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Y entonces, cuando el bosque llegó a su máxima oscuridad, una gran luz, que incluso cegaba a Alaska si la miraba más de dos segundos, se acercaba a ellas, iluminado todo a su paso, y se fundió con ellas, arrastrándose con la luz, con los ojos cerrados y el pulso acelerado, sin saber qué pasaba pero sintiendo que esa luz las llevaba y las arrastraba con ellas, pero incapaces de abrir los ojos debido a la gran luminosidad que las envolvía, que incluso, con los ojos cerrados y apretados, notaban. El viaje se hizo eterno, sin embargo entre la luz, sentían una extraña calidez familiar que desconcertó más a ambas.
Cuando pisaron tierra firme la luz ya no estaba con ellas y se encontraban en otro bosque, más conocido.
- ¡Ha funcionado! ¡Alaska, Violet!
- ¿Señor director? ¡Usted nos envió la luz para sacarnos de allí!
- Yo era la luz, señorita Young.
- Gracias por sacarnos de allí director.
- He sabido en todo momento donde os encontrabais. Algunos de los pasos que habéis escuchado en el bosque, era yo mismo. He entrado con vosotras en la casa porque sabía que ésta estaba encantada. Había cabos que no atamos antes de la gran batalla... Pero ya estáis aquí y está todo bien.
- Ha sido horrible, director Nicholas. Había...unas sombras... Con formas...
- Lo sé, Violet, aunque no se me viese estaba ahí. He estado en todo momento. En cada sala y habitación, cada vez que estabais cruzando una puerta, yo iba detrás.
- Nicholas, ¿Por qué la casa empezó a aumentar? ¿por qué no pudo sacarnos antes?- la voz de Alaska fue un susurro.
El director Nicholas ni tan siquiera la había mirado. Había hablado solamente con Violet y ver que, después de su preguntar, el director seguía sin dirigirle la mirada, Alaska salió de allí, quisiendo ir al hueco de la casa Black donde en ese momento sentía que iba a estar mejor.
- Alaska...
La voz de Nicholas también fue un susurro, como la de Alaska minutos antes, pero fue suficiente para ésta le mirara.
- Tenéis que descansar.
- Yo me voy...
- Alaska... ¿Qué es lo que...?
- Alaska quédate conmigo....- la voz suplicante de Violet hizo que Alaska dejara de andar.-
Sin mirar al director, tal como el había hecho con ella, salió con Violet.
Estaban en la misma habitación y éso le facilitó todo a Alaska que pensaba no salir en toda la noche y después, al día siguiente abandonar aquel lugar.
A la hora de la cena, tras casi discutir porque Alaska se negaba a bajar, Violet fue sola a cenar. Pero pasaban las horas y ésta, no volvía. Unos toques leves llenaron la torre y la mente de Alaska que lógicamente pensó que Violet no llamaría para entrar en su propia habitación. No respondió, pero la puerta se abrió lentamente de igual manera.
- Alaska sé que...
- Me voy a dormir, director Nicholas.
- Sólo una cosa... ¿Qué es lo que te ha molestado tanto? Os...seguí porque sabía que iba a...
- Mire... Lleva ignorandome muchas semanas como para que, simplemente por salvarme, le perdone. Sabía que todo iba mal y en lugar de confiar en mi, me ignoró. Se marchó, volvió, y seguía sin mirarme ni a la cara. ¡¿Y ahora quiere que lo hable..., y no sólo éso, espera que todo sea como antes?!
- Alaska...
- Y... Lo peor. ¡Usted era la única persona que aunque no me decía todo, me explicaba los porqués! Y ahora...
- Soy como el resto...
Alaska apenas le escuchó, porque tras terminar de hablar, salió corriendo, dado por finalizada la conversación.
Bajó las escaleras todo lo rápido que le permitieron los pies, que la temblaban, como su cuerpo entero. Las lágrimas resbalaban furiosas por sus mejillas y su vista se volvía borrosa en cada escalón y desapareció por la puerta, perdiéndose por el profundo bosque.
Cuanto más avanzaba más pasos escuchaba detrás, el bosque se había vuelto oscuro y el cielo lo acompañaba.
Sentía que últimamente vivía más de noche que de día, sentía como las voces llenas de gritos y de su propio nombre inundaban su cabeza de nuevo, mientras corría con los pies muy levantados por el bosque. Los pasos que escuchaba también se aceleraban y ésta sentía a ratos una respiración costosa a sus espaldas, sin embargo no dejaba de correr. Al final del bosque, pudo ver una gran luz y una casa enorme. Había llegado a la casa Black y entonces fue cuando corrió como nunca.
Pero la casa Black se alejaba cuanto más aceleraba y entonces fue cuando volvió ésa sensación de ser arrastrada.

