Capítulo 12 - Conelly

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"Okay... No sé qué ocurre conmigo.

Max a estado en mi cabeza desde que me dejó sola en la playa. A partir de ahí, no he podido pensar en absolutamente nada, aparte de él, su sonrisa, y sus palabras. ¿Habrá sido honesto, o solo lo dijo por compromiso? la verdad, la segunda opción parece más realista y coherente. El que alguien me dijera hermosa, alguien externo a la familia, ya era una incógnita, y si se trataba de Max, era el doble. Y... ¿Era necesario aquel beso en la mejilla? No lo sabía, solo que me había hecho sentir tantos cosquilleos, que hasta asco me dio. Pero, no en el mal sentido, si es que existe uno bueno.

Max a veces puede ser el chico más insoportable del mundo, engreído y alzado, aparte de que él y yo no congeniábamos mucho. Fuera como fuera, quitando eso a un lado, era tierno, amable y noble, aparte de bonachón, el típico mejor amigo que las chicas desechan. Quizás por eso Alice, su ex novia, y según él, el amor de su vida, se tuvo que meter en la cama con otro chico... Okay, fin."

Cerré la laptop entre mis piernas, mientras que me quedaba sentada aun en la cama. No había visto a Max en todo el día, ya que mi abuelo le había pedido de favor que le ayudara con la arreglada de la florería, pintando, colocando tablas, entre más. Se la había pasado todo el día en el centro del pueblo, y yo no había salido de mi habitación mas que para comer.

- ¿Ely? - la voz de mi abuela se escuchó por detrás de la puerta. - Ven un segundo cariño. - dijo para después alejarse (y eso lo supe gracias a que sus pasos se escuchaban cada vez menos fuertes).

Salí de la habitación, y fui directo hacia la sala, donde mi abuela se encontraba tejiendo. Yo sonreí, y me detuve frente a ella.

- ¿Que necesitas nina?

- Ve a dejarle este papel a tu abuelo, ¿Si? Dile que es el cerrajero, que lo llame porque tiene que venir de la ciudad y quiere aprovechar para verlo para el asunto de la nueva cerradura. - yo asentí la cabeza, y tomé el papel que mi abuela había extendido en su mano. Acto seguido, crucé la sala, hasta llegar a la puerta y salir desairada hacia la calle.

Caminé costa arriba, intentando parecer tranquila y centrada, aunque todo dentro de mí estaba totalmente al revés. Max. Max Max Max. ¡Maldito Max! ¡Sal de mi cabeza!

Max...Max. No sabía ni que decir; ¿Por que de repente era un tierno, y al segundo siguiente se veía tan indiferente y maniático? «Ese chico sí que me causa dolores de cabeza...».

Siendo apenas las 6:30 de la tarde/noche, una tenue luz solar chocaba en ángulo de picada hacia el pueblo, con tonos anaranjados que no cegarían ni a una mosca. Tenía ganas de ir a la playa; amaba ver los atardeceres. Si me daba tiempo, saliendo de la florería iría directamente hacia la arena.

Continué caminando, sumergida en mis pensamientos, hasta llegar a la calle principal. No habían casi carros, eran extraños en el pueblo; la mayoría los utilizaba tan solo para ir a la ciudad, que se encontraba a hora y media de Nove.

Caminé por toda la principal, hacia el este. Allí doblé la esquina, de nueva cuenta colina arriba.

La gente alegre de Italia iba sin preocupaciones, totalmente ajenos a cualquier tipo de preocupación.

De nueva cuenta, doblé otra esquina, y a tan solo 3 locales, se encontraba la florería, con la puerta de vidrio abierta.

Era un pequeño local, muy acogedor y pintoresco. Tenía hermosas flores en gabinetes, desde rosas rojas y azules hasta girasoles, entre otras flores exóticas. Al fondo, detrás del mostrador, se encontraban arreglos que mi tía Dinn, junto a mi tía Ginna, hacían como hobbie, y los vendían.

Siendo el negocio familiar, siempre estaban ahí todos metidos, desde tíos hasta los hijos mayores de todos.

Aquel día, aquellas flores y arreglos no estaban, ya que se podían llegar a intoxicar o hasta a marchitarse por el olor a la pintura. Max Salió desde la bodega. «Mierda» pensé nerviosa.

- ¡Principessa! - dijo mi abuelo con voz alta saliendo detrás de Max. El rubio me miró, y sonrió. Mi corazón se detuvo en una fracción de segundo. - Cosa ci fai qui? - «Cosa... Ci... Faque?» lo miré aturdida, y el soltó una carcajada. Mi primo Omar se rió, mientras que Max iba y tomaba una brocha para seguir pintando los estantes de blanco. - ¿Qué estás haciendo aquí? - reiteró mi abuelo, para que pudiera entender.

La florería estaba de cabeza; habían periódicos extendidos a lo largo de todo el suelo, largas escaleras - en la parte del fondo de las escales se encontraba un pequeño tragaluz, solamente que estaba a una altura más arriba que el nivel de toda la pared. - botes de pintura vacios por todas partes, así como brochas, clavos, tornillos, entre otras cosas para poner los estantes en la pared.

- ¡Ah! - exclamé entendida. - Mi abuela me dijo que te diera este número, y que llamaras. - saqué el papel amarillo del bolsillo de mi short de mezclilla negro, y lo extendí en mi mano. Él lo tomó frunciendo el ceño. - es el cerrajero, llamó y dijo que iba a pasar por el pueblo. Quería ver si podía pasar para lo de él nuevo cerrojo de la puerta, el que tanto querías. - sonreí, y el asintió la cabeza repetidas veces, emocionado. Yo sonreí de oreja a oreja, mientras que el me besaba la frente. - Gracias Elizabeth. Aspetta qui! Non vanno, Chiamerò. - dijo sonriente mientras se alejaba a paso lento hacia la bodega. Aunque tenía conocimiento en el italiano, había momentos en que parecía que mi traductor personal se quedaba en modo "pausa".

- ¡JAJA! - rió alocadamente Omar. - dijo que no te fueras, que haría la llamada y que ahorita regresa. - sonrió, mientras continuaba pintando. Max me miró de reojo, y yo lo miré del mismo modo. Ambos apartamos la mirada, espantados al encontrarnos con la mirada del otro.

Estuve tonteando unos cuantos minutos, hasta que mi abuelo salió de la bodega, aunque su cara no era de total relajación.

- ¿Todo bien? - pregunté al ver su rostro mortificado.

- Si... Solo que, Iviann vendrá el martes, pero no viene de Conelly, viene de Vila. - Vila, era otro pequeño pueblo costero, justo igual que Nove, y Conelly era la ciudad más cercana al pequeño pueblo donde vivíamos.

- ¿Eso está mal?

- No que esté mal, es solo que necesita unas cosas de la ciudad, y no puede conseguirlas en Vila. Y tampoco puede ir a Conelly, o si va, me cobraría por el viaje. - hizo una mueca. Tanto Omar, como Max dejaron la brocha en la base de la escalera.

- Ulises... ¿Qué tal si voy yo mañana a la ciudad por lo que necesites? - preguntó Omar.

- A ti te necesito aquí Omar, eres el único que sabe enteramente de construcción. No podemos retrasar la reinauguración de la florería. - hizo una mueca.

- Yo puedo ir si quieres. - me ofrecí, y él me miró pensativo. - de cualquier modo, quería planear un pequeño viaje a la ciudad en los próximos días. Ya me acabé los dos libros que traje en el viaje, me volveré loca si no encuentro otro.

- No quiero que vayas sola Ely... - se quejó mi abuelo. - la vieja camioneta está fallando, ¿Qué tal si te quedas parada en media carretera? - hice una mueca.

- Yo la acompaño. - dijo Max de repente. Levanté la mirada asustada. Max veía a mi abuelo, el cual de repente sonrió de oreja a oreja. - termino hasta tarde hoy de pintar, y que lo poco que deje lo pinte Leo o alguien. Voy con Ely a la ciudad, se de mecánica y de carros más que de mi mismo, sabría perfectamente qué hacer en algún percance.

- ¡Perfecto! - exclamó mi abuelo emocionado, mientras que yo seguía plasmada por el shock. - ¿Te parece bien Elizabeth? - giró su cabeza, y me miró. Yo levanté rápidamente la mirada para verlo, y asentí la cabeza tres veces. Emocionado, aplaudió ruidosamente dos ocasiones seguidas.

- Un lavoro!

Una escritora sin amor - (Max Verstappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora