Capítulo 34

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-Hola emi- me senté frente a su lápida- ya tengo un nuevo novio- sonreí- pero contigo también en mi corazón, recuerdalo- me reí- fue muy bonito y al final no lo pedimos mutuamente, me gustó- sonreí- hoy volví a trabajar, ya era hora y tengo bastantes cosas acumuladas- puse mis manos en mi cara- pero todo se puede- levanté mi cara- él se va el miércoles y aún no hemos hablado de eso, la bendita distancia- empecé a cambiar el agua- esta noche lo invité a comer y sacaré el tema- levanté mis hombros- igual nosotros podemos, así como tu y yo pudimos ¿Verdad?- me levanté- nos vemos mi chocolate ojos de mar, te extraño- sonreí- ah, se me olvidaba. Tus papás también se van y yo creo que vienen a despedirse de ti pronto. También los voy a extrañar- limpié mis rodillas- Chao amor, nos vemos mañana.

Compré lo necesario para la cena y me fuí para el apartamento. Pasta carbonara con queso extra, vino tinto y pan hecho a mano, ese era el menú.

-Hola bonita- me dijo cuando abrí la puerta

-Hola bonito- le sonreí y lo abrace para después dejar un beso en su boca- cocine algo que te encanta.

-¿Pescado?- solté una carcajada.

-Claro, porque nos encanta- él rió- siéntate por favor.

-Gracias- la cena estaba servida, decoré la mesa con velas y pétalos de rosa, algo muy cursi.- ¡Que bonita decoración!

-Lo sé- moví mi mano y él rió- sigue porfa.

-Gracias preciosa- sonreí y nos sentamos a comer- Estaría tan feliz de comer esto todos los días de mi vida.- reí.

-Seguro te puedo enseñar para que la prepares en España- él sonrió.

-Seria muy útil- sonreí- pero nos tocaría por videollamada porque tengo que viajar mañana- bajé mi copa de la que estaba a punto de tomar.

-¿Mañana?- él asintió- ¿No era el miércoles?- negó con su cabeza- ¡Ay!- Hice un puchero.

-No estés triste, yo te vendré a visitar demasiado- acercó su silla a la mía-¿Si?

-Si- lo miré a los ojos- y yo iré a visitarte a ti- quité algunos mechones que caían a su frente- Te quiero.

-Yo a ti- sonrió- no sabes cuánto- sonreí y luego nos unimos en otro beso. Empecé a acariciar su espalda.- Deberíamos terminar de comer para tener más fuerza.

-Tienes razón- me reí y seguimos comiendo, en medio de charla y uno que otro beso.

Al acabar me ayudó a recoger la mesa y luego nos sentamos en el sofá a tomar vino.

-¿Entonces se va a casar?- asentí.- Y ¿Quién es el novio?.

-El que te había dicho bonito, el que trabaja con la federación de fútbol- él sonrió.

-Debe estar feliz-

-Lorena está dichosa- tomé de mi vino- y la abuela está encantada.

-Me imagino, la niña de sus ojos- entrecerre los ojos.

-No me quites ese mérito- se acercó a mi.

-Es que tu eres la niña de mis ojos- me reí.

-¿Y Lucía?- él se quedó pensando.

-Pues también, pero- me acerqué y me recosté en su hombro- bueno, mejor tu eres la mujer de mi vida.

-¡Uy! ¡Qué tal ese título tan espectacular!- levanté mi rostro y lo besé.

-¿Tratas de seducirme?-

-Probablemente- me giré y me senté sobre sus piernas- ¿Que opinas de eso?

Simplemente pasanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora