Capitulo 30 - ¡Oh cuál te adoro!

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- Entonces... ¿Gale vive en Fonseca? - pregunté con un hilo de voz, procurando no demostrar mucho interés, aunque de hecho me carcomía la intriga.

- Supuestamente. - Masculló Frank mientras que le daba un buen mordisco a su Helado de Chocolate. Cómo... ¿Cómo podía morderlo con tanto desdén? A mi tan solo el roce de la nieve con mis dientes me provocaba entumición. - Ese día estaba en Cova para visitar creo que a su hermana. No estoy seguro.

Tomé un gran bocado labio a labio de mi helado de Vainilla. Como tenía ya claro, odiaba el chocolate... era simplemente asqueroso, ¿No?

El que Gale viviera en Fonseca, y no en Cova como lo había pensado podrían significar varias cosas importantes que maltratarían a mi cabeza. Punto número uno: Vivía a treinta minutos. Solo treinta minutos. A veces, menos. ¿Treinta minutos para mí? Pasarme treinta minutos en un coche para solamente para llegar a un destino era cosa de todos los días en Boston; Para empezar, la escuela se encontraba a más de cuarenta y cinco minutos. ¿Treinta minutos? No lo son nada. Treinta minutos podrían significar el drama entre Pauly y Gale... o hasta entre Pauly y Yo.

Punto numero dos:... Bueno. Realmente solamente es el punto uno. Y con él, ya tenía más que suficiente.

- ¿Puedo preguntarte algo, Ely? - Preguntó Frank mientras que se sentaba en una de las mesas altas del café de Rosso. Me senté justo al frente, y asentí bastante animada.

- ¿Qué sucede? - Frank tragó gordo. ¿Qué podía ser? ¿Algo sobre Max? ¿Algo sobre lo que había ocurrido en la noche anterior mientras que mis locuras estaban desenfrenadas ya que no tenía cabeza? ¿Algo sobre Gale?

- ¿Crees que tenga oportunidad con Lucille? - Eso realmente no me lo esperaba. Ni en un millón de años.

Observé en sus ojos como un miedo a una respuesta negativa se presentaba dilatándose en su pupila. Chasqueé la lengua; no me atreví a mirarlo. ¿Por qué me lo preguntaba a mí? Solamente conocía a Lucy de hacía una semana cuando mucho, ¿No podía preguntárselo a alguna otra persona? ¿Alguien como Helena? ¿Pauly? Alguien que conociera más a Lucy, no alguien a quien solamente le había prestado un par de tacones. Y una falda. Y una blusa. Y maquillaje. Bueno... el punto es que no somos "así" de íntimas.

- ¿Por qué me lo preguntas a mí? - arqueé una ceja y coloqué mis codos sobre la mesa. El chasqueó la lengua y miró directamente hacia la mesa negra en la que estábamos sentados.

- Pues porque tú eres diferente. - ¿Diferente? ¿Eso que tenía que ver? - Conozco a Lucille, así como a Pauly, Sarah y ellas. Sé que si le hubiera contado esto a alguna de ellas, se lo dirían a Lucy. Y no quiero que se entere sin estar yo seguro de todo.

Eso parecía tener sentido.

Fruncí los labios sin tener pista alguna de que decirle; conocía a Lucille lo equivalente a lo poco que conocía a esas super estrellas pop, o hasta a los más populares de mi colegio: No me interesaban realmente sus vidas, así que me daba lo mismo. Lucille no era porque no me interesara, era más que nada porque nunca... nunca había tenido una verdadera amiga. Así que no sabía muy bien sobre todo eso de "Conocerse" y saber de gustos hasta el punto en que puedes llegar a decir si alguien le daría la oportunidad a otra persona.

La mirada de Frank, iluso e igual de tonto me hizo darme cuenta que él y yo teníamos mucho en común: él sufría la incertidumbre de no conocer los sentimientos de la persona que quería. Y así me sucedía a mí.

- Frank, yo a Lucy casi no la conozco. - Admití cabizbaja. - y no soy del tipo de chica que sabe lo que las chicas quieren. - Él tan solo alzó los hombros restándole importancia.

Una escritora sin amor - (Max Verstappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora