Corazón De Hielo, Voluntad De Hierro 《Camus De Acuario》

...Capítulo 40: La helada Siberia...

PoV ~ROSELLE~

Al momento de desembarcar sentí como si mi cuerpo estuviera poseído por otra persona. Prácticamente fui inconsciente de como baje, no recuerdo haberlo hecho.

No puedo decir mucho del paisaje; todo estaba cubierto de neblina lo que hacia que sólo se observaran siluetas y formas indecisas.
Además, hacía un frío de los mil demonios, de esos que te cala hasta los huesos.
No me esperaba algo más porque en pocas palabras, todo era gris.
Que lindo comienzo...

Camus se encargó de todo lo demás; el equipaje, el transporte y el hospedaje.
Estoy casi segura que mi maestro me dijo cosas importantes en todo ese trayecto pero realmente no escuché nada.

Como tal, fui consciente de mi misma al ir en esa furgoneta rumbo al lugar en donde nos hospedariamos.
El camino fue difícil gracias a las gruesas capas de nieve y hielo que hacían que las llantas rechinaran con estruendo.
El auto se movía estrepitosamente y tenía miedo de que en cualquier momento nos íbamos a estrellar contra no se qué, un árbol o hasta un alce.

Me mareé por el movimiento tan brusco e incluso me dieron ganas de vomitar, pero entre más nos alejabamos del muelle, más me daba cuenta de que tan equivocada estaba al juzgar por mis primeras impresiones.

Por alguna razón, miré por la ventana y me di cuenta que el cielo se iba aclarando poco a poco
De un ligero blanco se tornaba en un azul claro e intenso.
La nieve en el camino era menos gruesa y daba la sensación de ser muy suave y fina, incluso con los leves rayos de sol parecía que reflejaba pequeños cristales en ella.
Daban ganas de tirarse y empezar a jugar.

A lo lejos, alcance a distinguir la silueta de un pequeño pueblo rodeado por un bosque y varios lagos que desembocaban en el mar.
El humo proveniente de varias casas era extremadamente visible.
Nada estaba escondido, aunque realmente había algo sospechoso.

Ni siquiera conocía el lugar o a sus habitantes y ya se sentía un aura de rechazo, todo lo contrario al Pireo o a Rodorio.
No le di demasiada importancia, seguro sólo son sugestiones mías.

La sensación de frío no disminuía pero no me importó ya que me estaba maravillando con lo que veía.
Además, comencé a sentir cierto entusiasmo.

Toffy se removió entre la cobija en donde la tenía envuelta.
Algo que me pareció extraño fue que cuando al auto llegó a los extremos del pueblo, no se detuvo.
Tomo un camino que atravesaba completamente el lugar.
Pude ver fugazmente las casas, los negocios y a las personas, las cuales parecían ser todo, menos felices.
Es difícil de explicar, sobretodo extraño.
Realmente se veían miserables.
No entiendo por que. Este se ve como un sitio tranquilo para vivir; claro, no he estado aquí toda mi vida a comparación de ellos pero no me parecía tan desagradable como ellos aparentaban.

Vi que el auto no paraba y me empecé a preocupar.
Miraba a Camus al lado mío constantemente y parecía tranquilo.
El sabía más que yo de todo este lugar entonces no debería de angustiarme por nada.

Tras unos minutos, ya nos encontrábamos a las afueras del pueblo, muy cerca del bosque.
No entendía el sentido de la lejanía hasta que vi la razón.

El auto se detuvo y por la ventana observé una cabaña grande y vieja.
Hecha en su totalidad de madera, muy descuidada y deteriorada por el paso del tiempo. Sólo Dios sabe cuanto ha pasado para que este así.

Bajamos del auto junto con nuestro equipaje.
Camus pagó y agradeció al chófer quien le dijo una advertencia pero no entendí mucho por el ruso.
Me quedé parada cargando a Toffy y mirando la cabaña.
Escuché pasos aproximarse y fue entonces cuando Camus se detuvo al lado de mi.