...Capítulo 80: Gritos en el silencio...

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PoV ~ROSELLE~

Me fue difícil levantarme de la cama la mañana siguiente. El sueño y el cansancio emocional resultaron ser más agotadores que cualquier entrenamiento, aunque sus efectos no eran tan fuertes o desagradables como una migraña provocada por el exceso de alcohol.

Sentía como el barco tomaba dirección rumbo al puerto y eso me ocasionó un cosquilleo en el estómago. Mi plazo en El Pireo había concluido y a medio día tendría que partir de vuelta al Santuario. Por fin regresaría a la vida que en verdad pertenece junto a mis amigos, mis compañeros y por supuesto, mi maestro.

Pensar en ello me llena de emoción, sin embargo, no puedo evitar sentirme triste porque una vez más, tendré que alejarme de mis otros amigos y de la tranquilidad de una vida “normal''.
La verdad, me duele tan siquiera recordarlo, pero esa era la realidad y tenía que asimilarla; aunque he de admitir que no sé si estoy lista para otra despedida indefinida, una vez más…

Escuché unos pequeños golpecitos afuera de mi camarote y me resultó extraño que alguien llamara a mi puerta. Toffy saltó de mi cama y ladró una vez, después olfateó el piso y saltó mientras rascaba la madera, lo que significaba que conocía a quien sea que estuviera del otro lado.

—Rosie, ¿estás despierta? ¿Puedo pasar?

Al oír la voz de Zully, me levanté de un brinco y caminé lo más rápido que pude hacia la entrada.
Cuando abrí la puerta, me encontré a mi amiga aún en pijama sosteniendo una bandeja de comida.
La miré de arriba abajo con el ceño fruncido y bastante confundida por su presencia.

—¿Qué haces aquí tan temprano? 
Se supone que es tu noche de bodas y deberías estar con tu esposo…

Sentí un sabor amargo en la boca de tan solo pronunciar esa palabra.
Sigue siendo tan extraño, tan surreal… Es verdaderamente increíble que llegáramos hasta este punto.

—Ya amaneció Rosie. Son las 07:00 de la mañana y por mera lógica, la noche de bodas ya quedó en el pasado.
—Pero eso no explica el por qué estás aquí.
—Simple. Quiero desayunar contigo y ayudarte a alistarte para tu regreso.
¿O qué no puedo pasar estas últimas horas con mi mejor amiga antes de que se vaya y no sepa cuándo nos volveremos a ver?

A pesar de que Zully ofrecía una dulce sonrisa, en su voz y en sus ojos podía notar el dolor que le causaba tener que despedirse nuevamente, y verla de ese modo tocó una fibra muy sensible en mi corazón.
Me hice a un lado y dejé que pasara, y en cuanto dejó la bandeja en la mesa, me lancé a abrazarla con fuerza.

Ella me correspondió inmediatamente y hundió su rostro en mi hombro.
Nos quedamos así por largos segundos y en completo silencio; no era necesario decir palabra alguna cuando ambas ya sabíamos exactamente lo que pensábamos o lo que sentíamos.
Cuando se alejó, noté como se limpiaba discretamente una lágrima de su mejilla, pero decidí no decirle nada para no ocasionarnos más penas.

La invité a sentarse mientras veía que había traído de desayuno, pero cuando destapé las charolas me quedé completamente inmóvil.
Era la comida más bonita que había visto en años: hotcakes en forma de osito con miel y fruta, sándwiches de jamón, queso y salchicha enrollados asimilando ser caracoles y huevos con tocino que dibujaban una sonrisa.
No podía ser posible…

—Justo como cuando éramos niñas, ¿recuerdas?

Zully se colocó a mi lado mientras tomaba un vaso de jugo, pero no tuve voz para responderle.
Lo recordaba bien. Ese tipo de desayuno era el que nos servían en la cafetería del internado los días especiales, en donde al menos por unas horas, nos hacían sentirnos queridos y que pertenecíamos a un lugar.
Ahora era yo la de los ojos llorosos y es que ese detalle valía por todo el oro del mundo… Debí sospechar que mi amiga haría algo como eso para hacernos sentir bien una vez más.

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⏰ Última actualización: Apr 15 ⏰

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Corazón De Hielo, Voluntad De Hierro 《Camus De Acuario》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora