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La estancia en casa del elfo estaba resultando bastante agradable. A la hora de la cena, en la mesa empezaron a aparecer platos, ollas y cazuelas huemantes, servilletas y cubiertos.
Cuando se sentaron en las mesas ya estaba toda la comida servida. Degustaron una deliciosa sopa de cebolla y después carne asada que estaba de lujo y de postre tarta de queso que también estaba increíble. Cuando estaban levantándose de las sillas, vieron como los platos se limpiaban, las cazuelas se vaciaban y también quedaban relucientes y todo iba desapareciendo. Ambas se miraron, fascianadas y buscaron donde dormir.
La noche pasó rápida y durmieron de lujo. La única vez que había dormido así a parte de aquella vez, fue en la escuela.
En la mesa donde anoche cenaron, ya estaba listo el desayuno y al acabar y observar de nuevo como la mesa se vaciaba, apareció Ozloc.
   - Ya está todo listo señoritas.
   - ¡Ha sido fantástico!
   - Me alegro señorita Young. Seguidme.
Aparecieron los tres, de nuevo, en la montaña alta, pero bajando por el lado contrario al lago y a la antigua casa. Cuando se hubieron despedido de Violet y esta continuó su camino, el elfo-duende susurró, pegándose más a Alaska.
    - Señorita Black. Cuando el peligro pase, usted y yo iremos allí.
Y no dijo mada más, acompañó a Alaska hasta la gran puerta del jardín de la casa de los Walker y desapareció tras dedicarla una gran sonrisa.

No había nadie en la casa, y Alaska empezaba a acostumbrarse a estar sola. A que se fueran sin avisar y, a que no la dijeran nada, en general. No era consciente de la hora y sencillamente se metió en su habitación a leer. Cuando se terminó otro libro, decidió dormir, directamente.
Unos pasos y unas voces la despertaron, pero estaba tan segura de que era un sueño que ni tan siquiera abrió los ojos e intentó volver a conciliar el sueño, hasta que unas manos frías empezaron a zarandearla y a chillar su nombre.
Alaska abrió los ojos y pudo ver a Arwen agitando su cuerpo todavía, hasta que vio los ojos de ésta mirarle.
   - Violet...peligro...
   - ¡Violet está en peligro!- La cabeza de Zuzu asomaba entonces junto a la de Arwen, igual de preocupada que él.
Alaska saltó de la cama y solamente se puso un gran abrigo, agarrando a los elfo-duendes y arrastrándose con ellos por la cocina, hasta la puerta de entrada.
    - ¿Qué ha pasado?
    - Violet debía estar sola en casa, entonces escuchó voces y pensó que eran sus padres pero...no había nadie.
    - Tenemos que ir a su casa Arwen, Zuzu... ¡Ahora!
    - Ya no está allí señorita Black - Arwen apareció junto a Alaska en ése momento, y pudo ver que ya no cojeaba y tenía buen aspecto- se la han llevado.
    - ¿Cómo encontrarla entonces?
A Alaska la saltaban las lágrimas de los ojos y cuanto más intentaba frenarlas, más salían.
    - Creemos que...sabemos donde. Pero es muy peligroso señorita Black y no hay espacio para tanta gente. Como mucho tú y...
    - Yo iré con ella.
Ozloc se aventuró, antes que nadie.
    - Pero Ozloc...
    - Son órdenes del señor.
Arwen y Zuzu asistieron repetidas veces y tras despedir a Alaska y desearles buena suerte, desaparecieron.
    - Bueno, vamos allá....
Ozloc agarró a Alaska y de nuevo sintió que la tierra absorbía sus cuerpos. Cuando vió donde se hallaban, el lugar le resultó familiar...
     - Pero Ozloc esto... Son las enredaderas.
     - En efecto, Alaska... Pero ahora ya no será tan sencillo como antes. Han pasado por aquí y estoy seguro de que hay más magia oscura que enredaderas.
     - Ozloc... ¿La encontraremos...?
     - Eso espero Alaska, aunque... Esto va a ser más difícil de lo que yo mismo creo, incluso.

AMNESIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora