PoV ~ROSELLE~
Cualquiera diría que el deber de una dama de honor es arduo y cansado, ya que se necesitan de meses de planeación para un evento del calibre de una boda. Por lo regular, el papel que se espera de ellas es principalmente ser la mano derecha de la novia, y eso involucra ayudarle en todos sus preparativos para el gran día, como la elección del vestido, la decoración, la comida y demás cosas; por fortuna, todo eso ya estaba resuelto, y mi trabajo sólo consistía en acompañar a Zully hasta el final y hacer que esta última semana sea lo menos estresante posible.
Por desgracia, me tomaba mis responsabilidades muy en serio, y eso sólo me ocasionaba frustración en exceso.
No recordaba haberme sentido así antes, ni con los arduos entrenamientos en Siberia ni con los exámenes finales en la escuela; esto era nuevo, y definitivamente no me gustaba.Es sorprendente como la vida cambia de un día para otro, dando giros que verdaderamente nunca imaginas que podrías llegar a experimentar; yo soy el claro ejemplo de ello, por más que me cueste admitirlo.
Un día, mis padres me arropan en la noche, al siguiente soy huérfana, luego paso años en un internado en otro país, después descubro que las leyendas de los caballeros son reales y que me convertiré en uno de ellos, y ahora… ahora me encuentro de vuelta en el lugar que me vio crecer, tratando de escribir un emotivo discurso para la boda de mi mejor amiga…Las ideas iban y venían a mi cabeza. Quería expresar lo más hermoso de mi en palabras, provocar que mis pensamientos conmovieran a todos hasta las lágrimas… pero aún no había nada, y eso me frustraba.
Llevaba toda la mañana sentada en los jardines del internado, escribiendo y tachando en una libreta frases sin sentido, con el canto de las aves, el movimiento de las hojas y la brisa cálida rozándome la piel.Era muy extraño volver a un lugar al que no imaginé regresar y al que ya me había hecho a la idea no iba a hacerlo nunca. Realmente me sentía rara, como si fuera una invasora en un espacio que nunca había sido mío…
Todo me parecía nuevo y desconocido, pero a la par muy familiar, como un sueño del que no podía despertar.Tres días tendría que permanecer aquí, tres días antes de que el prometido de Zully llegara y nos tuviéramos que alojar en el barco donde se iba a llevar a cabo la ceremonia… y en esos tres días no tendría que hacer absolutamente nada más que escribir el discurso del brindis y ayudar a mi amiga con los pocos pendientes faltantes.
No me emocionaba, pero era la mejor alternativa que tenía. Mi otra opción era el haber asistido a clases y tratar de recuperar una rutina con la que ya no me identificaba, pero honestamente no quise hacerlo. Lo consideré como algo inútil porque ¿para qué quería regresar a las viejas costumbres si de todos modos me iría en unos días?
Me sorprendió que los directivos no se percataran de nuestra llegada y que ni siquiera nos hicieran preguntas acerca de nuestra repentina presencia. Supongo que aún siguen bajo la poderosa influencia del control mental de los dorados, y sólo creen que nuestra visita es de entrada por salida, pero no quiero buscar explicaciones a lo inexplicable.
Sin embargo, a pesar de que no se nos esperaba y que propiamente no teníamos nada que cumplir con la institución en ese momento, si teníamos que seguir una regla fundamental durante nuestra estadía, y esa era el uso del uniforme.
Volver a ponerme aquel vestido fue algo aún más extraño que todo por lo que he pasado en estos años, y es que cuando me vi al espejo, no me reconocí en lo absoluto, e incluso me sentía algo incomoda y ridícula usándolo.Por más triste que sonara, ese estilo ya no era mío, nada de eso lo era. Lo mío, mi verdadero yo estaba a kilómetros de aquí, ya sea en la ardiente arena de entrenamiento del Santuario, o en el silencioso Templo de Acuario, o en las heladas tierras de Oymyakon; y mi ropa… mi estilo no era un bonito vestido café, sino un leotardo negro y medias azules junto con una armadura, vendajes y ballerinas, esa era yo.
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Corazón De Hielo, Voluntad De Hierro 《Camus De Acuario》
Fiksi PenggemarHan pasado casi 250 años desde la última Guerra Santa y los Caballeros de Athena se han vuelto sólo mitos y leyendas. Desde entonces, todos los guerreros de la esperanza fueron desapareciendo rápidamente hasta no quedar ninguno en existencia. La pre...