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   -¡No te caigas! ¡Mira, ahí están las escaleras!
Y entonces Alaska las vio también. Estaban ahí, como la otra vez y entonces, casi ahogada, sin aire, jadeando, y con el corazón tan rápido que sentía que se iba a parar en cualquier momento, sacó fuerzas, sin saber como, sin pensar en nada y corrió.
Las escaleras parecían alejarse también aunque mientras ya subían por ellas pensaba que era fruto de su desafallecimiento.
Cuando salieron al bosque, Alaska soltó un suspiró y cayó al suelo.
Cuando abrió los ojos ya no veía los árboles ante ella. Pareciese que estaba de nuevo en la casa de Ozloc, y éste la miraba preocupado.
    - Hemos salido Alaska, estamos bien.
    - Nosotros. Pero...Violet...
A Alaska se la cortaba y rompía la voz.
    - Mañana al amanecer, volveremos. No ven igual de bien a la luz del día. Ni a la luz, en general.
Alaska pensó que el incendio que mató a sus padres se produjo de noche. Y pensó en lo que éstos seres gritaban: "así acabaremos con todos ellos".
Estuvo pensándolo el resto de día pero no le dijo nada a Ozloc, hasta que se acordó de los señores Walker.
    - Pero Ozloc, los señores Walker...
    - Están avisados...
    - No me digas que están avisados, siempre de están marchando últimamente, ni avisan, tardan días en volver y tampoco dicen dónde han ido.
    - No sé nada de esa gente, Alaska, me dedico a ti y a Nicholas, no a ellos.
    - ¿Pero por qué a mi?
    - ¿De veras te preocupa más eso? Yo tenía un plan para encontrar a Violet que contarte pero...
    - ¿¡Un plan!?
    - Y una poción.
Ozloc le acercó una botella con un líquido de color rojo vino. Humeaba, a veces soltaba chispas, y cuando Alaska lo probó hizo una gran mueca de horror.
    - Esto es horrible Ozloc...
    - Lo sé, pero vas a evitar que te vean de ésta forma... Aunque tiene algún efecto...
Alaska empezó a gritar cuando notó como su cuerpo comenzó a encoger hasta la altura que hubiese estado Zuzu y Arwen y que estaba, Ozloc. Notaba como sus orejas cambiaban de forma y de tamaño haciendola estremecer y como su anatomía de la cara cambiaba.
    - ¡Ozloc!
    - Lo siento señorita Black pero si no eres uno de los nuestros la poción no funcionaría. Ahora eres invisible para todos ellos y visible para lo que ven bien.
     - Como tú.
     - Y como Zuzu, Arwen. Ahora tenemos que irnos, hay mucho trabajo por hacer. Ah... Espera.
Ozloc sacó de su gabardina una varita y se la dio a Alaska.
    - Te servirá de mucho.
    - Pero no sé usar esto...
    - En el momento en el que necesites usarla, para una mínima cosa, sabrás usarla y exactamente qué hacer.
Dicho eso, se encaminaron por el bosque y acabaron en el lago. Ozloc se paró en el hueco de la antigua casa y Alaska le miró con ceño.
     - Creo que si vamos por aquí... Sería diferente.
Ozloc agarro a Alaska tras esas palabras y ambos aparecieron a los pocos minutos en las enredaderas.
Alaska tragó saliva y suspiró profundamente junto antes de empezar a atravesar sus caminos.

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