Capitulo 29 - El recuerdo mata

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Ely se quedó dormida plenamente sobre su cama, y yo aún no podía dejar de dar vueltas en la mía. ¿Qué había ocurrido? Primero me había encontrado pasando una noche espectacular al lado de Sarah. Ella era genial, y realmente me gustaba; era todo lo contrario a Alice, factor que me llegaba a reconfortar. Y luego, me besé con Ely. Bueno, ella me beso... sin embargo yo no la detuve. Jódeme.

No sabía que había ocurrido, tan solo la recordaba besándome, y me recordaba a mí del mismo modo en el que estaba en ese instante, preguntándome cosas como ¿Por qué no la detuve? ¿Por qué me sentí tan bien con él? ¿Por qué Ely me había besado? Eran demasiadas preguntas para una mente agotada como la mía, por lo que decidí mejor irme a dormir para intentar despejar mi mente.

No funciono Mucho.

No funciono. Fin.

A la mañana siguiente sentí los inicios de una jaqueca al latirme dolorosamente la sien del lado izquierdo. Así es como yo sabía que una jaqueca llegaría en menos tiempo del que siempre espero... Mierda. Joder. Mierda. ¡Odio las Jaquecas! 

Una de las cosas que disminuían el dolor era comer, por lo que me levanté de la cama y caminé por toda la casa hasta llegar a las escaleras y comenzar a bajarlas, escalón por escalón.

- Creo que ya me siento mejor... - habló ella, Y me detuve al instante.

Ahora, ¿Cómo le hablaría a Ely? ¿Con que cara? Todo se empezó a poner complicado: Vivía con ella, al menos en la casa de sus abuelos, y aunque bonita, no era grande como la de mis padres, por lo que no me podía esconder con facilidad. En mi casa en Belgica, si me enojaba con mi hermana, había un 30 por ciento de posibilidad que nos topáramos. El otro 70 era que no nos viéramos en todo el día, estando durante el mismo techo. Había tantos lugares a los que podía ir, que verla significaba mirarla de reojo a lo lejos en el patio, o escuchar su voz a través de la puerta de su habitación. Allí no podría hacer lo mismo.

Tenía que armarme de valor para hablarle. Solo había sido un beso, un insípido beso que no significo nada... Nada. Había sido Insípido. Sí, Max. Había sido insípido.... Repítelo mil veces y al final te lo terminarás creyendo. No importa que no sea la verdad.

Bajé las escaleras.

- Buongiorno Max. - Sonrió Nina apenas me vio bajar. - Vuoi Fare Colazione?

- Por favor. - contesté yo. Ely me miró de reojo, y volvió a su posición anterior: ocultando su rostro entre sus manos. ¡Mierda! ¿Se sentiría mal por lo del beso? ¡Eres un genio Verstappen!

Me senté en la primera silla desocupada que vi, justo al frente de ella. Tragué gordo al ver que no se disponía a levantar la cabeza. Nina llegó con un plato con el desayuno en sus manos, y lo dejó frente mío; Me besó el cráneo y sonrió de oreja a oreja mientras que iba y se sentaba en la cabecera de la mesa.

- ¿Ya te sientes mejor principessa? - preguntó la abuela a su nieta estirando su brazo y tomándole la mano.

- Másomenos. - se volvió a tocar la cabeza. Y me miró. Me regaló un solo vistazo con el que me dijo todo: Recordaba el beso. Ella lo recordaba perfectamente. Sus ojos, los cuales me miraron no muy gratamente, me lo admitían. Ella recordaba todo...

<<Elizabeth Lanteige>>

... No recordaba absolutamente nada. Y eso me frustraba de un modo inexplicable.

No le podía decir a mi abuela "¡Hey! ¡Adivina que! ¡Anoche no se ni siquiera lo que hice, así que prepárate porque puedo salir con embarazo, alguna enfermedad o hasta fotos vergonzosas porque no sé lo que hice!" y tampoco me atrevía a mirar a Max a los ojos, porque lo más seguro es que él hubiera tenido que cuidar de mí en la noche. Claro, lo más seguro es que el me llevara a la habitación, el estuviera pendiente de mi durante toda la noche hasta que me tranquilizara...

Una escritora sin amor - (Max Verstappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora