La mañana siguiente Zuzu seguía abarazada a Alaska y las despertaron Nicholas y Violet con una bandeja enorme cada uno con el desayuno.
- Hemos visto que pasaba el tiempo y no dabais señales así que aquí está vuestro desayuno.
Nicholas sonreía como siempre tendiendo una de las bandejas a Alaska.
- Quiero hablar después contigo, Alaska, y por supuesto, cuando termines de desayunar.
El desayuno era como el de todos los días y al acabar Alaska y Nicholas bajaron por las escaleras y se encontraron subiendo otras de una de las torres. El director miraba a Alaska constantemente buscando algo en ella que quizá sus palabras no decían.
- ¿Qué tal estás Alaska?
- Bien, director.
- Ya sabes a lo que me refiero...
- Fue duro, pero pude con ello. Al oírlo fue como....impactante, sin embargo me acordé de todo lo que yo le dije sobre Ozloc, y... Tenía razón. Quizá no lo haya comprendido del todo, pero... Algo sí.
- Tus padres estaban muy orgullosos de ti, Alaska. Más de lo que imaginas.
- Eran muy inteligentes. Montar...todo ésto.
Alaska y Nicholas se miraron, y se rieron, ambos con añoranza, recordando a sus seres más queridos y perdidos.Los días y las noches, volaban. Pareciese que alguien estuviera jugando con el tiempo constantemente, a su antojo.
Una noche, en concreto, Alaska estaba teniendo una horrible y vívida pesadilla. Se retorcía y estremecía bajo sus sábanas. Gritaba, en silencio. En su mente y oídos tronaban voces y gritos, estruendos. Y entonces despertó, sudorosa, con unas sábanas igual de empapadas que ella. En la habitación no entraba ni un pequeño rayo de luz. Debían ser las tantas de la madrugada, pero sin llegar a amanecer. Alaska necesitaba agua, llenarse la cara y la nuca con toda ella y, taciturna bajó las escaleras de la torre. Las escaleras, de caracol, no cesaban, Alaska sentía que ésto no era normal, que no era así pero estaba demasiado dormida y agitada aún por la pesadilla y siguió bajando. No supo cuanto estuvo bajando y empezó a notar un horrible frío que sin embargo no la hacía temblar, más bien encogerse porque le helaba el alma. Vio imágenes horribles de bestias inmundas acechandola, de monstruos que, de la nada, aparecían y corrían a ella, furiosos, veloces. Escuchó la muerte y la tuvo presente y cuando sus gritos también se unieron a los demás, quiso dar la vuelta, retroceder por las escaleras. Y eso hizo. Pero no acabaron de nuevo, y llego un momento en el que se dio cuenta que al subir, había vuelto a bajar de nuevo. No había salida. Si bajaba, éso haría y si subía para escapar acabaría abajo de todas formas.
Cayó en una de las escaleras y jadeando miró a todas partes. Las paredes de viejos ladrillos estaban deterioradas sin embargo Alaska pensó que cualquier cosa mejor que eso.
- No se va a ir ahora que vienen los grandes, ¿verdad que no?
- No, la señorita Black no se irá.
Y entonces esa conversación se repetía en la sala, acompañada de dos voces que aseguraban que ya estaban, que ya venían. Alaska escalaba las paredes, apoyándose en los pocos huecos, ladrillos y salientes que había, si embargo siempre acababa cayendo.
Y entonces pensó.... Apuntó su varita al suelo y hacia todos los lados sin embargo ésta no hizo nada. Volvió a intentar subir y cuando estaba a punto de caer, de su varita, la cual había guardado en el bolsillo empezó a brillar y entonces Alaska fue elevándose por el hueco de las escaleras. Y de pronto una gran luz y fue entonces cuando los ojos de Alaska se cerraron al instante y ella sólo era consciente de las voces que se arremolinaban a su alrededor.Cuando volvió en sí, sus ojos se abrieron violentamente ante un techo que la resultaba familiar. Era estrellado. Se acordó de la cabaña donde los Walker llevaron a Alaska el día de su cumpleaños. Se incorporó, aunque al hacerlo se mareó, pero pudo ver, que no estaba donde creía si no, en la casa de los Walker. Volvió a mirar al techo. Ya no era una noche estrellada. Alaska, con ceño, sacó la varita y se puso alerta.
De pronto, después de un gran estruendo, las voces y los gritos que había escuchado casi al final de las escaleras, volvieron y llenaron el comedor de la antigua casa de los Walker.
Alaska corrió hasta las escaleras y las atravesó como pudo. Comprobó que, como la otra vez, la casa se iba agrandando. Alaska gritaba para callar las voces pero esta la perseguían.
Recorría pasillos y habitaciones, trastabillando y resbalando de vez en cuando. Volvía a subir y bajar escaleras, a atravesar puertas y cerrarlas.
Nada. Las voces no cesaban y Alaska empezaba a sentir un mareo inmenso que la iba debilitando. Con su varita, gritando algo que ni ella conocía, se sintió mejor y las voces gritaron, como de dolor. Alaska gemía y lloraba de miedo cuando dos rayos azules cruzaban la ventana, rompiendo el cristal. Alaska salió de esa habitación como pudo y entonces siguió corriendo.
Unos grandes gruñidos llenaron entonces un pasillo largo y de techos altos y Alaska, escondida entre columnas intentaba visualizar qué era. No se veía nada y tras unos minutos volvió a correr por el gran pasillo, viendo entonces como de una columna aparecía un gran minotauro, seguido de otro tantos y , por la otra esquina, tras otra columna, empezaron a avanzar varios gigantes y por el aire, alaska vislumbró a un par de dragones. Alaska buscó desesperadamente entre los dragones pero no recordaba a aquel que en su momento le salvó la vida. Entonces corrió, y siguió haciéndolo quince minutos. Las habitaciones no paraban de aparecer y los seres no dejaban de seguirla, gruñían y pisaban fuerte, haciendo saltar a Alaska y varios techos que caían sobre ella, que corría sin parar esquivando los escombros.
Los dragones entonces empezaron a lanzar fuego, directo hacia Alaska y entonces Alaska al final de otro pasillo vio la sombra de Nicholas, el director.
Aceleró y cuando llegó a donde estaba, desapareció sin más. Alaska gritó y pidió ayuda, pero aquellas furiosas criaturas estaban a punto de alcanzarla y ella volvía a sentirse cansa y mareada.
Una de las bombas de fuego de uno de los dragones alcanzó la chaqueta de Alaska, dándole en el bolsillo y haciendo caer el colgante. Alaska se lo puso en el cuello, suspirando antes y después de hacerlo y siguió blandiendo su varita ante los dragones, minotauros y gigantes que ya estabab allí mirándola furiosa.
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AMNESIA
Fantasy"- Te vas a llamar Alaska, pero vas a seguir conservando tu apellido, que es Black. De momento no podemos decirte más, pequeña.-"