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- ¡Alaska Black! Estaba preocupada.
Y fue entonces cuando se giró y retrocedió todo lo que pudo. La señora Walker la miraba y entonces su sombra se desvaneció y apareció Christian Walker que empezó a correr hacia Alaska, desapareciendo a pocos centímetros de ella.
- ¡Alaska! ¡Alaska!
El director Nicholas corría hacia ella, con una varita en mano, mirándola preocupado.
- ¡Alaska! - volvió a repetir cuando estuvo junto a ella. - ¿Estás bien? ¡¿Qué te ha pasado ahí dentro?!
Alaska procedió, temblorosa, a contarle toda la historia a Nicholas, relatando cada sala, el fuego, el agua y los dragones.
- Alaska no fuiste a la casa Black.
- Si fui. Recorrí el río y la montaña y el lago. La marca de la casa estaba ahí, me senté en medio como siempre hago.
- Alaska... Esto es más complicado de lo que crees. Fuiste a la casa Black, pero no. El caso es que ésta se transformó en la de los Walker. También forma parte de su embrujo. Tenían todo previsto, sabían que iba a pasar, que hacer hasta cuando ellos ya no estuvieran presentes.
- Los acabo...de ver.
- Yo también los he visto Alaska.
- La señora Walker...
- Ella estaba ahí para protegerte. Igual que Tiki , el dragón con el que empezó tu rescate. Menos mal que era un viejo amigo...
- ¿Tiki?
- Un dragón con destellos verdes y azules. El caso es que entraste en casa de los Walker Alaska y todo seguramente hayan sido pruebas como bien me has contado. No sé cómo has salido, no sé cómo lo has hecho pero me alegro mucho de que tampoco hayan podido contigo.
- ¿Cómo...?
- Al otro Black. Casi acaban con el hace cuatro días. Unos gigantes y dragones se encontraban esperándolo, sabían dónde estaba y había estado siguiéndole mucho tiempo. Peleó con ellos y venció aunque acabó malherido pero ya ni se le nota.
- ¿Hace cuatro....días?
- Alaska, has estado en ésa casa casi una semana. Han pasado muchas cosas desde...entonces. Tengo todavía mucho que decirte y cosas bastante importantes, sin embargo creo que ahora hay alguien que te necesita más que yo, y ésa es Violet.
- ¡¿Violet está bien,que ha pasado?!
- Calma Alaska. Ella sí. Te acabo de decir que al último Black casi lo pillan hace cuatro días, ¿verdad? Nosotros estábamos por la zona. Te estábamos buscando, naturalmente.
- ¿Quiénes?
- Entiendo tu impaciencia pero si me interrumpes...- no lo decía con enfado, al contrario, sonreía a Alaska constantemente- El caso es que... Oliver, el padre de Violet, su esposa Alice y yo te buscábamos con bastante desesperación aquella noche. Habíamos ido a todos los lugares en los que podías estar y mientras Zuzu y... Arwen buscaban en el bosque cada día y cada noche, nosotros estábamos por los demás sitios. Vimos a un hombre que estaba en peligro y lo ayudamos y defendimos como pudimos. Era el último Black. Gigantes y dragones le golpeaban y arremetían con fuerza contra él, que solamente contaba con su fuerza y una varita vieja y roída. Lamentablemente, aunque los dragones se marcharon , algunos gigantes cayeron y otros seguían en pie. Volvieron a atacar al último Black y fuimos a por el. El...padre de Violet distraía a otros dos cuando... Se fue. Una bocanada de fuego, se lo llevó. Fue visto y no visto.
- ¿¡Dónde está Violet!?
- Tienes que descansar.
- Usted mismo ha dicho que había cosas importantes pero que ahora Violet me necesitaba. ¿Dónde está?
- Ven conmigo.
Alaska agarró su brazo y volvió a ser absorbida hasta acabar en la torre, ante una Violet llorosa, abrazada a una Alice Young rota de dolor y que sin embargo al verla, ambas saltaron de su asiento y corrieron hacia Alaska.
- ¡Alaska!
- Lo...siento mucho.
Las tres se fundieron en un abrazo envuelto en emociones. Lloraban de felicidad y sonreían porque Alaska estaba bien, estaba viva y porque al fin Violet y Alaska estaban unidas, pero lloraban también la pérdida de Oliver.
Alaska se sentía aún peor, sabiendo que no sólo había involucrado gente inocente si no que uno de ellos además había perdido su vida por un Black.
A su alrededor todo eran sollozos y a ratos conversaciones banales sin embargo Alaska solo podía escuchar su propia mente, atormentando todo su ser.

No supo cuando pero debió quedarse dormida porque dejó de oír y de sentir hasta que unas frías manos la tocaban el hombro. Violet, sonriente pero ojerosa y con los ojos rojos e irritados la miraba.
- Creo que tienes mucho que contarme.
Alaska asintió sonriente y se incorporó pensando en por donde empezar.
Cuando le hubo contado todo, Violet estaba más pálida y rígida que nunca, se frotaba los brazos y tenía los ojos abiertos como dos platos y llorosos.
En ese momento entro Nicholas.
- Oh, lo siento. Me voy.
- Director Nicholas. ¿Por qué no se ha podido empezar con la casa?
Éste miró a Alaska sorprendido claramente por su pregunta y antes de constestar suspiró varias veces.
- Solo sabemos que cada vez que hay algo hecho... Al día siguiente ya no está.
- ¿Desaparece?
- Creemos que tiene que ver con los Walker.
- ¿Creemos..?
- En verdad fue una hipótesis de... De Ozloc.
La voz se le rompió al hombre que de pronto parecía más pequeño y débil que nunca. Y entonces Alaska se fijó en que, seguía siendo un hombre grande, pero sus arrugas empezaban a notarse en su cara y su pelo ya era cano. También lo sentía por el. La había ayudado tanto... Fue el primero que no tuvo tapujos de hablar con ella, de dejar que preguntase.
- Lo siento Nicholas... No quería...
- En Harry Potter hay una parte que dice "recibió a la muerte como una vieja amiga", ¿te acuerdas Alaska?
Ésta asintió repetidamente, emocionada porque ahora admiraba tanto la saga como el director.
- Pues Ozloc fue más o menos así.
Y se marchó, tras una sonrisa que escondía añoranza, dejando a las chicas de nuevo solas.

Durante varias semanas Alaska y Violet no se separaron y el tiempo pasaba más deprisa de lo que ambas creían. El director estuvo leyendo con ellas y las enseñó varias cosas. Una mañana se presentó con una caja.
- Violet. Hoy me dirijo especialmente a ti. Tú no procedes de sangre mágica, sin embargo... Me temo que vamos a necesitarte. Y creo que ésto puede servirte de ayuda. Alaska te ayudará.
Guiñó un ojo a ésta última y abandonó la habitación.
Violet miraba sorprendida a Alaska, rasgaba el envoltorio con nerviosismo y un intento de rapidez y abría la caja.
Era una varita, del mismo tamaño que la de Alaska, de un tono parecido al marrón, sin embargo cualquiera diría que era casi rojo. Violet no la sacó de la caja. La miró con entusiasmo y un poco de miedo. Alaska se rio entonces y sacó su varita.
- Si no la coges no voy a poder...
- Alaska pero yo no soy... No tengo...
- Ya has oído al director.
- Bueno, a ver...
Violet, temblorosa, agarró su nueva varita y miró a Alaska de constante imitando alguno de los movimientos que ella hacía,y decidieron que durante dos semanas practicarían una hora y media.
Y así lo hicieron. La magia de Violet no era tan fuerte como la de Alaska y sin embargo funcionaba. El director Nicholas también se unió a las clases y fue de tanta ayuda que a la tercera semana Violet ya estaba preparada y además Alaska había aprendido otras cosas nuevas. El director nunca llegó a decir porque se entrenaban, porque Violet igual servía de ayuda, pero ellas tampoco preguntaron. Estaban encantadas de pasar tiempo con ese hombre que sabía de todo y tanto que las llenaba de vida y alegría porque además era muy divertido, faceta que Alaska ya había visto alguna vez pero ahora era más notable.
Ese verano se estaba acabando tan pronto como habia comenzado y Alaska y Violet una tarde caminaban por el bosque en busca de Zuzu. Hacía mucho tiempo que no la veían y el director dijo que la última vez patrullaba por los bosques buscandonos. Alaska creía que también buscaba algo sospechoso.
Tan pronto como últimamente se les pasaba la vida, llegaron al primer bosque. No había nada ni nadie y cuando llegaron al bosque del árbol de Arwen y Zuzu, y gracias a las varitas pudieron entrar vieron que en él, tampoco había nadie, empezaron a quedarse sin sitios y sólo se les ocurría el bosque que había tras la casa Black. Sin embargo tenían tanto miedo de que de nuevo aquel lugar se transoformase en la casa Walker que desecharon la idea al segundo de proponerla. Siguieron andando y al rato algo se movía entre unas zarzas.
- ¿Zuzu?
Guiada por una valentía y un instinto imparable Alaska se agachó ante la zarza que empezó a agitarse hasta dejar al descubierto a una Zuzu con ceño, pero que al ver a Alaska, sonrió al instante.
- ¡Mi Alaska Black!
Se abrazó a ella más rápido que nunca y estuvo ahí un largo rato entre llorando y riendo, escondiendo la cabeza en Alaska.

Zuzu, Violet y Alaska caminaban por el bosque. Alaska estaba alerta pero Violet y Zuzu no, y seguían su camino observando flores y frutos de algunos árboles. Atravesaron varios bosques mientras le iban contando los detalles de lo ocurrido a Zuzu y acabaron en la escuela. Las tres entraron y el director Nicholas las estaba esperando con chocolate caliente , pan recién hecho y una gran sonrisa en los labios.

AMNESIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora