Epílogo

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Algo se la llevaba con cuidado y rapidez, notaba esa misma sensación de siempre y por un instante se sintió en casa.
   - ¡Mi personita, por favor! Despierta...
Zuzu sollozaba y de fondo también s3 escuchaban otras voces conocidas calmando a la elfina.
Alaska abrió los ojos lentamente, la costó mundos hacerlo y no supo porque. Sentía que los párpados le pesaban, a decir verdad todo su cuerpo era plomo.
Zuzu lloró entonces pero sonrió al ver a Alaska con los ojos abiertos, mirándola con el ceño fruncido.
Se fundieron en un gran abrazo y ambas sollozaban por lo bajo sin saber si de alegría o de incertidumbre. Alaska había tenido tanto miedo por ella... Y Zuzu había temido no verla nunca más.
   - ¿Cómo es que estoy...aquí otra vez?
La elfina la miró y alzó el pecho, orgullosa a la vez que esbozaba una sonrisa.
   - Después de mucho yo pude traerte, gracias al gran vínculo que nos unió hace tiempo y que nos sigue uniendo a diario.
Detrás de la elfina, estaba Violet, su madre y justo entonces Arwen corriendo atareadamente, como si no tuviera tiempo.
   - ¡Si aún sigue mal creo que tengo la solución! Lo encontré donde Ozloc.
Y entonces se calló, viendo a Alaska sentada, con su elfina en sus brazos.
También la abrazó, sonriente.
Violet que estaba esperando a que los elfos la saludaran, se acercó a su amiga entre lágrimas.
Todos se callaron unos minutos pues la simple mención al gran Ozloc fue suficiente para que se les parase el corazón. Tras carraspear Violet dijo:
    - Han sido dos semanas horribles, Alaska... Ha sido...
    - Espera...¿Dos semanas?
    - Sí Alaska, te buscamos por todos los lados, volvimos a la casa Walker... No había rastro de ti. Es como si hubieses desaparecido. Como si se te hubiera tragado la tierra.
Alaska suspiró y dejó de mirar los ojos de Violet para mirar al suelo mientras murmuraba.
    - Ni tan siquiera yo sé donde estuve Violet. No recuerdo nada, ni donde estaba ni como llegué allí. Sólo que una imagen me perseguía. Todos vosotros... Un túnel de enredaderas... Vosotros...
Entonces Arwen, lecantando la mano, se acercó cojeando y miro seriamente a Alaska. Con la mirada oscurecida, dijo alto y claro:
     - Alaska, respira. Vas a tener que asimilar más cosas que lo que acabas de vivir así que no te alteres ahora. Lo importante es que ya estás aquí, que estás bien.
    - Pero ha sido horrible... Dos semanas... Yo no lo vi así. Pareció mucho, pero desde luego no tantos días.
Arwen gruñó.
Alaska le relató lo poco que recordaba y temió que, ahora que todo empezaba a encajar, volviese a olvidar cosas. Sólo de pensarlo tembló, seguidamente un escalofrío que inundó hasta su interior.
     - Pero... Violet, aquí falta alguien... ¿Dónde está Nicholas?
    - Está en su habitación, o posiblemente en la torre de la terraza. No te abandonó nunca, sin embargo con las horas no despertabas y se empezó a marear y a encontrar mal. Arwen tuvo que obligarle a salir de aquí. Le prometimos que todos estaríamos contigo en su ausencia. Y no le fallamos. Estuvimos aquí en su honor.
     - Yo... No sé que decir. Gracias, a todos... Violet has demostrado ser más fuerte que yo...
     - Calla Alaska, calla... Vas a ver muy pronto que eres más fuerte de lo que crees. Te queda mucho por asimilar, por entender, por...saber. Cosas que nadie se imaginaría.
    - Violet, ¿qué es lo que sabes?
Violet levantó los hombros y miró al techo y entonces una vlz llenó la sala entera.
    - Alaska Black... Que maravilla verte bien.
El director con su bata y un libro en sus manos, miraba a Alaska con desconcierto y con una gran sonrisa. Alaska sintió como éste miraba a sus ojos continuamente y sintió que quería ver si todo estaba bien, si había algo más.
     -  Tengo que hablar contigo Alaska. ¿Lo sabes verdad? Han sido demasiados intentos...
Violet tragó saliva. Alaska la miró y ésta apartó rápidamente la mirada, nerviosa.
Alaska suspiró y miró al director que ya caminaba escaleras arriba. Asintió y se puso en pie, temiendo marearse. Miro a su elfina y a Arwen y los tres asintieron de nuevo, sin saber porque. Miró al director que sonreía mientras subía escaleras y lo siguió, con el pulso acelerado y temerosa pero sabiendo que su vida cambiaría.
    
En la torre, mirando las vistas que proporcionaba la terraza, el director suspiró y volvió a mirar a Alaska.
     - Bueno, hay tantas cosas que tengo que decirte Alaska. Pensaba que nunca iba a poder  y había memorizado las palabras exactas para cada momento. Sin embargo ahira, contigo frente a mi, me va a costar saber sólo con tu mirada que sí y que no.
     - ¿Y por qué no me lo dice todo, desde el principio, director?
     - Nicholas. Siempre te dije que podías llamarme así... Alaska no es tan fácil. Claro que podría decirte todo. Pero no. Todavía no. Aunque creo que es el momento.
Alaska puso los ojos en blanco y suspiró, queriendo darse la vuelta y dar la espalda a Nicholas, pero aún así, siguió mirándolo porque él era su amigo y no podía dejarlo con la palabra en la boca. Porque ella sabía lo difícil que era decir ciertas cosas.
     - Alaska... Quizá no lo sepas pero los dos yetis que te ayudaron, eran viejos amigos míos. El viejo Mark y el loco Tom. Vaya dos patas para un banco...
    - Pero... ¿Cómo es..?
El director hizo un gesto con la mano mientras su ceja se arqueaba, y tras carraspear siguió hablando.
    - A ambos les pareciste una gran persona desde el principio. Pero también por otro lado, sabían quién eras. Sabían que eras Alaska Black. Y te protegieron.
     - Pero...
     - Por orden mía Alaska.
     - Mire... A veces usted me recuerda al gran Dumbledore.
Nicholas abrió los ojos y la miró y entonces ambos estallaron a carcajadas, sin dejar de mirase a los ojos.
    - Me gustan sus referencias a ésa gran saga.- Alaska tragó saliva y se armó de valor antes de decir- ¿Puedo preguntarle algo?
    - Siempre puedes.
    - En verdad son varias cosas. ¿Por qué usted siempre me ha dicho algo...a diferencia del resto que me pedía esperar?
    - Porque yo considero que aunque no sea el momento de algo, hay que dar explicaciones y más cuando tiene que ver con esa persona. No habría podido simplemente decirte "espera". Sería cono decirte: " venga, sigue sufriendo ". No.
Alaska sintió emocionarse pero se contuvo y se aclaró la garganta. Alaska volvió a confirmar para sus adentros que ese gran hombre valía su peso en diamantes. Suspiro y trago saliva una vez más, ésta más fuerte;
     - Los señores Walker. ¿Fueron los primeros en crear todo esto?
Nicholas miró a la derecha y luego al suelo. No la miró directamente cuando dijo:
     - Realmente si Alaska y es terrorífico porque piensa, que todos los Black que ha habido, se han extinguido por su culpa. Han sido siempre seres inmortales, por decirlo así.
    - Eso significa...
    - Que siguen vivos. Que siempre seguirán de alguna u otra forma. Por eso es terrorífico. Ahora mismo estarán fortificando sus cuerpos, sus mentes y su magia. Siempre están así. Si destruimos la casa, nos quitaremos muchos problemas.
     - Pero...nadie sabe cómo.
     - En verdad sí. Creo que esto no deberías saberlo ahora, porque realmente todavía no es el momento... Pero ya estás cansada de esperar y yo de verte como esperas. En tu décimo octavo cumpleaños, la piedra roja adquiere una gran fuerza oscura que, combatida por ti, se convierte en una magia más poderosa que la de la misma casa. Hay que averiguar cómo puede servirnos porque eso se sabrá en el momento. Pero para eso aún queda...
     - La piedra roja... Va a ser importante.
     - En efecto Alaska. Y hay más. Muchísimo más. Los señores Walker, al destruir la casa, volverán más fuertes y fieros que nunca. Va a haber la mayor batalla de todos los tiempos. Sin fecha de empiece ni de fin.
     - Seremos fuertes director. Vamos a poder tal como pudimos la otra vez.
     - Necesitamos muchos seres, mucha ayuda Alaska... Y ahora sin Ozloc...
      - Ozloc sigue aquí..
Murmuró Alaska mientras abrazaba a Nicholas. No quería que recordara a su gran amigo. No quería recordarlo ella. No podía admitir que había calado su alma. No quería que se pusiera mal por su doloroso recuerdo. Por su marcha. No quería que viera que ella también le lloraba y le recordaba.
      - Hay mucho más Alaska...
Zuzu entró entonces, buscando a Alaska con la mirada.
     - La madre Young se va, Alaska. Ha pasado algo en su casa con un hombre loco...
Nicholas gruñó y miró con rabia a la elfina. Alaska entonces,recordó lo que su amiga le contó hace tanto tiempo. Recordó que un borracho recorría su jardín y lo destrozaba todo. Alaska se temió lo peor y dudó. Y se preguntó porque lo recordaba ahora mientras seguía a la elfina.
Violet la esperaba sonriendo pero era una sonrisa muy triste. Antes de que la dijera nada, Violet dijo entre susurros:
      - Alaska, ¿sabías que el borracho que rondaba la casa de los Young era el mismo Christian Walker?
Alaska abrió los ojos. No podía ser.
El director, que la seguía cabizbajo y que parecía leer su mente de nuevo, mirándola fijamente dijo:
     - No obstante no puede ser él. Recuérdalo, por favor.
Alaska suspiró y asintió y entonces fue cuando se cruzó con la lirada de Alice Young que sonriente, gritaba:
      - Alaska, hemos hecho tarta de queso y frutos de bosque. ¡Venid!
Nicholas miró a Alaska y ambos bajaron tras la elfina y Violet entre carcajadas.
Todos se sirvieron tarta y repitieron. Bailaron, cantaron y disfrutaron sin saber porque. La fiesta improvisada duró hasta entrado el día siguiente y todos acabaron dormidos en varias oartes del salón. Alaska y Zuzu encogidas en un pequeño espacio del sofá, Nicholas en un sillón reclinable y Arwen encima de una mesa.
Al ver tal escena Alaska rio sonoramente haciendo despertar al resto. Todos estallaron en risas por semejante percal. Esa mañana Zuzu y Violet no se separon de Alaska y en la noche del día siguiente, Alaska de madrugada caminaba por los pasillos somñolienta. Se asomó a la gran terraza de la torre, admirando las vistas, sintiéndose mejor que nunca.
    - ¿Alaska?
Nicholas estaba ahí con un candelabro y una sonrisa. Llevaba su bata de costumbre y al estar junto a Alaska, la abrazó.
    - Aún tengo algo que decirte. En realidad son demasiadas cosas pero por algo hay que empezar.
    - Claro, direc... Nicholas.
Éste sonrió y la invitó a sentarse en unas sillas de la terraza.
     - Primero que nada, siento muchísimo no haberte dicho antes. Quizá sí deberías haberlo sabido, porque antes del accidente lo sabías. Siento que haya pasado el tiempo. Y tanto tiempo . Y lo siento de corazón no sólo porque de haberlo sabido antes quizá habría seguido todo como está. Quizá después de esto, ni tan siquiera quieras verme más por haberlo ocultado en cierta manera, todo y todo éste tiempo. Siento muchísimo haber dejado que la vida volase y no haberte dicho quién soy en realidad.
Alaska empezaba a asustarse.
     - Nicholas...
     - ¿Recuerdas lo que dije el primer día de clases? Dije que mi nombre era muy complejo para algunos que por ello me llamasen Nicholas.
Alaska, más temerosa que antes, asintió repetidamente sin pestañear con los ojos llenándose de lágrimas.
     - Realmente mi nombre si es Nicholas. Lo de complejo... Es cierto. Pero no mi nombre ni mis apellidos. De hecho a ti te resultaría hasta normal.
      - Nicholas,  ¿quién eres?
Éste palideció, apartó la vista varias veces y luego, volvió a mirar con los ojos abiertos y llorosos a Alaska,  fijamente, y con temor dijo y después desapareció:
      - Mi nombre y apellidos son; Nicholas Black Williams. Y sí, soy tu abuelo, Alaska.

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