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Y aparecieron en una de las torres.
   - No, Zuzu. ¿¡Por qué aquí!?
Y entonces entre las cortinas del balcón apareció Nicholas, con su bata larga de calle, con ojeras y los ojos vidriosos, rojos y con aspecto irritado.
Zuzu desapareció. Alaska gruñó.
   - Alaska...
   - ¡No me hable! Usted... ¡Usted estuvo ahí, corrí y corrí casi hasta que el corazón iba a salirse del pecho, llegué a usted y simplemente se fue!
   - Alaska...
   - Usted pudo ayudarme y se fue.
   - ¡Alaska! Para ya. Yo no fui. Yo estaba buscándote. Entre bosques, casas... Volví a la de los Walker y cuando vi que ésta no estaba, lo supe.
Alaska se dio la vuelta y se alejó todo lo que pudo. No creía nada.
   - ¿Tú crees...que después de cuidarte tanto tiempo...de ayudar con el plan y de haber creado partes de él, te dejaría morir ahí, así?
Al notar como la voz de Nicholas se rompía Alaska se dio la vuelta y volvió a mirarle, pero no se acercó a el.
   - Mire lo que dicen algunoa fans de Harry Potter sobre Dumbledore... Que crió a Harry como cerdo al matadero. Usted... Me lo explicó.
    - Eso solo es una teoría. En realidad yo no la creo, como también te expliqué. De todas formas no estamos en ese mundo si no en este. Yo no haría eso.
    - Me quiero ir.
Nicholas suspiró resigando, cabizbajo, silbó y Zuzu apareció.
    - Vámonos Zuzu.
Ambas desaparecieron de nuevo, dejando a un Nicholas, roto de dolor, y al desaparecer ambas, en llanto.
Zuzu y Alaska aparecieron en el árbol de la elfina y Arwen. Alaska sonrió.
    - No querías ir tampoco con Violet, ¿verdad? -dijo Zuzu mirando fijamente a su persona.-
    - No la verdad es que quiero estar...
    - ¿Sola?
    - Antes sí. Ahora con que estés tú...
Zuzu volvió a llenar sus ojos de lágrimas tras esa frase de Alaska y se abalanzó como tantas veces había hecho, para abrazarla.
Pasaron varios días felices, Arwen no fue allí ni uno solo. Después de una semana Zuzu se sentó con Alaska y entonces...
    - Alaska Black. Tengo que decirla algo.
    - ¿Ha pasado algo?
    - Creo que estás siendo injusta con Nicholas.
    - ¿Tú...también?
    - Confía en mi, estoy más de tu lado que de nadie, pero confía en mi. El no fue Alaska, yo estaba con el, buscándote. No pudo ser el, en serio.
    - Éso dice el...
    - Todos lo dicen Alaska. El no pudo ser, no sólo porque estuvo conmigo si no porque te aprecia de verdad.
Alaska asintió, para ella misma, mientras Zuzu la miraba fijamente.
Al día siguiente Alaska se despertó de madrugada. Había tenido una pesadilla pero no la recordaba y tras dejar una nota, abandonó el árbol de Zuzu y Arwen.

   - ¡Tengo que hablar con usted!
Pero nada. Su voz resonaba en los pasillos de la vieja escuela, y por más que subiera y bajara, nadie respondía a sus llamadas.
    - ¡Director!
Volvió a bajar y a subir, ahora por las torres. Sólo sus pasos y sus gritos resonaban en el gran lugar.
    - ¡Nicholas!
Aporreaba puertas, abría otras... Nada.
Alaska gritó y sollozó desesperada, dejándose caer de rodillas frente a otra de las puertas en las que detrás no había nadie. Cerró los ojos y lloró. No supo cuánto tiempo.
Y entonces, tras un rato llorando y sin ver salidas, decidió que ya era hora de hacer algo. Bajó por la torre y volvió a atravesar los pasillos, salió por la gran puerta y se puso la capucha, atravesando el jardín.
Era casi de día cuando llegó a donde pensaba que tenía que ir, y aporreando la puerta, gritó:
   - ¡Violet! ¡Violet!
Ésta salió a los pocos minutos, mirándola, con una bata roja y una sonrisa, como siempre.
   - Que...
   - Vámonos por favor. Nicholas....
Violet corrió por la puerta dejando a Alaska ahí, viéndola correr por la casa, slair con el pantalón, meterse en la habitación, salir con otra ropa...
   - ¡Violet por favor!
Ésta salió corriendo abrochando la cremallera de su abrigo nuevo y largo. 
   - Nicholas no estaba.
   - ¿Qué...insinúas?
   - ¡Está en la casa de los Walker!
Violet retrocedió y se estremeció. Sus ojos se llenaron de lágrimas.
   - Después de todo lo que me contaste...
   - Sabes que si no quieres venir...
   - Sabes que siempre, Alaska,siempre  iría contigo.
Alaska, pestañeando varias veces, suspiró y fue hacia casa de los Walker, con Violet, a su lado.
Cuando faltaban un par de arboladas, Arwen se apareció delante de ellas, y Zuzu, junto a Alaska.
    - ¿¡Estáis locas cierto!?
    - Arwen...
    - Confirmo lo que Ozloc dijo una vez. Todos nosotros protegiéndote y tú...
    - ¡El director Nicholas no está!
Y entonces el elfo-duende, cambió su expresión y bajó la cabeza, como pensando. Zuzu se aferraba a Alaska y Violet miraba constantemente a todos los lados, temiéndose lo peor.
    - Vale... Seguidme.
Caminaron por valles y alguno le recordó a aquel, quemado, chamuscado, lleno de falta de vida. Subieron montañas, unas más altas que otras, pasaron riachuelos y otros tuvieron que atravesarlos a nado. Violet Alaska ya estaban agotadas cuando llegaron a un pequeño claro en el bosque, al pasarlo, vieron una pequeña cabaña entre un cúmulo de árboles. Desde fuera, se veía sucia, antigua y descuidada. Era de madera, de un tono oscuro y tenía un porche con unas sillas viejas y rotas. Arwen abrió la puerta. Chirrió. Alaska, Violet y los elfo-duendes entraron. Por dentro, la cabaña parecía abandonada. De una sola planta, con una gran sala redonda en medio, que era el comedor y a su alrededor puertas. El suelo estaba deteriorado y levantado, en algunas partes. Las paredes estaban parecidas. La casa estaba ordenada por partes y olía a humedad. Arwen hizo aparecer un fuego y ambos se sentaron alrededor.
    - Arwen...
    - Tranquilos. Ya estamos en el lugar. Sólo tenemos que esperar el momento...

AMNESIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora