...Capítulo 69: Condena por el perdón...

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PoV Narrador Omnipresente

....Semanas después....

Asumir las consecuencias de los actos siempre es complicado, más cuando se tratan de eventos con buenas intenciones pero que aparentan todo lo contrario, y los aprendices estaban aprendiendo esa lección de vida con creces.

Sin embargo, de todas las adversidades se obtienen frutos al final, y eso era justamente lo que los chicos estaban obteniendo, demostrándose a sí mismos día con día sus límites y la clase de poder que eran capaces de poseer.

Los métodos habían cambiado, al igual que el potencial y el desempeño en el campo de batalla, todo por obra de la planeación que los mentores habían contemplado para hacer que sus sucesores tuvieran la oportunidad de explorar campos desconocidos y salir de su zona de confort.

Era una mañana cálida y tranquila, sin ninguna nube en el cielo ni vientos que acariciaran las pieles, sólo el sol en lo alto irradiando luz cegadora y acogedora. Roselle acompañaba a su maestro, descendiendo los escalones del Santuario y cruzando por los templos de Capricornio y Sagitario en total silencio.

A pesar de que Camus no pronunciara palabra en el momento, ella ya había sido advertida de lo que pasaría aquel día y ese era motivo suficiente para estar tan ansiosa como nerviosa. La chica jugaba con la callosidad de sus dedos mientras se preguntaba cuál sería el destino final de tanto misterio; y es que por lo que había entendido, Camus le tenía preparada una actividad peculiar para su entrenamiento, una que involucraba a algo o alguien.

Esa era la primera vez en mucho tiempo que iba a intentar algo nuevo, y aunque se sentía motivada, también había recelo en sospechar de las intenciones de su maestro para con ella.
Roselle sabía perfectamente que Camus seguía disgustado por el incidente del club, ya que en la mayor parte del tiempo a su lado, parecía estar más serio y callado de lo normal; lo sentía distante, sin ánimos de charlar y por más que ansiara escuchar su voz, respetaba su privacidad, aunque eso significara que su corazón se rompiera por la notoria indiferencia del ser amado.

Pero también la trataba con amabilidad, como siempre lo había hecho, y cuando cruzaban palabras, se mostraba verdaderamente atento con sus opiniones o necesidades. Esas acciones le encantaban a Roselle, ya que se sentía completa al saberse escuchada y querida por Camus; sin embargo, nunca se permitió pensar a profundidad en las motivaciones para que el caballero de los hielos eternos actuara de ese modo con ella.

Tan versátil, tan audaz...

Pensó Roselle, una de las tantas cualidades que veía en Camus y que le fascinaba explorar con cada día, aunque fuera a la distancia.

Miraba el movimiento del cabello de Camus con sus pasos y cómo el cerceta se iluminaba con el sol bellamente. Imaginó la tonalidad violeta en los ojos de su maestro y recordó cómo en sus sueños más de una vez había fantaseado con acariciarle su rostro con profunda devoción, deseando hacerlo en la realidad.
Roselle se distrajo en aquel reflejo de su mente hasta que se percató de su llegada a Escorpio, donde por fin, hicieron una pausa en su caminata.

—¿Por qué nos detenemos?
—Estamos esperándolos.
—¿Milo tiene algo que ver en el entrenamiento de hoy?
—No solo él, también su aprendiz.

Escuchar eso último le provocó a Roselle un desagradable sabor de boca.
Compartir tiempo y espacio con Bartok no era de sus cosas favoritas en el mundo, pero se veía obligada por muchas razones.
No había vuelto a dirigirle la palabra después de aquella bofetada y aunque el chico había demostrado un cambio en sus valores en los dos años que llevaban junto a los dorados, su relación era meramente cordial, y aún le guardaba cierto recelo por sus acciones en el pasado.

Corazón De Hielo, Voluntad De Hierro 《Camus De Acuario》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora