Cuánto más avanzaban por la casa Walker, ésta se crecía más y de donde antes no había nada había una nueva puerta, con una habitación llena de puertas. Cada vez que abrían una, da igual cuál fuera, era todo exactamente igual. Una habitación con varias puertas. Alaska se dejo caer, de rodillas, al suelo, tapándose la cara con las manos, gimoteando y sollozando mientras Violet pedía ayuda desesperadamente pero sus gritos solo parecían oírlos ellas dos. Ambas respiraban constantemente, muy rápido, casi ahogándose y es que, notaban que el aire también empezaba a faltar y no entendían cómo era posible. Alaska se sentía como una vez, notaba como el corazón la iba tan rápido que pareciese que iba a parar en cualquier instante. Las voces chillaban en la mente de Alaska y ésta se retorcía en el suelo, con Violet agarrando su hombro intentando recomponerla, pero nada calmaba a Alaska. El tiempo no transcurría y, tras Violet lograr levantar a Alaska, ambas seguían corriendo, subiendo, bajando y atravesando los pasillos de la casa de los Walker que solamente aumentaba.
Y, tras entrar en una nueva sala, Alaska sintió como las voces no sólo llenaban su mente, también la habitación. Se sintió vacía de repente y volvió esa sensación de ahogarse que no sabía cuando, pero alguna vez lo había sentido. El corazón empezó a acelerarse aún más si es que era realmente posible. Y las voces llenaban ya casa entera aparte de su mente y aunque Alaska no paraba de repetirse que era imposible, que todo aquello había acabado, los gritos de Violet y su cara de terror hacían confundir a Alaska, que ya no sabía si todo era cosa suya o de nuevo, era real. Quiso llorar por un momento al pensar que nada había terminado, y cerró los ojos, como queriendo salir de allí, como deseando que éso no estuviera pasando. El humo ya había inundado la sala, la poca luz que había, se apagó y toda la casa quedó a oscuras.
Alaska y Violet se buscaban las miradas, pero entre tanta oscuridad apenas sus manos se encontraban.
- ¡Alaska no entiendo nada y ahora lo digo más en serio que nunca!
- Yo... Yo tampoco...
Ambas se buscaban en la oscuridad, pero seguían sin encontrarse. De repente, las luces se encendieron y había un montón de sombras negras extendidas ante sus ojos, flotando por la habitación alrededor de ambas.
Ellas, miraban, con los ojos a punto de salir de las órbitas, sin poder articular palabra y con lágrimas cayendo por sus mejillas. Apenas se miraron entre ellas, no bastaba ni una para saber el miedo que tenían ambas.
Junto a las voces, empezaron a resonar unos grandes estallidos y entonces una puerta se abrió lentamente, y ambas entonces, se miraron. No sabían si ir o no, si cruzar esa puerta las traería más desgracias de las que ya había o finalmente las llevaría a su salvación.
Las grandes sombras negras comenzaron a materializarse y de ellas salieron horribles gritos, Alaska sentía como la llenaban hasta el alma, Violet se tapaba los oídos y gritaba intentando que sus voces fuesen las que inundasen todo, pero las sombras entonces, ya completamente nítidas se acercaban lentamente a ellas, chillando aún y eso hizo que ambas, sin mirarse, salieran por la puerta, que se estaba cerrando, buscando una salida, sin pensar ya si sería mejor o peor, sabiendo que nada peor que estar con esos seres...La puerta se cerró cuando ambas ya estaban en la otra sala, también en completa oscuridad, pero está vez juntas, abrazadas y temblando del miedo. En la puerta de la que acababan de salir, algo la aporreaba fuertemente y los gritos aumentaban.
- Alaska...¿tú no tenías una varita?
- La dejé en casa...
Alaska rebuscaba y de la nada, la saco, levantando las cejas asombrada, pensando que realmente esa vez no la llevaba consigo.
La levantó y de pronto la habitación se llenó de una luz tenue.
- ¡Bien Alaska! ¡Bien!
- No celebres, todavía estamos aquí...
Alaska seguía con su varita, apuntando, miraba hacia todas partes y entonces fue cuando se percató de que ésa habitación no era como las demás. No tenía ninguna puerta, ni un mueble o ventana.
- Alaska... -parecía que Violet acababa de darse cuenta de lo mismo, porque miraba la habitación en busca de algo, tal como hacía Alaska.-
- Ya... Ya. Pensemos, Violet.
Pero no las dio tiempo, el suelo empezó a descender, como si fuese un ascensor como aquella vez el hueco de la casa Black lo había hecho. Ambas cayeron y con dificultad y a gatas fueron yendo donde estaba la otra para volver a estar juntas mientras el suelo de la habitación caía y caía con ellas sobre él, que simplemente miraban cada lugar que dejaban atrás.
De pronto había un bosque, como una habitación de las de antes, llenas de puertas, de pronto un río, una playa...
Algunos lugares hacían estremecer a ambas y le apareció un camino eterno hasta que, dando un golpe brusco, el suelo paró. Ambas se miraron y volvieron a observar el lugar donde ahora estaban. Era un bosque, oscuro, con un cielo aún más oscuro y lleno de niebla, que se iba esparciendo alrededor de Alaska y Violet y también deslizándose por los árboles, que eran muchísimos más altos incluso que el gran árbol.
Continuaron su camino, avanzando por el bosque, uniéndose a la espesura de éste y a la de la niebla. Violet seguía temblando y Alaska sabía que, aunque hacía bastante frío, temblaba de miedo.
De vez en cuando, una rama crujía y caía cerca de Alaska, haciéndola saltar y a Violet estremecer. Ambas miraban cada lado y a sus espaldas, buscando algo que provocase unos pasos que entonces se empezaron a escuchar, sin embargo no había nadie.
Alaska sintió verdadero terror, como hace un rato, cuando estaban en la casa y volviendo a sentir que realmente todo aquello no había acabado. Violet estaba temblorosa y encogida.
Y entonces la cabeza de Alaska se llenó con esas voces que tantas veces había escuchado y que también, en la casa Walker había vuelto a presenciar. Y de pronto la espesa niebla fue transformándose en humo negro que iba cobrando la misma forma que en la habitación. Ambas corrieron, sorteando ramas y árboles que iban apareciendo de la nada y ambas, a centímetros de chocar, tenían que desviar su camino, aún más asustadas y agotadas que antes.
Cuando alguna vez Alaska se hubo dado la vuelta, ese humo ya estaba completamente materializado y las perseguía, chillando y hablando de vez en cuando en un idioma incomprensible.
Alaska y Violet gritaban y corrían, evitaban caer con algunas enredaderas que Alaska se acordó de los túneles y cada vez que veía una aproximarae a alguna de las dos, Alaska blandia su varita y apuntaba a cada enredadera, haciéndolas retorcerse, brillar y después perder su color y luz, y caer a la hierba.
Los árboles crecían y seguían apareciendo, las sombras también aumentaban y se estaban dispersando por el bosque mientras ellas intentaban sortear varios tipos de trampas y dificultades más que empezaron a aparecer en el camino.
El bosque se iba oscuriendo aún más y mirando al cielo Alaska comprobó que éste estaba completamente tapado y cubierto de árboles, paró en seco y miró a su amiga:
- ¡Violet! ¡Creo que estamos todavía en la casa de los Walker!
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AMNESIA
Fantasy"- Te vas a llamar Alaska, pero vas a seguir conservando tu apellido, que es Black. De momento no podemos decirte más, pequeña.-"