- ¡Alaska escúchame! Yo puse la varita en tu bolsillo. Yo... Alejé a las voces. Siento no haberte contado nada y sobretodo haber estado tanto tiempo sin hablarte. Todo era porque estaban detrás de mi, sospechaban de que te estuviese ayudando y tuve que acabar... Y arreglar... Algunos asuntos. Lo siento muchísimo, Alaska...Tengo...muchas cosas que decirte que de verdad son importantes y si no quieres saber nada más de mi...
- Podía haber contado conmigo, tenía a Zuzu y Arwen...
- Estaban con los problemas de la casa Alaska y finalmente descubrimos que tiene mucho que ver.
- Tengo muchas preguntas para usted, y también quiero escuchar todo lo que me tiene que decir...
- Antes de eso... Lo que acabas de ver... La casa de los Black. Era una ilusión Alaska y por eso, tuve que sacarte de allí. El que lo ha creado... No busca nada bueno.
- Pero señor... ¿Era la casa... Black?
- En...efecto.

Pasó una semana hasta que el director Nicholas y Alaska tuvieron al fin, ésa charla y Alaska estaba ya en la torre, esperando a que éste llegase. Pero pasaba el tiempo y Alaska temía que Nicholas volviese a haber desaparecido y allí no se presentara nadie, teoría que desechó cuando, después de un ruido metálico el director se hallaba ahí, en medio de la sala y mirando a Alaska.
- Siento haber tardado tanto Alaska...
- Yo tampoco estaba preparada. Bien... ¿Empecemos?
Ambos se sentaron, aunque Nicholas tardó más, pero volvió con dos tazas enormes de chocolate caliente.
- Bueno Alaska, en efecto, tenemos mucho que hablar, y creo que lo mejor por el momento, lo primero es que me preguntes tú todo lo que quieras, acerca de lo que te preocupe.
- El árbol y sobretodo, las voces...se apagaron y los señores Walker ya no están, ¿qué pasó en la casa...? O más bien... ¿Por qué? No tiene sentido.
- La casa estaba... Encantada. Por si tú volvías. Seguramente habían pensado que ellos podían caer en la batalla y necesitaban otra forma más, a parte del árbol y las voces.
- Las voces volvieron señor.
- ¿Có...mo?
- ¡Sí! Me hicieron caer, gritar, llorar. Recordar... Las escuché primero en mi, en mi mente, pero después... Llenaron todo.
- Éso no es nada bueno... Pensé que eran menos cosas... Pero siempre hay más Alaska. Tengo que investigar sobre eso. Aunque creo que tengo una teoría... Sé que dices que a parte de oír esas voces en tu cabeza también aparecieron luego en el lugar, y seguramente lo digas porque Violet también notó algo, pero quizá fue... La casa, sencillamente.
- ¿Por qué desapareció?
- Tenía que investigar, averiguar más cosas, encontrar alguna solución...
- Director...
- Te digo la verdad Alaska. ¿Para qué mentirte? Encontré también esto.
Sacó de lo que parecía una gabardina un paquete con el envoltorio rasgado, descuidado y sucio.
Alaska apartó las cintas que lo cerraban y lo abrió. Había un marco y dentro una fotografía vieja donde se la veía a ella de pequeña, abrazada por una mujer con el pelo largo, rubio y muy rizado y un hombre con el pelo castaño.
- Helena y Jonh Black.
- Sí, Alaska, tus padres. Ésto... Estaba bajo la antigua casa Black, sin embargo aparecio junto a la marca una mañana.
- ¿Cómo sabía usted que estaba bajo la casa, señor director?
- Yo conocí a tus padres Alaska. Les enseñé en el colegio. Fueron alumnos ejemplares.
El director ya no miraba a Alaska, apuró su taza de chocolate y bajó las escaleras, sin despedirse de Alaska.

AMNESIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora