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En el primer tramo no parecía haber problemas pero conforme iban avanzando, las pisadas en el suelo y las enredaderas moviéndose fueron más visibles. Una salía del techo del túnel y si no fuese porque Alaska blandió su varita, la enredadera habría atrapado a el elfo-duende. Ambos continuaron, peleándose con varias ramas que salían de diferentes lugares, todas a la vez, lo que hacía que corriesen y lanzasen hechizos a cada una de las que estaban más cerca. Por momentos, las del suelo parecian absorver a ambos sin tocarlos tan siquiera, pero luego estos se libraban y continuaban corriendo.
    - ¿¡Cómo encontraremos a Violet, Ozloc, cuál es el plan!?
    - Tu corre Alaska y cuando veas la pared de las escaleras, lánzate hacia ella. No temas y confía en mi.
Continuaron corriendo otro rato más hasta al fin ver de lejos las escaleras.
Esta vez el camino se agrandó de verdad y las voces empezaron a retumbar de nuevo, ésta vez, también en la mente de Alaska. Siguió corriendo apretando los puños y su nueva varita temporal en ellos y delante de Ozloc, lo miró antes de llegar a las escalerad el le volvió a decir "¡lánzate!" Y así lo hizo Alaska.
Cuando, atravesó la pared, por lo que parecía, con Ozloc ya ahí, se encontraba en lugar mucho más sombrío que el camino de las enredaderas y que los túneles.
    - Esto antes no era así... Era tan bonito y diferente Alaska, tenías que haberlo visto. Ése lago roñoso, antes era cristalina y por ahí -dijo señalando una pequeña montaña llena de árboles-, bajaban a beber los unicornios. Ahora... En fin. No hay más que verlo para saber que efectivamente han pasado por aquí. Era mi hogar, ¿sabes? Aquí me crió mi familia y desde hace años esto es propiedad de ellos.
Alaska sintió pena de Ozloc y de aquel lugar.
   - ¿Y tu familia?
   - También se los llevaron.
   - ¿¡Y por qué íbamos a encontrar a Violet!?
   - Porque ellos no la quieren a ella Alaska, ellos naturalmente te quieren a ti, como ya te explicamos. Sigamos, será lo mejor. Esto es muy extenso y creo que puede estar en tres sitios de aquí. Y el primero no está tan lejos.
Alaska le miró confundida y éste empezó a andar. Ozloc, miraba el lago y buscaba algo en el, apuntó con su varita varias veces y en varios puntos hasta que, en uno de ellos aparecieron unas piedras.
    - Por aquí Alaska, rápido.
Cruzaron las piedras y Alaska vio como estás tras pasar ella, se desvanecían.
Ozloc miraba un hueco en el suelo detenidamente, y saltaba encima, como si fuese una trampilla y estuviera intentando abrirla. No se abrió.
    - Aquí no está Alaska. Vamos al segundo lugar.
Estuvieron caminando un rato bastante largo y Alaska estaba sudada y jadeaba continuadamente. Sentía ahogarse, pero no se iba a rendir, no iba a parar.
Tras varios riachuelos y bosques, Ozloc señaló un árbol al final de la arbolada.
    - Debería... Quizá...
Ozloc rodeó el árbol varias veces, ticando con su varita y mirando hacia las extensas ramas.
De pronto, unas voces, ya familiares para ellos, volvieron a rodear el lugar. Entonces Ozloc abrió mucho los ojos y exclamó, a su vez intentando susurrar:
     - ¡Tiene que ser aquí! Ahora no saben que estás, no saben quien eres ni que estamos aquí. Tiene que ser éste el lugar.
Y entonces, como si unas manos salieran del árbol, algo les empujó dentro.

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