Corazón De Hielo, Voluntad De Hierro 《Camus De Acuario》

...Capítulo 60: Calor de hogar...

PoV ~CAMUS~

Era sorprendente cómo las cosas más sencillas de la vida podían llegar a maravillar al ser humano sin importar las veces en las que se contemplaban. Ese era justamente el caso de Roselle, quien divisaba el horizonte como si nunca en la vida lo hubiera visto, reflejando sueños e ilusiones en su rostro y un bello brillo en su mirar.

La encontré recargada en la proa, abrigada y ansiosa porque el barco arribara en el puerto siberiano, pero todavía faltaban unas cuantas horas para ello. Lo importante era que habíamos llegado y todo pintaba a mejorar en esta nueva etapa para ella, ya que lo único que me importaba de verdad era su bienestar en todos los sentidos posibles.

Me acerqué a ella, quedando a su lado y uniéndome a su contemplar del horizonte celeste que se divisaba claro y puro. Me recordaba a sus ojos, cristalinos y nobles, como si nunca hubiera existido dolor en ellos.

Estar cerca de Roselle me causaba una enorme tranquilidad y paz mental, como si no importara nada en el mundo, lo disfrutaba enormemente y no podía evitar querer pasar todo el tiempo posible a su lado, permitiéndome relajarme aunque sea sólo por míseros instantes y después, volver a mis actividades como su mentor.

Milo me lo había planteado hacía semanas, justo el día en que partimos del Santuario, y es que me cuestionaba el qué pasaría ahora que Roselle y yo volviéramos a estar verdaderamente solos. Mis respuestas no salían de lo habitual, no tendría que pasar algo ya que la mayor parte del tiempo estaría dedicado al entrenamiento, pero por supuesto existían varios antecedentes que podrían hacer dudar a cualquiera, incluso a mi.

Tarde o temprano tendrá que suceder. Tus sentimientos son fuertes, no podrás ocultarlos para siempre.  

Sus palabras resonaban día y noche en mi cabeza, y era muy cierto, pero como se lo había dicho cientos de veces, no era momento de que algo tan riesgoso y profundo saliera a la luz y existían cosas más importantes que mis dilemas del corazón.
En todo caso, el baile de su cabello con el viento hizo que me distrajera y el verlo moverse junto al mío, me causó el deseo de tomarlo, acariciarlo y apreciarlo para siempre.

Realmente lucía feliz y hermosa, entusiasmada y llena de vida, su cosmos la delataba ya que era el reflejo de todo aquello. Adoraba sentirla de esa forma, incluso más después de que me confesara disfrutar de mi compañía y estar esperando volver a Siberia con ansias, lo que me hacía pensar que no se refería del todo a su entrenamiento, sino que había otras razones por las que deseaba volver.

Ella suspiró, notoriamente cautivada. Entonces, le sonreí.

—¿Estás emocionada?
—Más que nunca. Quiero hacer tantas cosas en cuando pisemos la nieve…
—Un paso a la vez, recuérdalo.
—Si, pero es inevitable no pensar en recuperar el tiempo perdido y… tal vez tener nuevas oportunidades.
—¿Para qué?
—Para conocer Oymyakon, saber de sus necesidades, empatizar con su gente… ver si puedo hacer algo dentro de mis posibilidades.
—Siempre y cuando no vuelvas a poner tu vida en riesgo.
—Parece que a usted también le preocupa que la historia se repita, pero le doy mi palabra de que eso no volverá a ocurrir. No sólo me he vuelto más fuerte, sino también más precavida. Por favor confíe en mi.
—Confío en ti en gran medida, sólo te pido que seas paciente. Podrás lograr todo lo que te propones, pero poco a poco.
—Lo entiendo maestro, se lo prometo.

Sabía que sus ambiciones eran grandes y sus deseos por ser de utilidad eran nobles, pero en estos momentos, debía de ayudarla a poner los pies sobre la tierra y recordarle que todo puede ser posible si le dedica su debido tiempo a cada situación.

Por lo demás, me enorgullece verla tan decidida y concentrada en sus metas, sin abandonar las intenciones que tenía contempladas para su formación como guerrera, y eso sólo demuestra el excelente ser humano que Roselle es; una joven que definitivamente es dueña de mis pensamientos.