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Alaska y Nicholas trabajaron día y noche sin salir del árbol. Buscaban información allí donde podían, la anotaban... Trazaban diferentes planes, los dibujaban y los estudiaban buscando sus fallos o dificultades. Violet y Zuzu iban a hacerles visitas de vez en cuando y les llevaban cosas deliciosas para comer, después, seguían trabajando sin apenas levantar la vista del papel.
Otras veces solamente hablaban sobre qué tácticas podrían emplear para ése momento y entonces Ozloc llegó y le enseñó por una semana entera varias maldiciones que le serían útiles en caso de peligro, así como algún remedio o contra hechizo por si ocurría algo.
Cuando pasó otra semana en la que Alaska estuvo practicando lo que Ozloc le enseñó, Violet y los señores Young, que seguían recordando la anterior batalla ya que habían decidido borrarle esos recuerdos una vez se hubiera terminado todo, también practicaban.
Alaska y Nicholas tenían un plan maestro y ésa tarde se reunieron todos en un árbol, de mayor amplitud que cualquier otro, estaban todos excepto los los elfos, trols y demás criaturas.
Zuzu, Arwen y Ozloc sí estaban.
Nicholas explicó el plan ante todos, que escuchaban atentamente sin hacer preguntas y mirándole fijamente.
Entonces es cuando las criaturas entraron y el señor director también se lo explicó a ellos.
Alaska contó algunos detalles, repartió planos y escritos con lo que tendría que hacer cada uno y explicó a los que no entendían del todo.
No sabían cuando iba a ser el momento, no sabían cuando acabaría todo pero estaban seguros de que cuando llegase el momento, lo afrontarían y con suerte, ganarían.

Pasaron dos meses, en los que estuvieron reuniéndose todos de vez en cuando, repasando cada parte del plan, intentando buscar algún defecto, fallo o problema. Había alguna forma de fallar pero habían pensando en ello y también había una fácil solución. Tenían todo pensado y sentían que el trabajo de Alaska y Nicholas volvería a dar buenos frutos, aunque el director seguía insistiendo en que estábamos enfrentándonos a algo que no veríamos y que, en caso de ver, no habría nada más después de eso. Estaban todos advertidos de los horrores y peligros que podían correr en cada movimiento del plan, hasta en el más mínimo y todos aceptaron que estaban ahí para acabar con todo lo malo y no había nada peor que ésto siguiese siendo así.
Pasó otro mes más y entonces todos estaban nerviosos y más atentos de lo normal, sentían que el momento ya estaba llegando, ya estaba ahí.
Y hasta el director lo decía la última semana antes del día en el que de nuevo, se libraría la batalla.
- Ha habido más batallas que ésta. Yo he estado en varias, honestamente, sin embargo nunca había logrado tanto como en estos momentos, junto a vosotros.
El director miraba a Alaska inquisitivamente y sonreía sin parar.
- Saldremos todos compañeros, y disfrutaremos de la verdadera paz.
Tras el discurso de Nicholas, comieron todo lo que les permitía el cuerpo y un par de horas más tarde, salieron por el bosque, a vigilar la zona.
Se dividieron, todos iban con un compañero, un elfo, un trol y una criatura. Alaska iba con Zuzu, Violet, Nicholas y un hipogrifo.
Avanzaban por el bosque, esquivando ramas, todos alertados por Arwen que estaba en lo alto de la montaña junto a varios trols, vigilando todo y les avisaba si había trampas o si llegaban.
Estaban nerviosos pero porque tenían ganas de ése momento. Nicholas estaba muy tranquilo y Alaska atribuyó éso a que había peleado varias veces y seguramente sería uno de los que más ganas tenían de acabar con todo esto.
Llegaron al viejo árbol, que ya carecía de fuerza y poder y ya no brillaba.
- ¡Venid si queréis! No váis a poder con nosotros...
El director gritaba junto al árbol y al acabar la frase las grandes voces y los fuertes pasos estaban ya allí.
Alaska gritó y varita en mano, volvió a lanzar hechizos. Los oía frente a ella y ahí apuntaba sus fuerzas. Escuchaba de nuevo los gritos estremecedores de las voces que gritaban, roncas, hasta dejar de pronunciar Alaska y hasta que se apagaba su voz del todo.
Entonces otras aparecían tras Alaska, llenas de rayos azulados que luchaba por esquivar, mientras ella lanzaba otros a esa dirección. Las voces chillando su nombre, diciendo su apellido, el nombre de sus padres y de todos los miembros Black llenaban ahora la mente de Alaska mientras la zumbaban en los oídos. Se sentía débil, quería caer y llorar cuando escucho a su madre, su padre y a otra voz a la que no conocía o no le sonaba :
- ¡Dejala!
- Estoy yo, no vas a cogerla a ella pudiendo cogerme a mi, tiene toda la vida por delante...
- No toques a mi nieta.
Y no se escuchaba nada más. Alaska sabía que ésta tenía que ser la última batalla y que, si se ahora caía no iban a conseguir nada. Alaska gritó todo lo que pudo, cerró los ojos concentrando todas sus fuerzas en la varita y apuntando a todos los lugares posibles, cada hechizo que lanzaba era una voz que chillaba hasta ahogarse del todo, y Alaska jadeaba, con la respiración intermitente y dolorosa, de rodillas, blandiendo la varita a todas partes, viendo como las luces azules estallaban y desaparecían.
Nicholas y los demás peleaban más intensamente que la otra vez, las luces azules se unían y avanzaban rápidamente a ellos dispuestas a atarcar. Pero ellos eran más rápidos y lo tenían todo previsto.
Lanzaban hechizos todos en direcciones distintas, tenían que hacerlo rápidamente porque les atacaban de constante y de todas partes. Varios embrujos caían junto a Alaska y en varias ocasiones Zuzu salió de la nada, poniéndose delante.
Alaska gritaba de vez en cuando lanzando las maldiciones que el mismo Ozloc le había enseñado. Las voces se apagaban al isntante de que las maldiciones llegasen a las luces azules.
Alaska entonces escucho gritos, ya que las voces habían cesado a su lado.
Entonces vio a Ozloc, que estaba rodeado de luces azules y estaba de rodillas, peleando como podía con todas ellas sin ningún tipo de ayuda. Alaska corrió hacia el y empezó a lanzar las maldiciones que el le enseñó de nuevo, viendo como las voces y las luces desaparecían.
Ozloc entonces le miró con agradecimiento a Alaska y empezó a bajar por la pradera corriendo.
Tras acabar con todas las voces y luces que había en el lugar, ayudando a Violet y ambas, siendo ayudadas por varias criaturas, escucharon un sonido desgarrador. Ambos sabían de donde provenía y corrieron por la pradera como Ozloc había hecho.
Allí estaba el director estaba tendido en el suelo, con las manos apoyando su cuerpo , intentando recuperar algo que se le había caído... El elfo no dudó, corrió frente a Nicholas y empezó a lanzar hechizos. Alrededor de Ozloc había de nuevo luces azules más profundas que nunca y unas voces estridentes y pesadas que cuanto más cerca estaba de ellas, Alaska notaba como su cansacio crecía, como se encontraba más desgraciada y veía la pérdida por todas partes. El director quería alcanzar la varita, Ozloc, estaba en el aire, las luces azules parecían serpientes, alrededor del cuerpo del elfo-duende, que brillaba hasta apagarse y la luces se hacían más potentes.
Ozloc caía al suelo y el director gritaba y daba golpes al suelo, impotente. Ahora las luces más poderosas que antes, se dirigían al director, desprotegido y roto de dolor y de llanto sin Alaska entender porque todavía.
- ¡Las varitas, ahora!
Todos apuntaron a la gran luz azul que se hacía más grande en segundos y todos gritaban desesperados mientras las voces se apagaban y las luces se disipaban tras un gran estruendo.
Todos cayeron al suelo jadeando.
- Señor... ¡Director Nicholas qué ha pasado!
Éste se acercaba tembloroso, despacio y a rastras al cuerpo de Ozloc que seguía en el suelo. Nicholas, cuando llegó a el, que estaba más cerca que de la varita, apoyó las manos en su pecho y lloró a pleno plumón, su respiración era irregular y Alaska sentía su corazón latir como nunca. El director, agarrado al elfo-duende Ozloc, con la cabeza en su apagado pecho, lloraba lo que parecía,una pérdida. Una grande y dolorosa.

- ¿No hay nada que se pueda hacer?
- Me temo que no...
El entierro fue al día siguiente. Fue junto a su árbol, donde vivía. Zuzu y Arwen le dedicaron unas palabras y todos acabaron llorando. Todos los que estuvieron en la batalla estaban también en la despedida de Ozloc.
- Bueno, hoy estamos reunidos para despedir a un gran elfo, a un maravilloso ser que desde el momento en el que llegó a mi vida, por muy apagada que estuviera la suya, le dio luz a todo lo que me rodeaba. Ozloc, amigo, allí donde estés... Te fuiste como un héroe y de nuevo, fue salvándome la vida, ojalá encontrarte en otra para devolverte tantos favores.
El director Nicholas, tras romperse su voz, se aclaró la garganta y se alejó de alli, cabizbajo y envuelto en llanto.
Alaska fue tras él.
- Lo siento muchísimo Nicholas...
- Era...
- Escucheme. Era un gran elfo-duende, como usted ha dicho, era un ser increíble y sufrió mucho. Lo perdió todo señor director y tu, Nicholas, se lo fuiste devolviendo. ¿Sabe qué? Una vez... Ocloc me dijo que el le debía la vida a usted. Y no lo dudo. Le acogió cuando más solo y desfallecido estaba y le dio todo lo que tenía, su confianza y su comprensión. Le dio una segunda oportunidad a Ozloc.
- Alaska...
El director se abalanzó sobre ella y la abrazó, derramado en lágrimas y respirando muy irregularmente.
- El era un gran amigo Alaska. Gracias por decirme lo que un día el te confió. Estoy seguro de que te lo dijo por si ésto ocurría. Volvamos Alaska, tengo también una buena noticia que dar, aunque éso será mañana...

La mañana siguiente estaba toda la pradera llena de sillas y había un altillo.
El director se preparaba y miraba a todos los héroes de todo tipo de especie, que habían luchado en la batalla.
- Compañeros, amigos... Hoy quiero alzar mi voz, una vez más. Hemos perdido a Ozloc, pero el nos ha regalado la paz por la que tantos años hemos peleado, y a mi, una segunda oportunida...-guiñó el ojo a Alaska y ambos se sonrieron- Me hace muy feliz, después de tanto que hemos pasado, después de tantos años de terror, anunciar que todo mal se ha disuelto. Entre todos los presentes, hemos colaborado en el mejor de los planes y hemos acabado con todo lo que aterrorizaba nuestras vidas. Me alegro de que todos estéis aquí, de que ninguno más haya sido olvidado o desaparecido, - el director miró a Alaska con asombro y orgullo- Todos ustedes son muy valientes. Han arriesgado su propia vida por el resto, incluso por lo que no son...de nuestra especie. Os agradezco que desde la primera batalla hasta la última muchos de vosotros no me hayáis fallado y me hayáis acompañado en todo, como mi gran, fiel y querido compañero y amigo Ozloc. Gracias a todos una vez más.
Todos aplaudían y celebraban la maravillisa victoria de haber acabado con todo. Alaska se sentía fuerte, más que nunca y veía a Violet, junto a sus padres, emocionados, aplaudiendo y secándose las lágrimas. Todos estaban contentos, los hipogrifos volaban encima de ellos y los trols y elfo-duendes bailaban cada uno a su estilo.
El director no estaba y Alaska, olvidándose de lo demás, fue en su busca. Sintió que estaba en el árbol de Ozloc y allí fue.
- ¿Está usted bien?
- Si Alaska... Sólo es el tiempo, que pasa demasiado deprisa y las cosas...van llegando.

AMNESIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora