Capitulo 36 - Momentos incomodos, recuerdos tormentosos, propuestas vergonzosas

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Una escritora anti-romance. No estaba mal estar sola después de todo, no tomando cómo referencia la historia entre Sebastiane y Elena. Ella lloraba desconsoladamente en su habitación, mientras que Sebastiane estaba siendo apuñalado por el padre de su amada. Ella se casaría con un adinerado dueño de una villa entera, mientras que el, pordiosero, sin poder ofrecerle más que una migaja de pan día tras día, se quedaba solo. Bueno, era cuestión de lógica: Por más enamorada que pudieras estar, no lo dejarías todo por amor; tienes que ver a futuro, ver por los hijos que quisieras tener, tal vez la vida que te gustaría llevar. Si Elena consiguiera escapar con Sebastiane, y si llegasen a tener hijos, entonces se morirían de hambre. Si se mueren de hambre, se ponen de mal humor. Estar de mal humor provoca discusiones, lo cual significa básicamente una vida infeliz, pobre, mediocre y sin frutos. Esa maldita película me estaba haciendo pensar de más.

Ronny secó sus lágrimas cuando las letras blancas en el fondo negro aparecieron en la pantalla, mientras que yo la miraba fría, sin comprender mucho el final. ¿Terminaron juntos? ¿Quizás separados? La última escena había sido tan solo la vista del mar donde se conocieron, ¿Después? las infinitas letritas del final. Y ya, listo; se había acabado todo.

- Que amargada. - Ronny se quejó. - ¿No te tocó ni una fibra de tu ser?

- Elena era Masoquista, Renata. - hablé claro y fuerte. - Es estúpido sufrir por placer. - Ronny suspiró, y me ignoro para después seguir sollozando un poco en silencio.

Me levanté de la alfombra, y me dispuse a sentarme en la cama, sin embargo el sonido de mi celular en el escritorio cambió mis planes. Caminé hacia él, y me topé con una llamada de Lucille. Extrañada - por la hora - contesté deslizando el dedo sobre la pantalla.

- ¡Ely! - La voz de Lucy detonaba desespero y alucinación. Fruncí el ceño, desencajada.

- ¿Lucy? ¿Pasó algo?

- ¡Necesito Verte! ¡Ahora mismo! - sus gritos de nerviosismo me transmitieron eso mismo: nervios. Miré por sobre mi Hombro como Ronny estaba enrollando el cargador de su laptop para irse arriba a descansar.

- ¿Por qué tanta urgencia? - pregunté mirando a mi hermana. Ronny elevó los ojos, y juntó las manos colocándolas a un costado de su rostro, diciéndome a modo de señas que se iría a dormir. Yo asentí, y ella sonrió mandándome un beso de buenas noches en el aire. Sonreí, y una vez que Ronny cerró la puerta detrás de ella pude respirar tranquila. - ¿Sucedió algo malo?

- Depende de tu punto de vista. - dijo impaciente.

- ¿De qué estas ha...?

- ¿Puedes salir? - me interrumpió.

- ¡¿A ésta hora?! - dije apartando el celular de mi mejilla para ver el reloj; 1:36am. Eso definitivamente debía de ser algo importantísimo como para tener tal grado de desfachatez. Devolví el celular a mi oreja.

- ¡Ya! ¡Ya estoy a una cuadra de tu casa! - ¡Esta chica si que estaba loca!

- ¡Tienes problemas mentales!

- ¡No me dirás lo mismo cuando te cuente de lo que me entere! - dijo conteniendo el respiro; yo me sentí intranquila entonces. Contarme exactamente, ¿Qué? ¿Qué podría ser eso tan importante que tenía para decir? - Sal, hablamos en el patio. - Después de eso, colgó.

Fui hacia el perchero de la puerta y tomé una pequeña frazada. Salí de la habitación, y caminé por el oscuro y solo-iluminado-por-la-campana-en-la-cocina pasillo, hasta llegar a la puerta principal. Procuré abrirla lo más quedadamente posible para evitar los ruidos. Cuando la abrí, allí se encontraba Lucille con su cabello desaliñado y sus ojos saltones con ojeras. Abrió la reja del patio, y caminó hacia mí apresuradamente.

Una escritora sin amor - (Max Verstappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora