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Alaska se quedó ahí, sola, sin saber qué hacer. Sentía que cuanto más creía saber... Alguien sabía más pero no acababa de contarlo.
Siguió ahí, sentada, agazapada y abrazándose las rodillas. Miraba al suelo, recordando cada palabra de Ozloc, intentando entenderlo todo.
Unas manos tocaron sus hombros:
  - Sabía que estarías aquí. Bueno, no estabas en casa.
Alaska, que esas palabras ya las había oído hace poco, gruñó y la miró.
  - Ha venido Ozloc...
Violet la miró, funció el ceño y se sentó a su lado. Alaska la relató cada palabra del elfo-duende y Violet como siempre la escuchó hasta el final, mirando expectante y poniendo varias caras.
  - Que extraño es todo Alaska. Ojalá pronto llegue el momento de que la piedra te revele todo.
  - Éso es otra cosa que no entiendo, ¿que va a revelarme la piedra?
  - Alaska todo se sabrá en el momento...
  - Pareces todos ellos.
Y se levantó y se alejó todo lo que pudo. Pero no volvió a casa. Siguió el lago hasta que lo perdió de vista, siguió caminando, subiendo montañas, bajando pendientes y cruzando bosques sin mirar atrás. No quería saber nada de nadie. Todos decían que esperase, que aún no era el momento, pero nadie se ponía en su situación. En que tenía dieciséis años y sólo recordaba diez de esos años y seis los tenía más que olvidados... Era una laguna. Realmente sentía que nació con seis años. Que en ése intante era cuando su vida real había empezado, con seis años, abriendo los ojos por primera vez en la habitación de los Walker, los dos primeros años en los que la cuidaron sin decirla como se llamaba hasta que les apeteció, cuando les dijo que se llamaba Alaska...  y era en estos momentos en los que Alaska se creía el coma del que habla Samantha Walker. Creía que había tenido que haber pasado algo para sentir que no había vivido todos los años que tenía. Y no entendía cómo pero la había pasado a ella y años después, viva, recordando lo que hizo el día anterior, seguía sin saberlo y seguía sintiendo que necesitaba parte de ese pasado, que quería entender éso que no sentía ni que vivió, y que, aunque muchos le dijeran que para avanzar solo hacía falta el presente a ella la estaba llamando el pasado y no podía responder.

AMNESIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora