Estaba en su habitación, ya era por la tarde y Alaska empezaba a sentirlo todo muy monótono. Sentía que la faltaban tantas cosas... Estaba tirada mirando el techo de su habitación, imaginandose el de la cabaña cuando algo volvió a brillar en el cajón. Esta vez no había ninguna duda, lo había visto a su lado. Miró a la puerta, comprobando que estaba bien cerrada y abrió apresuradamente el cajón. Ya no brillaba. El colgante estaba al fondo y no donde lo había dejado pero no parecía que hubiese nada fuera de lo normal. Volviendo a cerrar el cajón éste se cayó, a punto de dar en el pie de Alaska y la señora Walker gritó asustada.
- Estoy bien, se me ha caído un cajón al ordenarlo.
Cuando estaba agachada, a punto de ponerlo todo en su sitio, vio pegado a la pared de cajón, al final un papel y lo cogió.
Sólo había una frase:
"Mantén con vida a Alaska."
No entendía nada, no comprendía a qué venía todo eso. Y un golpe metálico sonó. El colgante había caído y cuando lo cogió quemaba como en aquel lugar o incluso mucho más.- Alaska está aquí Violet, abre.
Violet entró, con el pelo y el abrigo mojados y cerró la puerta.
- Estaba lloviendo mucho pero quería venir a verte. ¿Qué es eso?
Alaska la tendió la nota y ésta, no la cogió si no que profirió un grito para luego taparse las manos.
- Niñas que pasa... Nos vamos a la ciudad.
- Alaska me ha asustado señora Walker.
Y no mentía, exactamente su expresión era de pánico.
Oyeron la puerta de la entrada abrir y cerrarse y concluyeron que los señores Walker se habían marchado.
- ¡Alaska, tu mano!
- Ya lo sé, sigue...quemada.
- ¡NO! ¡Mírala!
En la palma de la mano de Alaska estaba sin tinta: WLT
- Ahora entiendo menos Violet.
- Son siglas, ¡está claro!
- No tanto...Las letras no desaparecieron de la palma de Alaska hasta pasados cuatro días. A ratos le había ardido y otros era como si no estuviera.
Cuando ya no estaban también le quemaba la mano, sin motivo y de repente. No volvió a coger el colgante ni las veces que salió de casa y tampoco abrió el cajón donde éste se encontraba.
En más de una semana comenzarían las clases y Alaska no tenía ninguna gana de ése momento. Estaba agotada de buscar sin encontrar, sólo hallándose en problemas. Había averiguado cosas que al parecer no la servían, no completaban su puzzle y ella seguía sin recordar ni entender absolutamente nada.
Había pasado un tiempo desde su cumpleaños y ya se sentía segura para volver, pero esa vez no se llevó el colgante. No se llevó nada y ni tan siquiera avisó a Violet para que la acompañase. De nuevo sintió que tenía que ir sola y hacer lo que tuviese que hacer sola. Afrontar todo sola.
Llegó antes de lo esperado y sintió que el camino se había acortado. El lugar estaba tal y como lo dejó la ultima vez.
Y ella se sentía igual que siempre.
Decidió no sentarse en el hueco, simplemente se quedó en el de pie, recorriendo la forma de la antigua casa.
La marca también estaba como siempre, pero Alaska se fijó que cuantas más vueltas daba alrededor, más se marcaba ésta. Dio más y más y más pero lo único que logró es que la marca de la casa pareciese arder. No se escuchaba nada, ni tan siquiera el fuerte viento que parecía no mover ni los árboles.
Decidió avanzar y adentrarse en el bosque, pese a que sabía lo que pasaría, sentía que esta vez estaría a salvo.
No la estaban buscando, se decía constantemente mientras avanzaba por el bosque, mirando a todos los lados y esquivaba algunas zarzas y se pinchaba con otras. No parecía ocurrir nada. El árbol viejo estaba allí. Un rayo lo alumbraba solo a él en medio del claro.
No se acercó porque temió acabar abajo, donde estaban las enredaderas y sin saber como volvió a caer y ya se estaba imaginando colgaba boca abajo en una de ellas. Pero cuando su cuerpo tocó bruscamente el suelo se dió cuenta de que no estaba donde las enredaderas. Había bajado de nuevo porque había sentido la misma sensación que la otra vez, pero no estaba allí. Se encontraba aparentemente en una cueva pero esta, en sus paredes, techo y suelo estaban recubiertas de plantas de todo tipo, pequeñas enredaderas pero eran diferentes a las de la otra vez, tenian flores amarillas y naranjas y Alaska presentía que tenía que pasar por ahí, por aquel tipo de cueva o de tunel.
Conforme iba avanzando, notaba como las plantas se movían y se cambiaban de forma y de posición haciendo pequeños ruidos como si se rasgase papel. Alaska se asustaba y se giraba en posición de ataque, pero luego veía que era en vano y era una planta que parecía diferente a hace un segundo o una enredadera que parecía a punto de engancharle el pie...
Pero ella continuó sin mirar atrás intentando mirar solamente al suelo porque cuanto mas avanzaba más oscuro estaba el lugar y más ruidos se escuchaban. Se imaginaba a todas las plantas del lugar moviéndose mientras ella avanzaba asustada pero decidida.
Y por un momento simplemente corrió, levantando mucho los pies, mirando a todos los sitios... Y el túnel se dividió en dos. Alaska estuvo un rato meditandolo. El lado derecho parecía más cuidado que el izquierdo y sin embargo cuando tiró una piedra dentro del primero, pareciese que alguien corría a toda velocidad.
Tomó el tunel izquierdo. Se parecía bastante al que ya había atravesado pero al parecee tenía más eco y todo se escuchaba aún más. Sentía las plantas moverse en su nuca y su cuerpo se llenaba constantemente de escalofríos.
Volvió a correr y cuando estaba a punto de llegar al final, vio una figura pequeña cuya sombra era enorme, que avanzaba malamente y cojeando demasiado hacia ella. Frenó en seco y no supo qué hacer. Detrás de ella algo corría. Se quedó fría como el hielo sin saber si avanzar o retrocer, sin saber realmente cuál sería la mejor opción.
- ¿Black? ¿Alaska Black?
Su voz era conocida pero no sabía qué responder.
- Soy Arwen.
Alaska avanzó hasta el.
- No deberías estar aquí sola.
- Me he vuelto a caer...
- Como con las enredaderas.
- Pero pensé que acabaría allí.
- Hay más sitios aquí abajo, Alaska. Ven conmigo, yo te sacaré de aquí.
Arwen continuó junto a Alaska y acabado el túnel, tenían que elegir de nuevo que camino tomar. Esta vez había tres tuneles, pero Arwen ya sabía por cual ir y entraron por el que estaba en medio. Era más aterrador que el anterior y allí las plantas eran mucho más altas. Le llegaban hasta las rodillas a Alaska que peleaba con algunas que intentaban engancharse.
- Ten cuidado. Son las más pequeñas las que más te llevan al fondo...
- ¿Qué significa eso de que te llevan?
- Te arrastran, Alaska y vete tu a saber hacia donde, ve con mucho cuidado.
Ahora tenía más miedo que antes y levantaba las piernas tanto como podía.
Pasaron mas túneles. Cuanto más avanzaban más opciones para elegir había.
- Éste es el tramo final.
Había diez tuneles extendidos ante ellos y afortunadamente Arwen, también sabía cuál tomar.
- Ahora solamente tenemos que subir por esas escaleras y estarás en el bosque de la tercera montaña.
Al ver la cara de confusión de Alaska aclaró:
- La tercera montaña está escondida en la montaña grande Alaska, esa por la que pasas al venir hasta la antigua casa de tus padres. Hay tres montañas dentro de la grande, es la tercera donde aparecerás. Yo te acompañaré,¿vale?
Alaska asintió y ambos subieron las escaleras y en efecto, estaban en un bosque. Arwen la acompañó hasta que Alaska entendió que solo tenía que subir por un lado y llegaría a lo alto de la gran montaña pudiendo volver así, a casa.
Se despidió del elfo-duende y siguieron ambos sus respectivos caminos aunque, como pasó con Zuzu, cuando Alaska se dió la vuelta, Arwen ya no estaba.
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AMNESIA
Fantasy"- Te vas a llamar Alaska, pero vas a seguir conservando tu apellido, que es Black. De momento no podemos decirte más, pequeña.-"