- La verdad es que no Alaska. No tengo ni la más remota idea... Aquel día no llegamos a verle.
Y en ése momento Violet entró.
- ¡Ha pasado algo! Creo que estoy loca pero estoy viendo un montón de gigantes acercándose y luces azules por el cielo.
Los tres salieron corriendo a la terraza más cercana. En efecto, veinte gigantes por lo menos, se acercaban furiosos con antorchas, hachas, alguna especie de lanzas y espadas... Zuzu y Arwen ya estaban allí pero sus formas se iban disipando. El director las agarró del brazo a ambas, repitiendo:
- Si estamos aquí todo esto se destruirá, si seguimos aquí nosotros también.
Y desparecieron.Pasaron varios días en casa de los Young, que era una casa pequeña para todos ellos pero se las apañaron bien. El director y Alaska hacían el desayuno cada mañana y ayudaban a Alice con la cena y comida.
Cuando pasó una semana, el director y Alaska volvieron a la escuela, donde parecía que no había nadie y que no había pasado nada. Arwen y Zuzu estaban allí y la segunda abrazó a Alaska nada más verla, casi, tirándola al suelo.
- Que ganas de verte...siempre tengo ganas Alaska.
- Me hace muy feliz verte a mi también siempre, Zuzu.
Cenaron caldo de pollo y tortilla y después de leer un rato juntos cada uno fue a su dormitorio.
Ésa noche Alaska sintió en sueños que ésas voces volvían a llamarla, notaba como los reflejos azules la quemaban, la partían, no sólo en dos si no en mil pedazos. Pero no pudo despertarse en ninguna de las pesadillas que esa noche no cesaron de atormentarla.El director la despertó entrado el día y Alaska somñolienta se arrastró hasta la mesa y tomó el desayuno junto a una Zuzu y Arwen mucho más despiertos que ella cosa que no era difícil. El director estaba taciturno y callado y cuando terminó su desayuno, sonrió y se marchó.
- Hoy hace otro mes que... Ozloc...
Zuzu surruba a Alaska y su voz se rompía y apenas se entendieron sus palabras, excepto por el nombre del difunto elfo Ozloc. Alaska se levantó rápida y siguió al director. Cuando le vio alejándose por uno de los pasillos gritó su nombre varias veces pero en todas ellas no hubo ni una sola respuesta. Él siguió caminando, incluso aceleró el paso. Alaska entonces gritó:
- ¡Sé qué día es hoy! - y el director paró de golpe, aún sin mirarla- Sé que Ozloc era muy importante para usted. Sé que fue su leal amigo y que, siendo como es, aún lo seguirá siendo siempre. Sé la relación que tenían...
- No lo entiendes del todo.
Nicholas seguía sin mirar a Alaska, alejado de ella, en la otra punta del pasillo.
- Pues explícame.
- La relación de Ozloc y mía era inevitable desde el día que el nació. Desde que yo nací. Al igual que tu unión con Zuzu. Ah, aún...no sabías de esto. Pero Zuzu es tú elfina. Tú compañera. Tú protectora. Creía que se había notado... El caso, Ozloc era todo eso y más para mi. Y hoy... Hoy...
- Ozloc habría dado su vida por usted, como él mismo me dijo, y estoy segura de que, cuando lo hizo fue de corazón, aunque ahora, allí donde esté, no dudo de que está deseando volver y seguir...con usted. Y sé que es un día difícil para usted porque para mi también lo es. Quizá Ozloc no fuese mi elfo, quizá ni tan siquiera tuvimos una relación que se acercara a la vuestra, pero era importante para mi. Le debía muchas y no pude devolverlas.
El director entonces, más cabizbajo y a paso lento, miró a Alaska como agradecido, y entonces, volvió a darse la vuelta, alejándose de Alaska lentamente.
Alaska, divida entre sí hizo mal o no, se quedó ahí, con la mínima esperanza de que éste volviera, sin embargo, quien apareció fue Zuzu, arrastrando con ella a Alaska hasta una habitación oscura que procedió a iluminar gracias a su varita. La sala se iluminó y era todo pequeño. Parecían estar en el árbol de Zuzu y Arwen pero se notaba que seguían en la antigua escuela y Alaska presintió que ésta habitación era para los días de peligro en el bosque. Zuzu entonces, llena de lágrimas miraba a Alaska conmovida y de la única esquina oscura de la habitación apareció Arwen, llorando.
- Alaska... Eso ha sido.
- ¡Me he pasado!
Alaska entonces también lloraba.
- No Alaska. Le has dicho las cosas como una persona que quiere se lo dice a otra.
Tras decirla esas palabras Zuzu volvió a abarazar a Alaska pero esta negaba constantemente con la cabeza.
- No he tenido tacto. No ha sido así.
- El director Nicholas está obsesionado Alaska, necesita oírlo así.
- No..así no...
- Así sí.
- Arwen, me estás...recordando a Ozloc el primer día que lo conocí. Y el primero que te conocí a ti.
Entonces el elfo se cayó de rodillas al suelo, se tapó la cara con las manos y lloró.
- Ozloc era como un hermano para mi. Cierto es que con quien más he estado siempre ha sido Zuzu, sin embargo... Ozloc también siempre estaba, en otra parte, de otras formas. Pero siempre estaba. Fue un gran aliado del director pero también su gran y leal amigo como sabes. Pero para mi, al igual que yo para el, era la poca familia que me quedaba. El, Nicholas, Zuzu, tus... Tus padres.
Y Arwen volvió a romperse, con mayor intensidad que antes al ahora recordar a sus humanos Helena y sobretodo Jonh. Y Alaska cayó en la cuenta de una cosa...
- ¡Arwen! Tengo una duda. Tú eras el elfo de mi padre, sobretodo... Y ¿mi madre?
Arwen tragó saliva y cerró los ojos unos minutos, suspirando y jadeando antes de responder:
- La elfina...de tu madre. Amarï. Era...mi madre. Una elfina con cabellos morenos y ojos negros como dos botones. En una de las...batallas...se fue.
Arwen, envuelto en recuerdos, cayó del todo en la alfombra y Zuzu preocupada apuntaba su varita a él.
- ¿¡Está...bien!?
- Si Alaska, va a estarlo.
El cuerpo de Arwen que respiraba suavemente, fue elevado hasta una de las camitas y Zuzu y Alaska salieron de allí.
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AMNESIA
Fantasy"- Te vas a llamar Alaska, pero vas a seguir conservando tu apellido, que es Black. De momento no podemos decirte más, pequeña.-"