Capitulo 61 - Amor de verano

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Lucille me abrazó fuertemente, y yo no hice mas que lo mismo; sorprendentemente, aunque solo nos habíamos conocido por unas tres o cuatro semanas, me había encariñado con ella de un modo bastante fuerte.

— ¿Cómo estás? — preguntó con voz ronca y grabe.

Nos separamos del abrazo lentamente, aunque ella mantuvo sus manos en las mías, mostrándome apoyo. Hice una mueca con el extremo derecho de mi labio, pero luego asentí con el cráneo indicándole que me encontraba bien. Era la verdad; Después de que los doctores habían anunciado que mi abuelo estaba prácticamente fuera de peligro, sentí que mi pecho se desinflaba, dejando salir la tensión que tenía amontonada en mi cuerpo y poder respirar tranquilamente otra vez. Bueno, parcialmente.

— Que bueno que te mandaron a casa; te vez como muerta en vida Elizabeth. - Me mordí el labio, y justo después el sonido de la puerta abriéndose detrás de mi espalda captó nuestra atención. Max nos miró con detenimiento, y después le sonrió a Lucy. Había tomado un baño, se veía más fresco, aunque sin lugar a dudas se veía demacrado por tantas horas sin dormir y los cambios bruscos de horario. Tenía bolsas debajo de los ojos, sus párpados caídos, y unas ojeras de mapache -eso si, creo que estaba mas ojeroso que yo-.

— Hola Lucy. — Dijo Max sin moverse de la entrada de la casa.

— Que lindo es verte, Max. — Contestó la castaña, sonriendole brillantemente.

— Ely, ya hay agua caliente para cuando quieras tomar el baño. — anunció sin quitarme la mirada de Encima. Yo asentí, volví mi mirada hacia Lucy (La cual me miraba con ojos de "Oh Dios Mio, creo que ustedes dos se quieren bañar juntos"), y al encontrar eso mismo, me volví a Max.

— Gracias. — sonreí levemente. El asintió.

— Hasta luego Lucy. — Max sacudió su mano a lo alto, y Lucille se dedico a regalarle una sonrisa de entendimiento.

Cuando la puerta se cerró detras de Max cuando él estaba ya adentro, la chica atacó.

— Te ama, definitivo. — sonrió de oreja a oreja y cruzó sus manos sobre su pecho, sin quitarle la vista a la puerta donde previamente Max estaba de pie. — Aguantó mas de 3 viajes, desde Bélgica hasta Nove, muchas horas en avión, otras más en autobús, solo para acompañarte. — No me sentía de animos de pensar en eso dadas las circunstancias, pero esa observación de parte de la pequeña castaña me hizo sonreír. — Sabía que eso pasaría. Todos lo hacíamos. — ¡¿Qué?! Fruncí el entrecejo, e hice ademán de esbozar unas palabras, aunque me fue imposible porque realmente no sabía que decir. ¿Cómo...?

— ¿Por qué dices eso? — se me ocurrió decir al fin. — ¿Quiénes todos?

— Frank, Guilly... Ursulla y Diego hicieron una apuesta contra Helena y contra Pauly; ellos dos siempre dijeron que terminarían enamorados en Bélgica, mientras que Helena y Pauly seguían insistiendo que Tu te quedarías con Gale y Max con Sarah. — ¡Woow! ¡Eso si era nuevo! Comprimí mis labios, y parpadeé un par de veces, intentando mirar a otro lado para no encontrarme con los ojos nerviosos de Lucille. ¡Así que mientras yo sufría con besos robados violentos y caballos apestosos, ellos apostaban sobre nosotros!

— ¿Sarah y Gale...?

— ¡No! ¡Ellos no se enteraron de las apuestas! — suspiró Lucy. — Nos hubieran aniquilado vivos, a todos. — Eso si era extraño. — De cualquier modo, cuéntame, ¿Que pasó con Gale cuando llego al hospital? ¡Oh Dios! ¡Eso si debió de haber sido un drama de telenovela! — giré los ojos y reí siguilosamente mientras me mordía el labio y la miraba con cariño; era como una niña emocionada de 9 años atrapada en el cuerpo de una pequeña mujer de 19. O 20. Algo así tenía Lucille.

Una escritora sin amor - (Max Verstappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora