CAPÍTULO VEINTISIETE- OBTURADOR

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Narrador Omnisciente

El conocimiento es la llave que permite abrir cada una de las puertas que se desean abrir durante todos los años de vida alcanzado gracias al discernimiento un grado muy alto de sabiduría, siendo ella el camino seguro a la felicidad porque quién es sabio encuentra la manera más factible de superar sus obstáculos, dificultades y problemas consiguiendo de este modo la plenitud máxima a convirtiéndose en el ser conforme consigo mismo.

Esto era algo que todo criminal tenía muy claro a la hora de enfrentarse a sus enemigos íntimos, sus oponentes comerciales y sus perseguidores justicieros porque tenían muy claro que en el mundo criminal no solo era importante convertirse en seres despiadados, sanguinarios y crueles sino también en seres inteligentes, habilidosos y sabios capaces de idear, planificar, diseñar y llevar a cabo acciones que lo enaltecían dentro del mundo en el que disfrutaban de sus méritos delictivos o del mundo en el que sufrían las consecuencias de sus actos que lo llevarían a la muerte.

Ser criminal requiere de muchas cualidades porque para convertirse en uno muy bueno tener un buen monto de dinero para abrirse paso en el mundo criminal con mercancías ilícitas no es suficiente ya que lo que realmente convierte a una persona en un criminal inquebrantable es el conocimiento que puede permitirle manejar sus negocios sin ser capturado por las autoridades o permanecer fuerte en la más alta cima sin ser derrotado por su competencia directa en ese mundo donde nadie es amigo de nadie y dónde cada quien vela por sus propios intereses así tenga que idear, planificar, diseñar y llevar a cabo acciones contra su propia familia.

Eran esos conocimientos los que hacían de Ivan Martinelli un potente criminal en pleno nacimiento con apenas quince años porque a pesar de que hay aptitudes criminales que se adquieren una vez dentro de un ambiente ruin, sangriento y peligroso ese joven lleva en su interior la herencia genética de las personas correctas conexas con sus progenitores siendo un perfecto criminal innato en creciente.

Tan perfecto que para su edad ya podía percibir en sus fosas nasales las mentiras a kilómetros, en sus oídos los secretos susurrados entre paredes, en su piel el calor de la culpa que emana de los victimarios y en su paladar el amargo sabor de la venganza que rodeaba a su progenitor motivándolo a dejarse llevar por primera vez de esas cualidades de las que huía por medio de las partituras más difíciles de piezas de piano y entre trazos precisos con pintura en lienzos.

Lleva los últimos dos meses con todos sus sentidos encendidos porque él desde su nacimiento estaba siendo entrenado para cuando llegara el momento que ahora mismo está viviendo repitiéndose cada mañana al despertar los nombres de las personas a las que debía recurrir cuando su madre no diera señales de vida y el nombre de quien debía destruir porque sería el único culpable de su desaparición.

Fueron muchas las horas que pasó con su madre estudiando el mundo cruel en el que había nacido como fruto de la maldad siendo ese mismo mundo el que desprecia por las verdades que descubría entre líneas en conversaciones profundas, que rechaza por las brutalidades ejecutadas por personas que debían proteger a sus hijos y que se niega a pertenecer por saber de qué manera fue concebido naciendo en el peor de los escenarios.

Él ama a su madre sobre cualquiera otra persona en el mundo porque con ella comparte más que un vínculo de madre e hijo cargando en su cerebro sus métodos de manipulación, en su lengua el arte de la ventriloquía que le permitía imitar voces y sonidos en los diferentes idiomas que existían, en sus ojos la destreza de hacer fotografías mentales recordando con perfección cada detalle, en sus manos la agilidad de desarmar y armar cualquier aparato con rapidez y en su cuerpo cada una de sus habilidades de camuflaje de emociones.

Aunque lo más significativo que comparte con ella es esa variación genética en sus genes que con todos los conocimientos que había adquirido a través de prácticas psicológicas, comunicativas y emocionales se ha convertido en una temible arma humana, silenciosa y peligrosa de gran alcance.

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