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La Violet del árbol empezó a vibrar. Temblaba el suelo y Alaska se volvió a abrazar al árbol. El cielo se llenó de destellos azules y el viento que antes había casi arrastrado a Alaska volvió a emerger ésta vez con mucha más fuerza. Alaska entonces, batiendo su varita, apuntó al corazón de Violet, sin saber del todo que hacía, deseando, queriendo y sintiendo que estuviera bien, que iba a salir de esta con ella y que iban a seguir viviendo esta gran aventura llamada vida, juntas.
El árbol tembló y el suelo también de nuevo. Todo brillaba y temblaba. Los detellos continuaban llenado el cielo y algunos caían alrededor del árbol y de Alaska que seguía encaramada a él, apuntando aún con la varita, de la cuál salian volutas finas, brillantes y blancas hacia Violet, hacía el árbol que ahora ella era. El suelo entonces se hundió. O el árbol se elevó, el caso es que Alaska casi pierde a Violet, para siempre. Todo caía y Alaska ascendía sin soltar el árbol, ahora en una rama, se sentía volar. Todo menguaba a sus pies. Gritó y lloró mientras las volutas seguían emergiendo de su varita, hacia el corazón de Violet que por momentos Alaska juró notar, totalmente parado.
Y entonces cuando sintió que dejaba de ascender vió que caía, que bajo ella ya no había nada y todo era oscuridad y entonces cuando estaba a punto de cerrar los ojos y dejarse llevar al vacío, unos brazos la agarraron al vuelo.
De nuevo, oscuridad.
Pero notaba que la estaban abrazando.

Abrió los ojos en tierra firme, con Violet ya, en su forma humana, dormida, abrazándose a ella. Recordó los brazos que la agarraron y sonrió, mirándola y sabiendo de alguna manera que había sido ella.
Ésta respiraba de nuevo, aún débil pero constantemente. Alaska suspiró aliviada y miró a su alrededor. Lo primero que vio fue a Arwen. 
- Alaska... No están.
Y dicho eso, un gran destello plateado lo iluminó todo y los cegó.
Nicholas, con Zuzu a su lado, suspiraba, jadeaba y miraba hacia todas partes, hasta que por fin, se percató de ellos y sonriendo entre lágrimas corrió hacia ellos.
- Director...
- No te abandoné Alaska.
- Iba a decir que quería volver a verle.
Antes de que ambos estallasen en carcajadas Zuzu ya estaba saltando sibre Alaska mientras gritaba:
- ¡Mi personita absoluta! Estábamos ahí contigo y después todo se volvió oscuro. Nicholas...gracias por devolverme con mi personita.
- Me siento como tú, elfina Zuzu - dijo Nicholas mirando sonriente- pero debemos de salir de aquí. Aunque me temo que ya no podemos simplemente...desaparecernos.
Caminaron durante tanto tiempo que vieron amanecer una vez y anochecer dos veces. Alaska se sentía dolorida y cansada. Violet aún no había despertado y entre Arwen y Alaska la llevaban. Alaska no dejaba de mirarla. No dejaba de pensar en que ella había ido a salvarla y Violet había acabado salvándola también. Había sido mutuo y entonces se dio cuenta de que con su gran amiga siempre sería así.
Llegaron a otro bosque.
- Ya estamos en la montaña grande- dijo Nicholas después de su último esfuerzo subiendo.- Después de ese bosque, reconocerás todo, Alaska.
Y así fue. Alaska y Arwen con Violet en los brazos, entraron al árbol del difunto Ozloc, seguidos de Nicholas y Zuzu.
Nicholas respiraba profundamente allí. Miraba todo y no paraba de secarse las lágrimas que le inundaban los ojos y le llenaban el rostro. Alaska le abrazó. Y Zuzu y Arwen. Y después con ayuda de los elfos y del director elaboraron una pequeña poción de color púrpura. Desprendía un olor fuerte, raro, pero no malo. El cuerpo de Vioelt estaba paralizado y en lugar de darle la poción por vía oral se la inyectaron en el cuello haciendo que en cuestión de segundos a través de sus venas se viese el líquido púrpura recorriendo su cuerpo.
Alaska volvió a estremecerse pero no se separó de ella, se quedó a su lado y la leyó durante horas.
Nicholas abandonó el primero el árbol y pasadas unas horas los elfos y Alaska llevaron a la aún dormida Violet a la escuela. No se despertó hasta pasado un día más y el líquido púrpura entonces se borró de sus venas.
- ¿Dónde...?
- Violet ya está todo bien... Te lo dije.
- ¡Alaska...! ¡Sabía que eras tú! ¿Quién si no iba a arriesgar incluso su propia vida por mi, por la mía?
Alaska y Violet lloraron y se abrazon.
Pasaron tres días felices, tranquilos, sin salir de la habitación solo leyendo, poniéndose al día y charlando.
Una noche Zuzu y Arwen entraron corriendo y chillando.
- ¡Nicholas, Nicholas!
Alaska no escuchaba. Alaska casi no respiraba. Violet tampoco. Fue extraño para ambas pero Violet nunca había sentido tanta magia dentro de ella.

A vista de los elfos, las dos amigas estaban dormidas y muy quietas y sin embargo la realidad es que ya buscaban a Nicholas. No sabían si era real o fruto de su imaginación. En sus sueños una gran verja se abrió ante ellas. Todo estaba tan iluminado que cegaba y estaban juntas, agarradas de la mano. Realmente si era un simple sueño era muy real. En sus manos libres, Alaska tenía su varita y Violet la última que tuvo sin saner aún usarla. Todo estaba desierto y lleno de niebla. Pero era una niebla que hacía que la iluminación fuese más notable. No había nada, era todo una extensión de caminos de piedras. Y entonces una sombra apareció y cuando Alaska miró a su lado, Violet ya no estaba ahí. Su mano, no agarraba la suya. Si fuese un sueño significaría que se había despertado. Y si no era un sueño era inexplicable. Aún así Alaska siguió el camino. Sentía que tenía que encontrar a Nicholas porque algo la decía que estaba en peligro y no dejaba de escuchar tres voces que la alertaban de que así era. Dos de ellas eran normales, eran de Arwen y Zuzu sin embargo la tercera voz era tna similar a la de Ozloc que no supo si sentirse mejor o peor. Caminó durante horas o por lo menos así la pareció. Cada lugar al que llegaba era más laberíntico que el anterior y en ninguno hallaba salida.. Al final simplemente había paredes de enredaderas y flores marchitas. Hasta que visualizó un montón negro que se hallaba tendido en el suelo, encogido a lo lejos y sin moverse.
Alaska se acercó con cautela, temiéndose que su peor enemigo iba a salir de esas mantas negras y las apartó, con miedo y temblando.
Nicholas se hallaba ahí. Respiraba y entonces todo dejó de parecerla un simple sueño para darse cuenta que éso era real.
Alaska lo agarró y volvió a cruzar la extensión con el director elevado a su lado, ayudada de su varita. Miró a su lado. Violet seguía sin estar. Estaba sola de nuevo y tenía que sacar a Nicholas de ahí. Llegó a la verja que ya se abría a su paso. Gritó el nombre del director tantas veces como pudo y entonces solo vio oscuridad.

Zuzu, Arwen y Violet estaban ahí, despiertos, mirándola y gritando que había que buscar a Nicholas.
- ¡Ya está!
- Alaska... -musitó Zuzu.-
Arwen apartó a la elfina Zuzu y gritó con la voz temblorosa:
- Al fin despiertas, ¡Nicholas no esta!
- El director... Ya está bien.
Alaska no sabía porque había dicho eso. Tampoco sabía que había pasado pero creía que todo había sido un sueño hasta que fue real. Fue lo más raro que la había pasado pensó de constante mientras Arwen la ayudaba a incorporarse y emoujaba a Zuzu.
- Zuzu, a su habitación- gritaba el elfo, agarrando a Zuzu y llevándosela por las escaleras sin dejar de mirar a Alaska.
Violet miró a Alaska.
- Tú...
- Tú también...
Se sonrieron, se entendieron y se abrazaron de nuevo.
Los elfos chillaron y empezaron a saltar, devolviendo a ambas al mundo real. Alaska y Violet entendieron y corrieron al dormitorio de el director, encontrándose con el allí, sentado en la cama, con ceño, y frotándose los ojos. Miró entonces a Alaska y soprendido y sonriente, acercándose a ella, le dijo:
- Alaska... Gracias. Esto ha sido algo que seguramente ni tú lo entiendas... Espectacular. Todo lo que has hecho. Hay tanta gente que no pudo...hacer lo que tú sí. Gracias...por salvarme tantas veces hoy, Alaska.
- Y por muchas más, director.

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