Corazón De Hielo, Voluntad De Hierro 《Camus De Acuario》

...Capítulo 7: Primeras impresiones...

PoV ~ROSELLE~

Esa noche tuve un sueño bastante extraño.
Me encontraba en el muelle sentada junto al anciano, como si nada. Había unos cuantos panecillos que el anciano estaba devorando y leche para acompañarlos.
Yo tenía el hipermito abierto en mis manos, justamente en las páginas de las constelaciones del zodiaco. Cambiaba constantemente las hojas sin razón,parecía que estaba buscando algo.

Sabía que era de noche, pero el cielo era gris y distorsionado.
Temblaba como la pantalla de una computadora con virus o como una televisión sin señal.
Los colores no eran sólidos ni brillantes, parecían más tonos sepias, eran opacos y parecía que se esfumaban.

Estaba consciente de que eso no era real, pero a la vez me sentía parte de ese entorno; pero lo más extraño es que esa lección nunca sucedió en la vida real.
¿El anciano estaría visitando mis sueños para darme una nueva lección?
De la nada, yo rompí el silencio entre ambos.

—¿Qué sucedió con los últimos caballeros dorados?
—Murieron, como era de esperarse.
—¿Cómo?
—Sacrificaron sus vidas.
Fue en la última Guerra Santa, en el inframundo. Ofrecieron sus vidas a cambio de destruir el muro de los lamentos.
—¿Y qué es el muro de los lamentos?
—Haces muchas preguntas niña.
El muro de los lamentos es aquel que separa el inframundo de los campos Elíseos.
En el sólo los dioses y aquellos que han recibido su gracia pueden entrar.
Sólo los que están bañados en sangre divina pueden cruzar.
El muro al estar en el inframundo se creía indestructible pero había una forma; la luz del sol, y las armaduras doradas fueron creadas a base de esa luz.
Están bañadas de energía solar gracias a que las constelaciones que representan están mas cerca de la órbita solar.
Por ello, los caballeros dorados elevaron sus cosmos y juntaron sus más potentes ataques para destruirlo; pero el cataclismo que este provocaría acabaría con las vidas de los que estuvieran ahí presentes.
—Entonces esa es la razón...
—Si.
—Hay algo que aún no comprendo.
¿Cómo es posible que 12 hombres unieran todos sus ataques en uno solo?
¿Qué no debieron de atacar cada quien por su parte?
—Creo que será mejor que lo veas tu misma.

El anciano tocó mi frente con su pulgar, como lo hizo la última vez que lo vi con vida en el mundo real, pero esta vez no hubo dolor ni ardor.
Sólo sentí mucho sueño, mis párpados se cerraron y me quede en oscuridad.

•✧•┈┈┈┈┈┈•✧• ❈ •✧•┈┈┈┈┈┈•✧•

Al abrir los ojos, me encontraba en algún lugar frío y lúgubre.
Había poca iluminación pero aún así, distinguía formas.

Mi cuerpo se sentía muy ligero, como si estuviera flotando.
Mire mis manos y para mi sorpresa no eran sólidas, podía ver objetos a través de ellas y mi cuerpo... me di cuenta que la consistencia era la misma, parecía un fantasma.
Era un fantasma.

Antes de que otro pensamiento surgiera en mi mente, un gran destello de luz me cegó.
Al ceder, me di cuenta que 12 hombres con armaduras de oro estaban enfrente mío y que de ellos surgía esa luz.
Me quedé muda, eran ellos... realmente eran ellos.

Mire a mi alrededor para observar que más había.
Detrás de mi, una inmensa pared con relieves de alzaba majestuosa e imponente, el muro de los lamentos.
Había 4 hombres más, con armaduras de colores diferentes, verde, rosa, azul grisáceo y plateada.

El de armadura verde tenía un hermoso cabello largo azabache, el de rosa era de cabello verde y en sus ojos se veía un alma pura, como si de un niño de tratase. Había un chico rubio con una diadema con alas de cisne y uno de sus ojos vendados, y el otro, en su diadema se distinguía un Pegaso. Tenía una mirada feroz y valiente, cabello y ojos castaños.
Los cuatro se veían muy jóvenes, tal vez de mi edad o menores, y derramaban lágrimas, parecía que se estaban despidiendo.