encuentran una cura para reducir las moléculas del virus en las pruebas de sangre que tienen preocupándola más sobre su condición.

—Angelo deja esas pancartas, las camisetas y los megáfonos— ordena Eleora cuando ve al italiano cargar con todo.

—Es su primera competencia, Eleora— se defiende entregándoles a los demás—. Debemos apoyarla para que en el video que Grigory va a grabar salga su familia apoyándola— sugiere.

—Sáquenme de aquí— murmura Bellatrix llevando la mano a su frente.

—Se debe...—empieza Adolphe.

—No se puede...—interviene Mihail

—Claro que se puede...—afirma Adolphe.

Empiezan discutir entre ellos dando su opinión sobre lo que es mejor para apoyar a la niña, la puerta principal se abre dejando pasar al invitado especial de Mihail y él mismo se adelanta queriendo salir del torbellino de ideas absurdas cuando Bellatrix no necesita que la apoyen para demostrar que es la mejor nadadora infantil no solo de Bélgica sino del mundo comprobado por sus propios ojos.

—Buenos días, espero haber llegado a tiempo— dice el hombre entregándole la mano por educación.

—Justo a tiempo— dice Mihail aceptando su mano por cortesía.

Todos fijan su vista en la entrada cargando con sus pancartas sorprendidos por la cercanía de los dos hombres, Laurente se encarga de Lev que lleva aun su pierna adolorida ayudándolo a salir, Nora carga a Bellatrix para ayudar a Eleora con todo lo que lleva en sus manos y Grigory empieza a grabar con su cámara como Pavel, Gavrel y Angelo motivan en hebreo, árabe e italiano a la niña que va mirándolos como si fueran simios.

Saludan al invitado mirando a Eleora por saber lo importante que es para ella, se despide rápidamente de él exigiendo a los demás no avergonzar a su hija y Adolphe camina con sus padres explicándoles como celebrar su triunfo.

Mihail motiva al hombre a salir abordando un deportivo para no soportar la algarabía de todos en las camionetas, espera a que los demás se adelanten en sus vehículos y enciende el motor apretando con fuerza el volante por tener que compartir el oxígeno con su visita.

—Estoy seguro que lo conociste— afirma saliendo de la propiedad a gran velocidad dejando detrás a los demás.

—Si te confirmo esa deducción te aseguro que donde quiera que esté se molestaría mucho porque él siempre decía que nadie podía llegar a conocerlo completamente— responde sabiendo de quién habla.

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