...Capítulo 64: Soy otro ser...

463 29 29
                                    

PoV Narrador Omnipresente.

....Meses después....

Las huellas plasmadas en la nieve se desvanecían casi al instante y el eco de sus pisadas era opacado por la suave ventisca que acariciaba sus mejillas.

—¿Estás segura de querer hacer esto?

Preguntaba la niña mientras sostenía la mano de la chica tratando se seguirle el paso.

—Muy segura. De otra forma no voy a poder saber si lo he superado.

La firmeza en su voz denotaba seguridad, decisión y poder, tal y como una guerrera debía de ser.
Roselle cargaba con un carrete de soga suficientemente pesado y resistente para contener a un animal salvaje, y es que tal vez en ese momento ella misma sería una fiera a la que buscaba proteger.

Gelena aún dudaba de las intenciones de la chica, pero confiaba en ella.
Por una razón días anteriores Roselle le pidió ser discreta y le había enseñado muchas cosas para que le fuera más fácil comprender el mundo.
Sus padres le tenían un gran aprecio y respeto a esa extranjera y no fue una sorpresa que le permitieran pasar gran parte de sus días con aquella persona a la que consideraba una heroína.

Esa mañana, Roselle recogió a Gelena de su casa y al estar solas, le hizo prometer a la niña que no diría nada de lo que pasara esa tarde.
Sin entenderlo del todo, Gelena lo juró, recibiendo como recompensa un beso en la frente y una mirada tierna; fue así como ambas se aventuraron a los límites del bosque, justo en el lugar en donde el mar y la tierra se volvían uno por el hielo y donde sus padres le prohibieron ir sin compañía.

—¿Qué no es...
—Si, es aquí.

Un escalofrío recorrió las piernas de Gelena al recordar aquella noche en donde pensó que iba a morir, pero alguien tomó su lugar y se arriesgó por ella.
Observó cómo Roselle caminaba sobre el mismo hielo que la había consumido para adentrarse en el bosque y elegir un árbol de grueso tronco y raíces fuertes.

La chica comenzó a desenrollar el carrete, rodeando el árbol y atando un extremo de la cuerda en el. Hizo nudos complicados y seguros, capaces de resistir la fuerza de lobos, tigres y osos polares.
Roselle se sentó en la nieve y Gelena sólo se quedó a su lado, tratando de averiguar por qué estaban ahí.

—¿Estamos haciendo algo prohibido?
—Es muy posible, pero también es necesario.
—¿Para quién?
—Para nosotras, pero sobre todo para mi.
No puedo irme sin hacer esto y qué mejor día para intentarlo que hoy.

Roselle le hizo un gesto a Gelena para que se sentara a su lado y así pasó. 
La pequeña trataba de entender todo, pero por más que lo pensaba, no sabía lo que la chica trataba de hacer; sólo la miraba mientras parecía perder sus pensamientos en el horizonte, con el ceño fruncido y ojos calculadores.

—¿Y por qué estoy aquí?
—No puedo hacer esto sin ayuda. Mi maestro no lo permitiría si se enterase y los demás... bueno, no lo entenderían.
—¿Y yo si?
—Aunque no lo creas, si.
Porque al igual que yo, aún tiemblas al recordarlo, y eso no está bien; debemos luchar y superar nuestros miedos y este es el primer paso para hacerlo.
Eres mi complice Gelena, mi compañera en esta aventura. La comenzamos juntas hace un año, es correcto que la terminemos juntas.

Gelena comenzó a sentir emoción en su interior, la adrenalina corría por su pequeño cuerpo y los nervios provocaban un baile en su estómago.
Posiblemente eso era lo más emocionante que había experimentado, y le gustaba; pensaba que tal vez podría algún día ser una heroína, tal y como la chica a su lado lo era.

Roselle se puso de pie y se retiró el pesado abrigo revelando su uniforme de entrenamiento, un atuendo que Gelena había olvidado y que al ponerle atención, no parecía ser muy cómodo.
Después, Roselle tomó el otro extremo de la soga para atársela en la cintura y al anudarla bien, se aseguraba de no podría soltarse.
Estando lista, caminó hacia el hielo, pero la voz de Gelena la detuvo por un instante.

Corazón De Hielo, Voluntad De Hierro 《Camus De Acuario》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora