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La segunda noche viviendo en casa del director Nicholas, fue mejor que la primera y Alaska presentía que así iba a ser siempre. Todas las mañanas se encontraba la mesa llena de un maravillosos desayuno y cada día había cosas diferentes. Para las comidas se turnaban y en la hora de la cena se ayudaban a preparar un nuevo y distinto plato cada noche. Cada día aprendía algo nuevo gracias a Nicholas y sus miles de libros, trabajaba, leía y tenía tiempo libre. Por las noches antes de dormir, ambos hablaban y leían en la biblioteca.
Las clases seguían suspendidas porque no todos habían vuelto de donde se fueron a esconderse y Alaska sentía que tampoco la haría falta con todo lo que estaba aprendiendo.
Aún así, acabó sus estudios más rápido que los demás y siguió en la torre con Nicholas cuando la escuela cerró para siempre.
Violet y ella se veían todos los días y seguían yendo al hueco. Alaska a veces se imaginaba la casa Black, otras se imaginaba a ella y a sus padres dentro.
Su padre la haría cosquillas mientras su madre intentaba vestirla y los tres reían y acababan en un gran abrazo.
Luego volvía a la realidad y veía el campo y la marca de la casa, o donde un día estuvo, porque ya era inexistente.

   - Alaska... He tenido una idea pero igual te parece irrespetuosa por mi parte...- le dijo el director una mañana.
   - Dígame, Nicholas.
   - ¿Que la parece si reconstruimos la vieja casa Black?
Alaska nunca se lo había planteado, si había imaginado la casa, si había pensado como fue, pero no le parecía tan mala idea el hecho de vivir donde... Realmente tendría que vivir.
   - Me parece una idea genial direc... Nicholas. ¿Cuándo empezamos?
Éste la sonrió y asintió.
   - Primero, vayamos a desayunar...
Como de costumbre la mesa estaba llena, ésta vez tenía leche o chocolate caliente, a elegir. Una enorme fuente con todas las frutas posibles. También había bollos con crema o chocolate, muchísimas tostadas , algunas con jamón serrano, otras con mantequilla, aceite de oliva y mermeladas de todo tipo. Por otro lado, huevos fritos y revueltos, salchichas y  bacon.
   - El desayuno es lo más importante...
Comieron con gusto y con hambre y al acabar se dirigieron a la torre.
   - Trazaremos un plano, tenemos que adquirir materiales y herramientas... Y me temo que también necesitamos ayuda, pero esa creo que no costará.
En ése momento, Zuzu y Arwen aparecieron.
   - Gracias chicos, ya no tengo ni que nombraros.
   - Gracias a sus clases...
   - Os necesitamos.
El director les contó a todos el plan y entonces los elfo-duendes solo asintieron, sonrieron a Alaska y desaparecieron.
   - Bueno, ya están trabajando en la casa Alaska, más bien preparando todo: me gustaría que tú me dieras el visto bueno.
El director Nicholas le mostró un plano con la futura casa Black renovada, dio un toque con su varita y el plano pareció una versión mucho más realista. La casa era grande y toda de madera, tenía un porche con unas escaleras que conducían a la casa. Tenía tres pisos aunque indicaba un desván arriba y un sótano abajo. El tejado era de ladrillos grises. Alaska lo observó maravillada, sin creerse todavía que éso fuera real.
    - Es preciosa señor Nicholas...
    - Ahí vivirás Alaska.
    - Pero... ¿Y usted?
    - Yo me las apañaré en la torre.
Y entonces, abandonó la sala, dejándola sola y confudida, pensando que iba a perder a otra de las personas más importantes y llenas de luz, poder y sabiduría que había conocido nunca.
Se dejó llevar entre lágrimas hasta su habitación donde se tumbó deseando un nuevo día...o ninguno si realmente sus temores iban a resultar ciertos.

AMNESIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora