Capitulo 17 - Todas las nietas de Nina son guapas

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De repente, me encontré con los ojos abiertos. La habitación no era la misma ni en un millón de año. Todo estaba considerablemente más bello, pulcro, mágico. El momento era mágico. Max dejó de darme la espalda acostado en la cama, mientras que giraba para que quedáramos frente a frente, anatomía con anatomía. Eh igual, abrió los ojos, mientras que me miraba con dulzura y cariño. Siendo sincera, no sabía que expresión facial podría yo tener en ese mismo instante, pero si noté como sonreí quedamente, provocando en el una sonrisa algo similar. Entonces, entre uno de sus suspiros, y sin decir palabra alguna, tomó mi rostro entre sus manos, y me besó. Eso sí era un beso, un acto puramente de amor y cariño que el me quería entregar a mí, una de sus tantas sensaciones que se plasmaban en los labios y que me querían volver loca. En cierto modo, Max ya me traía loca. Y entonces.... Desperté.

Con un deje de dolor en la espalda por el incomodo colchón, me senté en éste mismo. Todo había sido tan solo un sueño... ¿Me alegraba o entristecía?

Miré hacia el otro costado de la cama; Estaba vacía, con las colchas enredadas entre sí. ¿Dónde se había metido?

-¿Max? ¿Dónde estas? - pregunté, sin recibir respuesta alguna.

Me levanté de entre las sabanas, y me encontré a mi media desnuda. Bueno, solo con el camisón y la ropa interior; Gracias Dios, que Max no esté aquí para verme así, dije mientras que me miraba en el espejo y descubría esa espantosa maraña a lo alto de mi cráneo.

El sonido de alguna clase de motor llamó mi atención. Me acerqué a la ventana, y con mis dedos aparté las cortinas de ésta misma. La escena era Max, con otro señor alto y escuálido. Max lo abrazó y palmeó la espalda, mientras que el señor reía con jubilo y miraba hacia la camioneta. Entonces, Max levantó la mirada hacia la ventana. Nuestras miradas se encontraron, y entonces él grito "¡Vamos a Nove!"... La camioneta ya estaba arreglada. 

- Tengo Hambre. - mascullé entre Dientes.

- ¿Gomitas? - Preguntó Max elevando a lo alto una bolsa llena de gomitas de gusano. Eran mis favoritas.

Le arrebaté la bolsa, mientras que sacaba un gusano Verde con Rojo y me lo metía a la boca. Max tan solo rió un poco, y mantuvo su vista en la carretera.

Exactamente Cincuenta y dos minutos A partir de que salimos del Motel, empezamos a ver a lo lejos los puestos de Nove, casitas y hasta dos escuelas, un jardín de niños y una primaria al borde de la carretera. Empezamos a Adentrarnos, hasta que ya estábamos por el centro de la ciudad.

- ¿Que tal si me dejas aquí en la florería para entregarle las cosas a Omar y te vas a la casa? - preguntó doblando en la calle del negocio.

- ¿No quieres llegar a descansar? - pregunté arqueando una ceja.

- Ely, eh vivido mis últimas semanas manejando una moto. - rió y sonrió tiernamente. - creo que podría sobrevivir un poco mas. - suspiró, y yo asentí con la cabeza mientras que el estacionaba la camioneta. Ambos bajamos del coche; el fue directamente hacia la cajuela, y yo me quedé en la cabina, yendo hacia el espacio del conductor.

- Nos vemos al rato. - dijo el dándole un ligero golpecito a la vieja carcacha.

Manejé tranquilamente hacia la casa. En no mas de cinco minutos, yo ya estaba estacionando la camioneta frente al porche de mi abuela. Bajé de la camioneta, con mi mochila al hombro, y caminé hacia la entrada; justo cuando iba a jalar de la perilla, la puerta se abrió. Isabella y Pauly me miraron con detenimiento, mientras que la morocha me rodaba los ojos. ¿Qué le pasaba a Paulette conmigo?

- ¿Hola? - arqueé una ceja. Ninguna de las dos me contestaron, tan solo se dispusieron a caminar por un costado mío, y me ignoraron olímpicamente. Volví la mirada, y vi como salían del patio de mi abuela, y sin decirse palabra alguna bajaban por la colina. ¿Que les pasaba?

Entré a la casa, y la encontré prácticamente vacía.

- ¿Abuela? - pregunté entrando en la sala.

- ¡Ely! ¡Estoy en la cocina! - respondió ella con un tono de voz de felicidad. Caminé hacia allá, y me la tope.

Vestida con un dulce delantal color menta y con Olor a chocolate, mi abuela metía una charola al horno. Sonrió al verme, y con el torso de su mano se secó las dos gotas de sudor que resvalaban por su frente gracias a la cercanía de ella con el fuego. Se acercó a mi y me dió un dulce beso en la mejilla, así como la palmeó dos veces.

- ¿Cómo les fue Ely? - sonrió, y entonces miró sobre mi hombro frunciendo el ceño. - ¿Y Max?

- Me dijo que lo dejara en la florería para dejarle las cosas que compramos a Omar. - sonreí, y ella asintió la cabeza con entendimiento. Caminó hacia la mesa central de la cocina, y comenzó a picar con un afilado cuchillo una zanahoria, siendo resguardada por una papa, la cual esperaba su turno para morir. Eso lo decía mucho cuando era una niña y pensaba que los vegetales hablaban entre ellos mismos. 

- Siempre tan dedicado... Estimo mucho a ese muchacho. - dijo mi abuela pendiente del cuchillo. Yo asentí con la cabeza, pensativa, mientras que me sentaba en una de las sillas altas de la barra de la cocina. 

- Abuela, Ahorita al salir me topé con Pauly e Isabella... - empecé. Ella inmediatamente levantó la vista, y me miró con detenimiento. Eso me había dado la respuesta a una pregunta que ni siquiera había efectuado con mis labios: estaba sucediendo algo con ella. Quizás algo de ella, conmigo. - ¿Sabes porqué actuó tan rara al verme? Ni siquiera me habló, solo hizo mala cara. 

Dejando el cuchillo por un lado, mi abuela me miró casi con ternura, como si toda esa situación le diera risa. Sin embargo, ¿Existía una situacion? Quizas me había vuelto loca, y realmente Pauly jamás me reveló los ojos, aunque... No, Elizabeth. Eso ocurrió, te regaló una cara de asco y se fue. No estas loca. No, no, no. 

- Creo que tal vez está celosa Mi cielo. - habló mi abuela para después reírse sigilosamente. - Tonterías, tu tan solo pásalas por alto. - sonrió una vez mas. ¿Ce... Celosa? 

- ¿Por qué Paulette podría estar celosa de mi? Ella es la Guapa de la Familia, no yo. - dije irónica, provocando en mi abuela desagrado. 

- Elizabeth, todas mis nietas son Guapas, no solo Pauly. - después, ablandó la mirada. - tienen de donde salir hermosas, ¿Que no has visto a tu abuela? - Eché una carcajada a los cuatro vientos, y mi abuela regresó con su cuchillo. 

- Ya enserio, tita. - hice una mueca. - ¿Por qué Pauly se mostró así conmigo? - mi abuela tragó gordo por unos segundos, y con un deje de paz interior esbozó sus palabras:

- Por Max . - sonrió de oreja a oreja, mientras que algo dentro de mi desencajaba. ¿Por Max? - Supongo que cree que Max te quiere, no lo se. - Eso, era pasarse de la Linea.

Me quedé impavida mirando a mi abuela sin realmente comprender todo lo que decía. ¿Pauly pensando que entre Max  y yo existía algo más?   

Una escritora sin amor - (Max Verstappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora