EUFORIA

CAPÍTULO DIECISIETE- ENTELEQUIA

Eleora

Cuando Damon murió sentí una gran necesidad de afecto, atención y conversaciones cargadas de consejos y de advertencias acerca del mundo en el que crecí alejada y al que retornaría siendo la líder de muchos criminales con mucha experiencia cuando de negocios delictivos se trataba.

Fue un momento dónde mi razonamiento quedó de lado dejándome guiar por las emociones consiguiendo que Francesco se compadeciera de mi durante los nueve días que me mantuve en casa, sentada cada noche frente a la chimenea con mi mirada perdida en cómo se quebrara la leña en el fuego y con mi cabeza apoyaba en las piernas de ese hombre que acariciaba mi cabello mientras me decía los secretos más poderosos en el mundo criminal que muchos desconocían, pero que me los entregaba para que hiciera de ellos un buen uso, ya que ellos serían los que me protegerían siempre la mente para que nadie lograra penetrar a ella sin descubrir mis verdaderas intenciones.

Francesco era un hombre sabio, aunque de pocas palabras, pero cuando hablaba dejaba a quien lo escuchaba perdido por horas en las palabras que decía porque siempre hizo uso acertijos en conversaciones triviales manteniendo su suspenso siempre.

Nueve fueron los días en que compartí con él como siempre quise durante mis veintiún años y puedo afirmar que fueron los días dónde más he aprendido, ya que cada una de sus palabras las llevo bien guardadas en mi mente y en un banco muy bien aseguradas por qué son esos secretos los que me ayudarán en un futuro a cumplir por fin lo que tanto anhelo haciendo uso del arte que me heredó por ser un experto en el arte de mentir, fingir y engañar convirtiéndose en un camaleón humano cuando de hacer creer cosas se trataba dejando en mí su legado de sabiduría, conocimientos y el Paltering que era lo que más lo caracterizaba.

Siendo el Paltering el arte de mentir diciendo la verdad, esa forma de engañar usando hechos verídicos y jugando con la mente de los demás dónde si te cuestionan tienes pruebas para defenderte y si no lo hacen tienes en tus manos una de las más valiosas armas en el mundo criminal siendo esta el engaño.

Todos mientes, todos tienen secretos y todos aparentan ser lo que no son llevándome a confirmar que el mundo criminal es más que poder, dinero, sangre y muertes porque una cosa es sufrir en manos de alguien que te hiere con la cruel verdad y otra muy diferente sufrir en manos de una persona que te miente mirándote a los ojos, que finge de tal manera que te hace dudar de tu cordura y que te engaña de la manera más vil que puede existir.

Yo he hecho uso de mi herencia por parte de Francesco tanto de la económica que me la entregó en vida como también la de mentir, fingir y engañar usando a todos a mi antojo desde siempre porque una vez que se empieza a mentir ya no se puede dejar de hacerlo dejándonos vivir en el mundo de fantasía que hemos creado y olvidando todas las cosas que realmente son ciertas.

Confirmé a otro mentiroso a mi alrededor, Mihail claramente me está engañando y que lo haga de esa manera tan descarada me hace enfurecer queriendo llenarle el culo de balas cuando se muestra como un maldito joven rebelde cuando al final es un hijo de puta que por sus deseos insaciables de una escena de celos por mi parte me hace vivir en un calvario.

Ver cómo besó a Viktoria exactamente cuando salía de la casa me provocó una arcada peor a las que he estado sintiendo el último mes, pero confirmar lo que está haciendo cuando me llevó a un cine que estaba completamente solo, comprando taquillas para ver una película de los vengadores y que luego tuviera la desfachatez de cuestionarme como si fuera un tema trivial si fantaseaba con los vengadores con los que tuvimos sexo me hizo querer arrancarle los ojos por ser tan infantil haciendo todo este papel por algo que nunca le daré y como él quiere seguir fingiendo le voy a seguir el jueguito, pero esta vez él será quien sufrirá porque lo provocaré tanto como sé que le gusta que tendrá que admitir que me recuerda porque no creo soportar una escena más como la que me tuve que tragar fingiéndole una sonrisa.