Aquel día Alaska se durmió. El despertador no sonó y los señores Walker también estaban dormidos. No había desayuno y a Alaska tampoco la daba tiempo a tomarlo, así que salió disparada por la puerta, tropezando de lleno y cayéndose.
- ¡Ay, Alaska!
- ¡Violet! ¿Qué hacías?
- No salías y he venido hasta aquí. Hay que salir con más cuidado eh...
Alaska se rascaba la nuca y Violet se masajeaba la frente durante todo el camino. Por los pasillos de la escuela, no había nadie porque efectivamente habían llegado tarde. Cuando entraron en clase la profesora hizo un gesto:
- No. Salid fuera. Hoy no entrais en mi clase, notificare al director y vais a estar castigadas, ya os diré cómo.
En ese momento entraba por la puerta a paso rápido, Nicholas, el director.
- Estaban conmigo. Llegaron antes que nadie, y quería hablar con ambas, así que las llamé.
- En ése caso, podéis entrar.
- Ahora yo quiero hablar con usted- dijo el director dirigiéndose a la profesora, que salió junto a el.El día pasó más rápido que el anterior y antes del último timbre el director Nicholas anuncio por megafonía qué personas habían superado la prueba con nota. Alaska y Violet sí y no pudieron sentirse más satisfechas de haber perdido horas de sueño a cambio de el nueve y medio que habían obtenido.
Se marchaban a casa contentas, pero Alaska sabía que ahora la tocaba enfrentarse a dos caras frías que la hablarían distante sin dignarse a mirarla.
- Violet... ¿Podría...comer en tu casa?
- Por supuesto, a mi madre la hará muchísima ilusión, pero... ¿Los señores Walker?
- Diré que tenía trabajo en la biblioteca, de todas formas seguramente ni me pregunten.
Anduvieron sin volver a hablar hasta llegar a la puerta de su casa, donde abriendo, Violet anunciaba que hoy Alaska comía allí y los señores Young salieron rápidamente a recibirlas. Siempre se habían portado bien con Alaska, siempre habían accedido a que durmiese o comiese aquí y Alaska ahí se sentía acogida. Alice Young preparaba el mejor guiso que Alaska había probado en toda su vida y a cada rato la sonreían y la preguntaban. Se sentía querida.
Violet comía en silencio pero sonriente, mirando a Alaska, a su madre y a su padre, escuchando animada sus conversaciones y al acabar, acompañó a Alaska a su casa.Los señores Walker estaban dormidos en los sofás del salón, con la televisión encendida y las luces apagadas, solamente iluminados por ésta y por una lámpara. Alaska desvío la vista a la cocina. Todos los platos estaban ahí, sin fregar y Alaska decidió lavarlos y tumbarse a dormir un rato, pero al abrir la puerta de su habitación la voz de la señora Walker la irrumpió:
- Poda los rosales por favor, se han estropeado con la nieve.
Samantha lo pedía por favor, pero en el tono de voz se notaba que era más bien una orden directa.
El señor Walker gruñía y seguía roncando cuando Alaska salió con las tijeras de podar, al jardín.
Cuando hubo acabado, aprovechó para recoger el cobertizo y fue a su habitación. Ya no la apetecía dormir pero leer si que se le antojaba. Hizo un par de trabajos y leyó el resto de tarde. Era entrada la noche cuando salía por la puerta de la habitación, viendo como los señores Walker estaban todavía dormidos. Christian tenía una pierna en lo alto del sofá, y la otra en el suelo, sus ronquidos inhundaban la casa y de vez en cuando se estremecía y Samnatha estaba de lado sin apenas moverse.
Alaska puso los ojos en blanco y gruñó, mirándolos desesperadamente.
Volvió a su habitación dando sin querer, un portazo y entonces se escuchó un ruido.
- ¡¡Alaska!!
Alaska salió rápidamente y vio a la señora Walker intentando levantar a Christian que había caído del sofá y estaba tirado en la alfombra,gimoteando y suspirando. Malamente, Sam consiguió levantarlo y hacer que se sentase en el sofá en vez de ir donde Alaska.
- ¡Que portazos son esos! ¡Casi me da un infarto! Y eso dormido...imagina despierto. ¿Qué te pasa jovencita?
El señor Walker miraba furioso a Alaska, más que nunca, y parecía salir humo de sus orejas y fuego de su mirada, la cual seguía sin apartar de ella.
- ¡A limpiar el cobertizo!
- Ya lo he recogido antes señor.
- Digo limpiar, no recoger, muchacha.
Alaska, cabizbaja, salió por la puerta, directa al cobertizo a reorganizar todo, la nieve ya no la cubría casi nada pero la fría noche ya se notaba en cada bocada de aire. No dejó de suspirar en todo el camino y cuando entró en éste, tampoco.
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AMNESIA
Fantasy"- Te vas a llamar Alaska, pero vas a seguir conservando tu apellido, que es Black. De momento no podemos decirte más, pequeña.-"