4

49 11 1
                                    

La mañana siguiente Alaska tampoco escuchó a la señora Walker levantarse ni tampoco ir a despertarla. Pero en la mesa había leche y pan tostado con una nota:

"Buenos días Alaska. Feliz día de clases. Desayuna bien, que es la comida más importante. Voy a la ciudad a comprar los medicamentos de Samantha.
Christian Walker"

Desayunó en silencio y fue a ver a la señora Walker. Estaba dormida y a su lado, en la mesilla, habia una bandeja con bollos, pan y café.
Salió en silencio y el frío de la mañana la despertó de golpe. Caminaba en silencio observando todo. Últimamente se sentía vigilada cada vez que pasaba por ahí.
Y Alaska se sintió tentada a ir al lugar prohibido. Pero cuando iba a dirigirse, una voz gritaba su nombre:
- ¡Alaska espera! - Violet corría hacia ella con la chaqueta a medio poner y la mochila en volandas- Vamos juntas, ¿no?- dijo con una gran sonrisa.
- Claro que sí.

Estaban por los jardines del colegio, llenos de flores y abarrotados de gente. La tal Monique estaba con tres chicas más y miraban a Alaska sin disimulo.
La primera clase transcurrió lenta y al ser primera hora todos estaban cansados, unos mirando por la ventana o al reloj, otros dormidos y algunos pocos simplemente asentían sin entender ni oír. Alaska estaba despierta. Pero no atendía del todo, tenía la cabeza en sus preguntas, como siempre.
- Os veo dormidos. Doy por finalizada la clase y en esta media hora restante, vayan a despertarse. Para mañana quiero leído todo lo que no hemos podido ver hoy y un resumen.
Alaska no se levantó de la silla, en ese momento se encontraba mirando la ventana. Había un cielo oscuro y poco estrellado. Y de repente un rayo de luz azul. Luego nada. No se volvió a repetir la escena. Alaska salió pensando en porque éso la era tan familiar y porque era la segunda o tercera vez que lo veía.
Violet la alcanzó e iba a su lado pero no decía nada. Alaska irrumpió el silencio.
- Violet. Necesito que me acompañes a un sitio, sin hacer preguntas, sin decir nada.
- ¿Pero cuándo?
- ¿Ahora? - Alaska quiso decirlo con contundencia, pero le salio un hilo de pregunta.
La cara de Violet no reflejaba sorpresa, solo una gran sonrisa.
- Vamos. Tú dirás dónde.
Y salieron corriendo tras coger sus cosas. Mientras dejaba atrás la escuela deseaba que los señores Walker no se enterasen. Bueno, sus tíos, supuestamente. Había olvidado lo que le había dicho Samantha.
- ¿Por aquí?
Violet la interrumpió y la sacó de sus pensamientos para devolverla a la realidad. Alaska negó y giró con la cabeza.
- Había que...pasar la montaña.
Y así lo hicieron. Recorrieron cada parte del camino hacia el lugar prohibido sin que Violet supiera dónde iban, sin que Alaska supiera que pasaba.
- ¡Que lago más bonito! - Violet estaba maravillada, y se la notaba en la cara, en los ojos y en que su sonrisa era aún más grande de lo habitual.
Sin embargo Alaska no estaba contenta. No estaba maravillada. Estaba pendiente de todo y miraba el hueco desde distancia. Sabía porque quería ir, porque le había dicho a Violet que le acompañase, pero ahora, solo quería sentarse en el hueco y contarle a Violet lo poco que sabía, porque al parecer, todos sabían más de su historia que la propia Alaska.
- ¿Qué haces? ¿Es aquí?
Alaska, sentada, asintió.
- ¿Pero...qué es este sitio?
- ¿En serio no lo sabes? Pues estamos apañadas porque yo tampoco y cada vez que vengo es como si hubiera estado antes.
- Alaska pero ¿esto qué es?
- Segun los señores Walker, aquí, justo donde estoy yo sentada, me encontraron cuando tenía seis años, entre un colchón mugriento y sábanas sucias. Aquí debía haber una casa. Mi...casa. Aunque no la recuerdo Violet.
- ¿Quiénes son los señores Walker, Alaska y cómo que te encontraron? Espera...que ¿no recuerdas nada?- Violet parecía tan poco enterada como Alaska y eso no sabía si provocarla felicidad, afecto o tristeza.
- Violet no. No recuerdo nada. Solo después de los seis años. Samantha y Christian que son los señores Walker, me han cuidado desde el momento en el que me vieron agazapada entre las mantas. Me dijeron que mis padres sufrieron un incendio, sin embargo hay muchas cosas que no me cuadran. ¿Por qué la casa y todo lo que había en ella, excepto yo, desaparecieron? ¿Qué era aquel rayo azulado que pasó por el cielo antes de que ocurriera la tragedia?
- Alaska no sólo eso. Tú sobreviviste. ¿Por qué tú? Tenemos que investigar sobre tu familia, buscar fotografías, archivos...
- Para, para, para. Todo eso ya lo hice yo y no hay rastro de mi familia, al menos de mis padres. Verás, Samantha me contó hace poco que yo era su sobrina. Que por eso ella se hizo cargo de mi.
- Pero eso es imposible, si fuese tu familia habría salido en los registros cuando buscaste ¿verdad?
- Por eso y por más cosas no encaja.
- Y...¿como es eso de no recordar? ¿Cuándo...?
- Mi tía, entre comillas de momento, me dijo que cuando me encontró estaba en coma. Con informes a mi lado y eso. Pero...tampoco me encaja. Si según ella yo llevaba en coma mucho tiempo no pude salvarme de ninguna forma. No pude sobrevivir al incendio Violet porque no podía moverme. Estaba sin estar. ¿Cómo es eso?
- Alaska es todo muy raro. Y éste sitio...parece que te habla. ¿Has visto la marca que hay a nuestro alrededor?
- Está ahí desde esa noche- Alaska no quiso decir eso, lo soltó sin pensarlo y sin saber que lo había dicho.
- ¿Cómo se llamaban tus padres Alaska?
- No lo sé. Sólo Black. No sé más.
El viento empezó a soplar fuerte, en efecto el lugar parecía que hablaba y no solo éso, si no que contaba su historia y todas las de aquellos que no pudieron.
- Me siento como en casa aquí.
- Pero no recuerdas nada, Alaska. Tu infancia, la cara de tus padres, tu primera Navidad o cumpleaños.
- No Violet. Sólo sé que un día me desperté, a un mes de cumplir 7 años y estaba en una habitación desconocida y había una mujer mirándome, también desconocida.
- ¿Los señores Walker?
- En efecto. Ése día no me dijeron mucho sobre mi. Me dijeron que conservaría mi apellido que era Black, pero ni me dijeron más, ni pregunté.
De la nada, se oyó un estruendo, y Alaska gritó, tapándose los oídos.

AMNESIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora