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Cuando hubo terminado, era pasada la medianoche y Alaska salía encorvada del cobertizo. Se dirigía a la casa, sin mirar nada más que el suelo y no dejaba de suspirar todavía, pensando que ella solamente salía a cenar...
Los señores Walker ya no estaban en el sofá pero los ronquidos de Christian retumbaban en todas las paredes de la casa. Alaska atravesó de puntillas el comedor y los pasillos hasta llegar a su habitación la cual abrió y cerró con más cuidado que nunca. Cuando cerró tras ella y fue a elegir un nuevo libro para otra de sus lecturas, vio que había alguien ya allí, sentado en su cama.
- ¿Ho...la?
Alaska susurró y su voz se rompía mientras la forzaba.
- ¡Señorita Black menos mal!
Zuzu chillaba al hablar con su estridente voz y daba saltos agarrando las manos de Alaska.
- Baja la voz Zuzu... No... Para.
Zuzu saltaba ahora en la cama, bailando y gritando todavía.
- Por favor para... - Alaska seguía susurrando, no podía evitar la imagen de sus tios entrando furiosos por la habitación y viendo tal panorama.
- Puedo...meterme en...más líos...
Alaska ya sollozaba sin saber cómo calmar a Zuzu que, al verla llorar, terminó su fiesta de inmediato, sentándose junto a Alaska y abrazándose a ella.
- Lo siento mucho señorita Black... Me he emocionado al verla... No esperaba encontrarla...bien.
Su última palabra rompió la voz de la elfina-duende y sus ojos brillaban como nunca, mirándola a Alaska, sin parpadear.
- Tenemos que hablar así, bajito.
Alaska seguía susurrando y aún más para que la elfina lo entendiese.
- Solamente quería decirte, señorita Black, que me alegro muchísimo de que esté bien, viva y...aquí.
- ¿Por qué no iba a estarlo?
- Bueno ya se sabe que en el día 14 de octubre, su cumpleaños, coincide con la fecha del aniversario de muerte de sus padres y ése día iban a intentar poor todos los medios y todos los tipos de seres o personas...encontrarla.
- ¿Qué es eso de... Se sabe? ¿Y porque sabes todo eso, Zuzu? ¿Por qué ahora?
- Creía que ya lo sabía señorita...
- ¿Quién venía?
- No lo sé señorita Black. Solamente éso, que alguien quería capturarla desde entonces y que iba a utilizar todos los métodos, personas y cualquier tipo de ser que encontró a su alcance todo éste tiempo. Iban a emplear maldiciones contra gente normal por si la veían a usted por las calles, a encantar objetos y personas allegadas a ti Alaska...
- Zuzu, escúchame, ésa noche encontré una nota, estaba firmada con el nombre de mis padres. Me decían que no me fiase de nadie ésa noche, que me buscase un lugar seguro por mi cuenta.
- Alaska tus padres...
En ése momento se escuchó un golpe en el armario y Alaska, al ver a Arwen acompañado de Ozloc empezó a agitar las manos y a perseguir a los tres elfo-duendes que corrían, gritaban y saltaban por la habitación tirando varias cosas que encontraban a su paso.
- Zuzu vámonos.
- Sólo a ti....se te ocurriría.
En cuanto ambos se abalanzaron sobre Zuzu después de un rato dando vueltas detrás de ella y ésta caía al suelo con Ozloc y Arwen encima de su espalda, los tres desaparecieron, sin decir nada más.
Alaska miraba con ímpetu la puerta,sentía constantemente que iban a entrar Sam y Christian por la puerta, o simplemente que la tiraría abajo de una patada y después a Alaska por la puerta, haciéndola dormir en la calle o en el cobertizo. Pero estos, no abrían ni derribaban la puerta y los ronquidos del señor Walker seguían sonoramente en la habitación de ambos, mientras Alaska sentía retumbar las paredes de vez en cuando. Estaba agitada y jadeante y ya no la apetecía nada más que descansar.
Mañana ya era fin de semana y no tenía clase, y menos mal, porque no habría podido moverse de la cama. Ya tenía todos los trabajos listos y no tenía que preocuparse de nada en el puente.
Durmió sin el canto de los pájaros.
De nuevo, tuvo que volver a imaginarlo.

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