Capitulo 54 - P.E.R.D.O.N.

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-Elizabeth Lanteige-

No tenía ganas de nada mas, aparte de levantarme de esa mesa e ir detrás de Max, para abrazarlo y hacerle notar que yo estaba ahí para él. Pero puse mi orgullo por delante, tragándome todas las ganas de eso, y me quedé sentada, observando como todos miraban a Max desencajados. ¿Qué había ocurrido? Sentía como había metido la pata, y hasta el fondo. Mas bien, sabía que lo había hecho.

- Ely... siento esto, en verdad. - La mirada de la madre de Max era perdida, confundida y dolida. Podía saber que aquella no era la primera vez que Max hacía una rabieta de esa naturalidad. - Son situaciones fuera del alcance de cualquiera de nosotros. — Dijo ella posando sus ojos en cada uno de los individuos de la mesa. ¿Fuera de su alcance? ¡¿De qué alcance?!

Preferí quedarme callada ante esas palabras. Después de una conversación totalmente vacía y sin profundidad, Max apareció de nuevo en el comedor, mirándome con los ojos cristalinos, como si quisiera soltar lagrimas; eso simplemente, me mató.

- Ely, cielo, ¿Puedes venir? - No estaba segura de que era lo que mi rostro detonaba, pero sabía que me había quedado helada en mi silla. ¿Cielo? Vamos Ely, solamente está actuando; me recriminó una voz en mi subconsciente. Yo era su novia, una novia vilmente falsa. Nunca me había arrepentido tanto de una promesa que había hecho.

- Claro. - dije con mi rostro totalmente inexpresivo. Me levanté de la mesa, y rodeé el comedor hasta llegar al lado de Max, el cual tomó mi mano una vez que estuvimos juntos. Sin decir una palabra me miró, y se dio media vuelta caminando hacia la puerta principal. Salimos hacia el patio, y una vez afuera solté su mano. Fuera de la vista de su familia ya no tendría que fingir, ¿Verdad?

- ¿Que quieres? - Me crucé de brazos, y caminé por el camino de piedra rojiza que estaba rodeado por arbustos iluminados con luces. Escuché su bufar desde mi espalda; me importó poco. Estaba más que decidida a hacer de nuestra relación meramente para lo necesario: mientras más rápido pasara el tiempo, mas rápido me iría de ahí y tendría que dejar de fingir.

- Lo siento. - sus palabras crearon eco en el ambiente, haciéndome sentir la vibración de cada una de ellas. - Yo... Yo solo lo siento. - volvió a repetir.

No dije nada, simplemente miré hacia el deportivo amarillo que Caroline tenía. Bastante bonito.

Los minutos pasaron, y gracias al rítmico golpeteo de su pie derecho con el piso, pude adivinar que estaba más que desesperado por una respuesta mía.

- Perfecto. - dije en un unitono, sin demostrar ninguna emoción en especifica. El se quedó callado, y yo me di la media vuelta para encararlo. - ¿Algo más?

- No me perdonarás jamás, ¿Verdad? - yo negué con la cabeza, tan pronto como el terminó su frase.

- ¿Eso es todo? - él se alzó de hombros, y sin más yo caminé de nuevo hacia la casa. Estaba decidida a entrar y olvidarme de esa conversación, pero justo cuando iba pasando por su lado, el me tomó del brazo, jalándome en una vuelta he impulsándome a ir hacia su pecho. Mi respiración se tornó confusa, todo era confuso, mas estando a tal cercanía. Sin preguntar, ni dar aviso previo, tomó mi rostro entre sus grandes manos y me besó de nuevo. Al inicio fue un beso violento, desesperado, pero en el segundo intento de invasión con lengua, el beso se tornó suave, como una caricia dulce. El elixir era todo, ese sentimiento me demostraba un millón de cosas. Encontraba enferma la idea de que solamente yo sintiera eso, ¿Cómo es que yo lo siento tan fuertemente, pero él no siente nada sobre mis labios? Ese tenía que ser un castigo.

Pero estaba mal, estaba equivocada en dejar que el beso llegara a mas que labios o tacto sutil. Interpuse mis brazos entre nosotros, y lo empujé lejos de mi. Respiró con dificultad, y tenía sus labios rojos, hinchados, a punto de explotar después de santa guerra. Me sentí vacía; estar compartiendo oxigeno y después a metro y medio de distancia no se sentía nada bien.

- No tienes el permiso de volver a besarme jamás en tu vida. - escupí con desprecio. - ¿Lo entiendes, Verstappen? - el sonrió con malicia. "Cualquier chico se ve mas sexy después de un desgarrador encuentro de labios", ahora entendía perfectamente a lo que Ronny se refería.

- No necesito permiso, los prefiero robados. - lo miré, incrédula. Mi boca se abrió por la sorpresa, y parpadeé un par de veces mas. Sin decir una palabra más, entré a la casa.


Por primera vez en mucho tiempo, había dormido con la tranquilidad de un gato holgazán. La cama del cuarto vacío del departamento de Victoria resultaba más cómodo de lo que sospechaba.

Me encontré a mi misma sin querer abrir los ojos, negándome prácticamente a la realidad en la que me encontraba ahora: fingiendo ser algo que no era, pero moría por ser, y al mismo tiempo odiando a la única persona que había llegado a amar en toda mi existencia.

Me acosté boca arriba, y miré hacia el techo blanco. 'vamos ely, hora de despertar' me dije al sentir en mis piernas la necesidad de caminar. Estiré mi empeine y engarroté los dedos de mis pies, antes de descubrir algo bastante inusual: Una rosa Blanca, recostada suavemente en la almohada blanca que tenía al lado. Me senté en la cama, y tomé la rosa, examinándola. ¡¿De donde mierda había salido esa cosa?!

- ¿Victoria? - pregunté apartando la vista de la flor que tenía en la mano, y mirando hacia la puerta. Pero entonces, descubrí algo aun mas intrigante. En la puerta de la habitación, había un globo rosa pegado, con la Letra "P". ¡¿"P"?! ¡¿Qué mierda sucedía ahí?! Sin soltar la rosa me levanté de la cama, buscando con los pies mis pantuflas. Caminé hacia la puerta, y la abrí sin despegar el globo de ésta. Cuando lo hice, miré por el pasillo. Había un globo azul pegado en la puerta del baño, con la letra "E". Pe...

Caminé por el pasillo, dopándome con un globo amarillo en la puerta de la habitación de Nathalie, con la letra "R". Per... ¡Dios Santo!

La habitación se abrió en la sala, donde encontré un pequeño ramo de 4 rosas, dos rojas y dos blancas, atadas juntas por un pequeño listón con fibras transparentes blanco. Justo detrás, en la ventana, habían otros dos globos por cristal, una con la letra "D", y otra con la letra "O". Me dí media vuelta, y me topé con un globo blanco con la letra "N" en la puerta. "P.E.R.D.O.N."

Me quedé atónita mirando hacia el globo numero 6. De repente, todo tomó sentía. "Verstappen pensé y sonreí. Era el idiota más elocuente y dulce con el que me había topado.

Entonces, noté una pequeña flecha roja pegada justo debajo del globo, señalándolo. Me acerqué a la puerta, y despegué el globo. Lo giré, pero no encontré nada aparte de un pedazo de tape pegado en la parte posterior. ¿Qué...? Entonces, se me ocurrió abrir la puerta. Con rapidez giré la perilla, y observé el vestíbulo del piso. Justo en medio de toda la habitación se encontraba una gran mesa redonda, y sobre ella un florero, con infinidad de lilas de distintos tonos. Lilas, mis favoritas. ¿Él lo sabía todo acaso? Sonreí de oreja a oreja, acercándome hacia la mesa de centro. Cuando llegué al lado, descubrí al lado del florero dos boletos, y una nota. La nota citaba: "Tu, yo, película, cena, y postre de perdón. 7:00pm. No me dejes plantado, por favor, aunque sé que lo merezco."

Sonreí de oreja a oreja, sintiéndome como una niña pequeña emocionada por algún nuevo juguete. 

Una escritora sin amor - (Max Verstappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora