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Violet se quedó esa noche con Alaska, insistió en ello desde que salieron del colegio y Alaska aceptó.
Tampoco quería pasar la noche sola, ya que, de nuevo, tía Samanta y tío Christian no estaban.
   - Gracias por estar aquí otra noche.
   - Ya sabes que lo hago encantada, Alaska.
La noche pasó tranquila y bastante rápida para Alaska, que durmió desde que se tumbó hasta que los primeros rayos de sol entraban por la ventana.
Cuando despertó, Violet seguía dormida.
Alaska seguía queriendo volver al hueco, quería leer el pergamino y tras mirar a Violet varios minutos, salir, preparar leche y tostadas para cuando ésta despertase, cogió el pergamino, el colgante y el abrigo y salió por la puerta, intentando no hacer ruido.
De pronto se encontraba por la gran montaña, camino al hueco, sin detenerse y sin volver la vista. Cuando empezó a hacer ése camino aquel día, por momentos sentía que iba a ocurrir algo horrible incluso antes de llegar y por otros, estaba todo tan tranquilo que era imposible seguir pensando en la otra opción. Cuando llegó al hueco, sin temerlo, se sentó y desplegó su pergamino, del cuál cayó algo alargado y fino, envuelto en plástico verde.
Primero se centró en el plastico, que desenvolvió con cuidado, encontrándose una varita, más cuidada, trabajada y bonita que la que le dio Ozloc, y tras mirarla unos instantes, se centró únicamente en el pergamino:
"Alaska, sigue cuidando cada paso que das, cada movimiento que planeas. Sigue confiando en Ozloc, Nicholas, Zuzu y Arwen, pero sigue confiando en ti sobretodo. La varita que habrás visto ya, te va a resultar de mucha ayuda y sé que, si todo ha ido como debe ir, ya has utilizado una antes. Vas a hacerlo bien y de nuevo sabrás como usarla en el momento en el que tengas que usarla. También queríamos decirte algo... Tal vez te hayan dicho que no queda más familia Black, pero quedas tú y otra persona más. Te queremos Alaska.
Helena y John Black. "
Alaska, con los ojos enrojecidos y llenos de lágrimas que caían por su mejilla, resbalando en su nariz y cayendo por su cuello, volvía a leer varias veces, con dificultades por la vista borrosa, cada palabra, comprendiendo todo y secándose las lagrimas cada dos por tres. Su respiración estaba acelerada y Alaska más agotada que otras veces, que se sentía débil e indefensa en aquel lugar después de haber leído el pergamino.
    - Eres muy lista Alaska. Sabía que lo lograrías.
    - Ozloc lo que hay aquí...
    - Éso es importante, sí... Pero lo que tengo que contarte ahora, quizá te lo parezca más.
Alaska funció el ceño sin dejar de mirar al elfo-duende que también la miraba, con sus grades ojos.
    - Pero aquí no.
Agarró a Alaska por el codo y de nuevo ésa sensación de ser absorbida. Ya la estaba empezado a parecer algo normal y ya no cerraba los ojos ni sentía la necesidad de gritar. Aparecieron en una habitación, y por el decorado y la forma de la sala, dedujo que estaban en la escuela, en la torre donde vivía el director Nicholas.
    - Está bien Alaska... ¿Realmente estás preparada?
   - Si...sí.
   - Helena y John no murieron en un incendio, Alaska. Fue una especie de...explosión. Acabó en llamas, pero eso fueron los hechizos del gran y viejo árbol. Las personas que embrujaron aquel árbol, le hizo inmortal hasta que... Todos los Black... Fueran solo leyenda. Está ahí para acabar contigo, Alaska.
   - Y con el otro Black que queda.
   - El caso Alaska es que tú estás aquí , tu pudiste sobrevivir ante aquello. Fue mas horrible de lo que te cuento ahora, antes de explosión fue una guerra, señorita.
    - Gracias por contárselo Ozcloc- Nicholas, el director estaba sonriente en el marco de la puerta.
    - ¿Cómo te sientes Alaska? Toma, te he preparado chocolate caliente.
    - Me siento bien director. Siempre he querido saber y ver que llega el momento de entender más cosas me alegra. Gracias por el chocolate.
    - Llámame Nicholas, Alaska. Eso está bien. Pero aún hay cosas que... Tienen que seguir siendo secretas.
    - Pero... ¿Por qué sabe usted tanto de mi?
    - Yo soy un ignorante... Él me ayuda- Nicholas sonreía mirando a Ozloc, pero no parecían reales sus palabras ni su sonrisa, aunque Alaska asintió bebiendo más chocolate y sonriendo.

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