CAPÍTULO DIECISÉIS- UTOPÍA

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Eleora

El olvido es con lo que muchos batallamos a diario, algunos por temor a olvidar cosas importantes para la vida cotidiana y otros por miedo a llegar a desarrollar enfermedades que los lleven a perder la memoria arrancando de su cabeza cada uno de los recuerdos que buenos o malos quieren dejarlos allí como muestra de las experiencias vividas que los ha ayudado a enfrentarse a las demás situaciones que se presentaron luego de vivirlas, provocando en nosotros el deseo de memorizar cada cosa importante en nuestra mente como si eso sirviera de algo cuando el destino se encarga de arrancar todo lo que para uno es significativo dejándonos nadando en un mar de dudas sobre lo que llegamos a ser, hacer y decir durante años específicos de nuestra vida logrando que despertemos en un mundo totalmente diferente al que ya vivimos.

Es realmente agobiante olvidar donde se dejaron las llaves de la casa cuando ya estamos en el auto, cuando olvidamos donde colocamos algún objeto importante cuando más requerimos de él o cuando tienes un cuchillo en la mano y te mueves por toda la cocina buscándolo olvidando que ya lo tienes encima, y si eso es con situaciones simples de la vida que sería perder dieciséis años de recuerdos.

Estoy intentando ser fuerte y empática con él porque esta situación me lleva a cohibirme con todo lo que quiero hacerle a Mihail por verse tan estúpidamente caliente con esa actitud de chico malo que me enciende, me prende y me hace mojar en segundos más de como lo hacía antes.

Dejo mí vista en él cuando sale de la cocina notando el empeño que pone en mejorarse lo más pronto posible consiguiendo que a tres días de salir del coma pueda dar pasos pequeños, aunque en su cara se nota que su pierna le duele por el esfuerzo que hace.

Tomo la taza, echo más infusión y me la tomo sentada con la mirada perdida en el Origami en forma de tulipán que me ha hecho creyendo en la ilusión que despertó unos minutos en mi cuando su mirada quedó sobre la mía mirándome como siempre lo ha hecho y como me sonrió lamiendo sus colmillos llevándome a pensar que me recuerda, que estoy en su cabeza y que solo está fingiendo para conseguir algo.

Solo estoy inventando una película en mi cabeza, un sueño donde prefiero pensar que está actuando a resignarme a tener que vivir afuera de su mente para siempre, pero sé que eso no es posible por sus reacciones a los acontecimientos que le han contado, sus miradas perdidas y sus malditos berrinches que según Lev está siendo más moderado a como era realmente para sus diecinueve años, ya que a pesar de ser para aquel entonces un estudiante sobresaliente, un hijo admirado por sus padres, tíos y abuelo su vida no era tan calmada como creí que era por como odia estar en contacto con muchas personas.

Termino el líquido y dejo mi cabeza en la encimera con una mano en mi vientre y la otra mirando fijamente lo que me acaba de dar porque soy fea. Respiro profundo dejándome envolver por las notas suaves de la canción intentando mantener la cena en mi estómago porque si antes estaba mal ahora estoy peor.

Llamé a Agnes para que enviara a Mikaela a Dubái, pero me comunicó que lograron inscribirla en una competencia de natación para niños entre tres a cinco años confirmándome que está practicando para ganarse el título de la Competencia Nacional de Natación Infantil en Bélgica dejándome emocionada por saber que mi hija está feliz, haciendo lo que quiere y con personas a su alrededor que la quieren como si llevara su sangre motivándome a bajarle un poco a la paranoia de su nivel de protección, pero me dijo que la mandaría con Fabrizio y Amira en cuanto terminen cada etapa de la competencia «Si logra pasar de las audiciones», ya que Luka y Lev están ansiosos por verla y ese hecho me preocupa porque Mikaela no sabe que su padre perdió la memoria y no sé cómo vaya a reaccionar cuando estén frente a frente buscando en él la misma atención de siempre.

—Ven a la cama— susurra Adolphe—. Mañana será un día de mucho trabajo y ya estás lo suficiente estresada con que el ruso te haya sacado de la cabeza para que tengas que estresarte más por no descansar bien— me mueve el brazo.

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