...Capítulo 66: Juerga clandestina...

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PoV Narrador Omnipresente.

....Meses después....

Los días y las noches volvieron a ser cálidas. El sol bronceaba las pieles y la sombra de los árboles otorgaba un fresco respirar entre las abrumadoras calles de la ciudad.
Existían ciertas sensaciones de familiaridad, pero también había cosas nuevas en el ambiente, como la confianza y los lazos de fraternidad que poco a poco se fortalecían.

Aquella tarde, la mayoría de los aprendices pasaban su tiempo en Rodorio, sin ningún tipo de supervisión y con completa libertad a falta de la compañía de sus mentores, quienes consideraron prudente reunirse en un consejo para discutir sobre los avances de los entrenamientos junto con futuros proyectos que determinarían la evolución de aquellos que en algún momento, tomarían su lugar.

Roselle caminaba sola, preguntándose el por qué había tanto misterio con esas reuniones ya que en el fondo, tenía el presentimiento de que algo ocultaban, información muy importante que los involucraba a ellos como discípulos. Cada que algo así acontecía, su maestro evadía el tema y le prometía que algún día lo sabría, pero que no era su momento, ¿entonces cuándo lo sería?

Tiempo atrás, Camus le había prometido decirle cuanto fuera necesario para su entrenamiento, y lo había cumplido, lo juró por su honor... sólo por eso Roselle no había perdido la paciencia, pero su obstinación provocaba que le irritaran las respuestas ambiguas y sin sentido aparente.

Tenía que permanecer en una posición neutral y eso frustraba su curiosidad; deseaba conocer aquellos temas que de una forma u otra tenían que ver con ella, pero al final del día, sólo le quedaba conformarse con mirar por horas el templo del Patriarca, esperando a que los 12 caballeros dorados salieran de ahí, dando por concluida su reunión, pero a veces ese consejo tardaba horas...

Roselle recordaba la primera y última vez que conoció aquel lugar, aún sentía escalofríos, pero quería volver para desafiarse a si misma a superar aquella prueba que no logró concretar en su momento y hacer algo muy similar a lo que planeó el día de su cumpleaños; sin embargo, todos habían regresado y actuar de esa forma sería una sentencia de muerte segura.

Si la descubrieran... no sólo tendría que rendirle cuentas a su maestro, sino a todos los demás y sabía que no todos iban a ser tan comprensivos o benevolentes con ella y la verdad, era mejor evitarse problemas innecesarios, más si las cosas iban en tan buen rumbo como ahora.

La chica suspiró profundamente, deshaciéndose de cualquier pensamiento relacionado con el Santuario, era un día hermoso como para desaprovecharlo en suposiciones absurdas.
Algunas personas la reconocieron y le ofrecieron un saludo cortés, el cual respondió de igual forma antes de continuar con su camino.

No esperaba que la soledad fuera tan satisfactoria porque, a decir verdad, estaba disfrutando de su propia compañía. Su mascota se había quedado en su habitación, dormida y perezosa después de una buena comida, Aaron pasaba tiempo con su novia, James se alejó desde el inicio, Lara cuidaba de Abayomi y los demás... bueno, estaban concentrados en sus propios asuntos; después de todo, era uno de esos pocos momentos en donde podrían tener cierta libertad, aunque con un toque de queda algo estricto.
Pero se merecían un descanso luego de los entrenamientos y la rigurosa disciplina que recibían a diario, era justo y necesario despejar la mente y concentrarse en la más pura de las banalidades.

Momentos más tarde, Roselle se encontró con Euphi, quién aún portaba su uniforme escolar y cargaba con su mochila. Supo que la soledad de la que tanto disfrutó había llegado a su fin desde el momento en que vio a la chica correr hacia ella.

—¿Y los demás?

Preguntó la rubia después de saludarla pero no lucía desconcertada ni decepcionada por no encontrar a Milo cerca.

Corazón De Hielo, Voluntad De Hierro 《Camus De Acuario》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora