...Capítulo 57: Bajo la tormenta...

417 34 26
                                    

PoV ~ROSELLE~

....Meses después....

—¡No se detengan!

Escuchaba los gritos de Aldebarán a la distancia mientras los doce aprendices tratábamos de no resbalar en las mojadas ruinas del Santuario.

Toda la noche anterior y esa misma mañana había caído una tormenta como no recuerdo alguna. Los rayos iluminaban el gris del cielo y el granizo golpeaba nuestras caras, nublando los pasos y dificultando todos los saltos.

A nuestros maestros les pareció una excelente idea cambiar el ritmo del entrenamiento a uno fuera de las limitaciones del coliseo; así que sin un objetivo claro, corríamos y saltabamos por los terrenos de aquel risco, tratando de concentrarnos y de esquivar los ataques que los dorados nos lanzaban.

Estoy segura que ellos nos observaban, lejos de cualquier peligro, ocultos a nuestra percepción mundana pero atentos a las expresiones del cosmos que podíamos dar. Un relampago verde pasó a mi lado, partiendo en dos una roca de gran tamaño y en perfecto corte; el ataque de Shura... rápido y letal.

Había perdido a mis amigos kilómetros atrás, cuando una explosión nos apartó y tuvimos que seguir adelante solos. Entre eso y no saber de dónde venían los ataques, no podía estar segura si eran por parte de los dorados o de mis compañeros; aunque claro, la intensidad y el poder decían mucho para diferenciarlos.

Otro destello llamó mi atención, aunque un grito aspero lo acompañó segundos después. El dolor era evidente pero una vez más, no supe difrenciar entre una agreción o una herida; mucho menos quíen había sido el responsable de ambos actos.

Para ser honesta, no sabía hacia donde dirigir mi concentración; había muchos puntos en los cuales debía enfocarme pero a la par, me sentía frustrada e insegura. Barreras mentales arriba, percepción e instinto agudizados, equilibrio y velocidad constantes... era demasiado para asimilar de un solo golpe así que tuve que relajarme y comenzar de nuevo, con algo más básico.

El verde del césped ahora estaba cubierto por una gruesa capa de granizo, lo que me hizo recordar Siberia y por ende, a mi maestro. En ese sentido, tenía una pequeña ventaja entre todos los demás, ya que mi entrenamiento a bajas temperaturas y el control del hielo me daba un mayor comocimiento y precaución del terreno, aunque no debía confiarme.

Camus y yo habíamos entrenado ultimamente en el dominio del aire frío, aquellas técnicas que me correspondían por el simple hecho de ser su aprendíz. Por fortuna, ya no causaba esas ventiscas que en mis inicios no podía evitar, sino que ahora poseía más control sobre ellas, buscando puntos fijos y catalizadores para hacerlas mas modestas o poderosas.

Sin embargo, por más positivo que pueda sonar eso, la mayoría de las veces no poseía forma ni control sobre mis ataques, pero Camus me aseguraba que eso cambiaria con disciplina y paciencia; yo le creía, siempre lo hacía ciegamente, aunque para él es fácil decir cualquier cosa...

Antes de que pudiera seguir pensando en mi maestro y en sus lecciones, percibí que algo se acercaba a mi, un ataque veloz y probablemente letal.
La intuición hizo que saltara antes de que me alcanzara, y por poco lo hizo. Estando en el aire, vi con claridad el plasma relámpago de Aioria convertido en fugaces destellos.

Por supuesto que estaba asombrada en poder percibir dichos ataques, ya que eso significaba que mi cosmos iba en aumento y, según las lecciones de los 12, eso sólo significaba que estaba probando los efectos del séptimo sentido, lo que me otorgaba ver a la velocidad de la luz, pero por desgracia, aún no alcanzo en su totalidad ese "poder" porque mis movimientos siguen estando a la velocidad del sonido.

Corazón De Hielo, Voluntad De Hierro 《Camus De Acuario》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora