...Capítulo 72: El inicio correcto...

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PoV ~CAMUS~

....Semanas después....

Silencio.
Una de las cosas que más aprecio al fin se hacía presente en mis pensamientos, tan calmados como la marea que golpeaba los cascos del barco al arribar.

El canto de las gaviotas me había acompañado en la madrugada, tomando intensidad conforme el sol surgía del horizonte y acariciaba las montañas.
Inhalé profundamente, dejando que mis pulmones se llenaran con el aire gélido y el aroma a savia y carbón. Habíamos llegado.

Al saberme en Siberia mi alma sintió verdadera tranquilidad, una paz que sólo surge al encontrarme completamente solo y aislado del mundo, aunque eso último ya no es del todo cierto. Valoro mi soledad, mi propia compañía, pero no más de lo que aprecio estar alejado de todo y de todos junto a la persona que más deseo a mi lado.

De nuevo somos Roselle y yo en los límites de la tierra... sólo ella y yo.
Una vez más nos encontrábamos fuera de la vista de todo cuanto nos podría causar distracción por el mayor tiempo posible, viviendo con el día a día mientras ella se concentra en su rendimiento y yo la guío en el camino de ser un caballero; sin embargo, también estaban esas charlas constantes, la calidez de las mantas y la bebida entremezcladas con la magia del cielo y los astros reflejados en sus ojos. Como extrañaba esos momentos.

Pero a la par de sentir esa emoción, también tenía ciertas preocupaciones en donde no sabía con exactitud si esta misma privacidad sería una aliada o una enemiga. Cada año las cosas cambian, sin mencionar los días o las horas que paso a su lado, en donde por una razón u otra, mis deseos se tornan casi incontrolables; y aunque por fortuna puedo someterlos a mi razón, dudo que pueda con ellos por mucho más tiempo.

Debo de reconocer que Milo ha tenido razón en cada una de sus palabras en lo que respecta a este tema, cosa que me abruma, pero si tan sólo él supiera... si tan sólo pudiera entender lo frustrante que es tener que combatir contra ti mismo, enfrentando tus valores y objetivos contra un deseo del corazón que sigue siendo tan nuevo y poderoso como para temerle...
No había más explicación; esa era la complicada verdad de mi propia existencia.

La presencia de Roselle me alertó.
Se acercaba a mi como si nada en el mundo importara, con su cachorra en brazos y expresando un aura radiante. ¿Cómo era posible que brillara como un lucero? De seguro sólo es mi imaginación, pero era lo menos que podía notar al saberla poseedora de un carácter tan propio de la dama que es... dulce, fiero y hermoso, sin lugar a dudas.

—Se siente tan bien volver.

Pronunció mientras suspiraba y dibujaba una sonrisa en sus labios cuando me giré a verla.
Ella se colocó a mi lado y su mirada se dirigió al muelle y a las personas esperando por el barco y sus mercancías.
Le sonreí de vuelta y enfoqué mi atención directamente en ella.

—Lo sé, aunque imagino que siempre echas de menos el calor de Grecia.
—En parte sí, pero en Grecia no experimento lo que aquí sí.
—¿Y qué es eso?
—¿Tranquilidad? ¿Privacidad? Tal vez ambas.
Lo que quiero decir es que... una paz como la que siento aquí... no la puedo encontrar en Grecia, o en cualquier parte del mundo imaginable.
Creo que... simplemente no puedo pensar en un mejor lugar que este para tomarse un respiro.

Algo dentro de mi cambiaba cada vez que la escuchaba hablar de esa manera, y es que sus palabras me causaban cierto confort, a pesar de que no es la primera vez que me dice algo parecido. Por supuesto que era feliz al saberla feliz aquí, con mi única compañía, y eso era algo que, de maneras inexplicables, me hacía tener un poco más de esperanza.

Media hora después por fin estábamos desembarcando, y no nos causó ninguna sorpresa encontrarnos con Tasya y su hijo, esperando en el muelle por nuestra llegada.
Estaba enterado de que Roselle mantuvo contacto por carta con la anciana y que le había informado de nuestro regreso, así que supuse que algo como esto pasaría.

Corazón De Hielo, Voluntad De Hierro 《Camus De Acuario》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora