Sus ojos caramelo, su cabellera que, ante los fulgurantes rayos de sol se notaban con destellos rubios. Sus labios carnosos creaban una sombra paralela en su mentón, y sus manos se veían más masculinas que otros días. Sus grandes brazos, que yo solamente deseaba que me protegieran ante todo... Suspiré. ¿Por qué tenía que callar lo que sentía?
'Es absurdo, - dijo Cloretta con sus grandes ojos de azucar. - Un amor callado es como un regalo con sin abrir, como un vestido en bolsa, o como un día soleado de verano en la escuela por malas notas. -
- Pero minimo, es amor.
- Sí... - suspiró Cloretta al notar la displicencia de Acuazul respecto al tema del hombre de la chaqueta negra que la había hecho suspirar por las noches. - Mínimo es amor.'
Minimo es amor. Era amor, ¿Cierto? Eso no podía ser capricho, un capricho ante la necesidad de ser amada y querida por alguien. Esto tenía que ser amor, porque si no lo era, ¿Que era entonces?
Me levanté de aquel tronco hueco y caminé por el borde del lago, sintiendo los rayos de sol de medio día cegarme ante su brillo. Parpadeé un par de veces, y simplemente caminé hacia lo que parecía un viejo 'adnato'.
Gracias Abuelo Ulises, pensé con una sonrisa cortando la corteza de ese árbol.
En unas vacaciones de Verano, mi abuelo se dispuso a enseñarnos a mi hermana y a mi todo lo que el sabía sobre los arboles. Nos mostró enciclopedias, hicimos excursiones, y hasta recorrimos kilometros solo para encontrar cierto tipo de planta que crecía en cierto lugar. Mi abuelo siempre había sido un hombre asido, y eso lo demostraba mas o menos en todos los sentidos de su vida.
Un arbol Adnato, son dos arboles que crecen conjuntamente al mismo tiempo, en otras palabras, ambos árboles se entrelazan.
En ese momento, quisiera ser un árbol.
Recuerdo perfectamente las palabras de mi abuelo la tarde en que, caminando por el pequeño bosque situado a la deriva de la casa de mi tía Dinn, Omar, mi abuelo y yo encontramos uno. Como nosotros éramos unos pequeñuelos que no comprendíamos lo que decía, y el era un hombre que no sabía como explicarse, nos dió un ejemplo que aclaró todo:
"Imaginense que este arbol es su abuela Nina - dijo tocando el tronco mas delgado - y que éste soy yo. - Movió su mano del tronco delgado al grueso, el cual estaba justamente al lado, sin haber distinción de espacio. - Estos dos arboles, crecieron juntos y entrelazaron sus troncos a este altura - Mi abuelo se incó a cuclillas, y tocó el tronco justo a la altura de la curva, donde los dos troncos se comenzaron a entrelazar entre sí. - Así es como han ido creciendo, y han madurado durante toda su vida: Juntos. Y así hasta que la ultima hoja en otoño caiga, seguirán unidos. Así como su abuela y yo... es un lazo inquebrable..."
Un lazo inquebrantable. Que romántico joven debió de haber sido mi abuelo al enamorar a mi abuela, ¿No?
- ¿Qué piensas? - eche un corto vistazo sobre mi hombro, y me encontré con Max de pie, a una distancia de dos metros de mí. Me había recargado en el tronco del árbol adnato sin darme cuenta, volando en los recuerdos de mi infancia con mi abuelo. Negué repetidas veces con el craneo, y me di media vuelta recargandome en el tronco y dandole la cara a Max.
- En mí abuelo. - dije con añoranza. - En cómo siempre se ha preocupado por dejar en sus nietos algo de él. - Max frunció el ceño sin comprender mucho a lo que me refería.
- ¿Por qué piensas en esto ahora? - bajé la mirada hacia la tierra con rocas, y sonreí.
- En un verano, nos enseñó sobre arboles. - Me alejé del tronco, y acaricié su corteza casi con cariño, áspera y engañosa. - Éste es un Adnato, dos árboles que entrelazaron sus troncos entre sí. - Sonreí, y miré hacia la copa del frondoso árbol. - ...Así es como han ido creciendo, y han madurado durante toda su vida: Juntos. Y así hasta que la ultima hoja de cada otoño caiga, seguirán unidos. Así como... - me callé, y miré a la nada pura. No podía completarlo con un perfecto "tu y yo".
Max no dijo nada, y tan solo suspiró mirando también el árbol; yo lo observaba de reojo.
- Sabes muchas cosas... me sorprendes. - dijo mirando hacia la copa del árbol.
- Naturalmente. - sonreí, y él soltó una risa entre dientes.
- Si... Naturalmente me gusta.
El viaje de regreso en caballo fue mucho más tranquilo. Max y yo no emitimos palabra alguna, todo era disfrutar de la vista, de la compañía y del sol. Yo disfrutaba de la compañía de Max, aunque no supe nunca si el disfrutó de la mía.
Que estupidez.
Cuando volvimos al establo, un hombre con sombrero de campo y ropa de jardinero llegó y tomó a Sal de las riendas. Max le agradeció, y con su mano en mi espalda fuimos hacia la casa. Entramos por la puerta trasera, llegando directamente a la cocina, donde Hilda estaba con un delantal al frente de su cuerpo, lleno de harina entre otras cosas que no pude diferenciar bien.
- ¿Quieren agua? - preguntó inmediatamente después de vernos.
- ¿Tu quieres El...? - el sonido de la puerta estrellandose contra el marco nos sacó a todos de nuestro lugar. ¿Qué era? ¿Habría sido el viento o una persona? Hasta la pregunta era tonta. El clima estaba totalmente perfecto, y aunque no lo estuviese, ese portazo había sido más fuerte de lo que el viento podría causar.
Max miró a Hilda con una clase de ojos que no pude descifrar; el sí sabía que estaba pasando.
De repente, sin decir nada mas, una chica con el pelo totalmente empapado, los ojos con delineador negro esparcido, y su ropa totalmente sucia y mojada apareció en el umbral de la cocina. ¿Quién era esa chica?
- ¡Jennelle! - gritó Max, provocando que mis ojos se ensancharan: Era la tercera hermana Verstappen.
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Una escritora sin amor - (Max Verstappen)
FanficElla es una chica llamada Elizabeth. Con 19 años busca entrar a la universidad con una beca estudiantil para literatura, pero al descubrir que su beca ha sido reducida, se encuentra con un pequeño concurso de la misma institución que puede hacer que...