CAPÍTULO TREINTA Y TRES- JAURÍA II

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Eleora

Abordamos el avión esperando alzar el vuelo hacia Escocia y tengo que encerrarme en el baño a vomitar todo lo que llevo en el estómago porque estos viajes constantes me provocan mareos.

Llegamos a Killin comunicándonos con los demás que se encuentran preocupados por no dar con el paradero de los Rosso y contabilizo el tiempo que se me agota enfocándome en lo que necesito para tener a los míos junto a mi sin intenciones de separarnos nunca.

Alquilamos habitaciones en el hostal de la localidad que no tiene más de mil habitantes donde descanso un poco, salgo a alimentarme con mucho apetito y mi mente se perturba nuevamente pensando en la manera de pensar de Mihail Mikhailov a quien siempre he creído conocer, pero que ahora mismo desconozco en todos los sentidos.

Llevo la cuchara a mi boca levantando mi mano a quienes se acercan queriendo hablar, los hago comer evitando escuchar sus reclamos por resolver todo a mi modo sin darles explicaciones de como hice para decapitar tres hombres sola y me levanto junto a Arthur siendo escaneado por los ojos azules de Evangelina por la manera en que apartó mi silla.

Avanzo hacia la salida hablando con Arthur sobre el siguiente clan al que nos unificaremos descubriendo que la mafia escocesa es muy distintiva entre las demás por dedicarse a otro mercado de negocio más recreativo desde peleas de peces, gallos, gatos y perros hasta peleas de humanos donde solo un ejemplar de cada especie puede salir con vida.

—Avísales a los que nos acompañan del nuevo clan bajo nuestro mando y los detalles puntuales de la mafia escocesa para que informen a los rusos — ordeno mirando el mensaje del francés indicándome que todo está marchando sin eventualidad.

—¿Cómo lo hiciste? — curiosea el irlandés.

—Cantándole al oído — confieso tranquilamente.

—¿Ahora eres Ariel? — bromea.

—No, Úrsula— afirmo.

—¿Por lo hermosa? — sigue bromeando sonriendo.

—Por lo malvada— me alejo tomando el pasillo de mi habitación.

Reposo recibiendo el mensaje de mi madre de que ya está en España, miro la fotografía que tengo en el celular cerrando mis ojos llevándolo a mi pecho y alcanzo la cadena en mi cartera abriendo el corazón con la fotografía que reemplacé besándola.

—Mi hermosa familia— susurro conteniendo mis lágrimas.

Contemplo la fotografía al lado del árbol de Navidad, sonrío mirando los cuatro calcetines navideños en dorados con nuestros nombres en la chimenea iluminando nuestros rostros y dejo el corazón entre mi mano sobre mi vientre tomando una siesta calmando mis emociones.

Me pongo en pie en la madrugada haciendo una sesión rápida de deporte, mis músculos aún me duelen por lo que decido pedir gran cantidad de hielo y lleno la bañera permaneciendo en ella por quince minutos.

Soporto el cambio de temperatura en todo mi cuerpo, pero necesito resultados inmediatos para eliminar toda la inflamación de los golpes, me levanto temblando del frío con todos los músculos entumecidos y abro la ducha volviendo a mi temperatura habitual.

Lleno la bañera con sales minerales sumergiéndome por cinco minutos, salgo sintiéndome más flexible y observo como los moretones de mi cuerpo han empezado a desaparecer. Cuido de mis dedos cambiando las banditas y muevo mi cuello sabiendo a qué me enfrentaré para entrar a la mafia escocesa a mi imperio.

Me visto de ropa deportiva negra ajustada al cuerpo, envuelvo las ligas de protección en mis nudillos y hago lo mismo con mis pies calzándolos con zapatillas deportivas negras. Hago dos trenzas en mi cabello sujetando las puntas con bandas elásticas y dejando mi cabeza liviana sin nada que me distraiga.

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