Mi abuela miró a mi abuelo, y yo miré a Max. Eso no... No era una mala noticia. Al contrario, era algo bueno, ¿No? Si era algo bueno, no tenía por qué mantener ese rostro contrariado por la noticia. Quizás era solo el hecho de que su hermana se iba a casar, la sorpresa o una clase de shock instantánea. Fuera cual fuera, nunca sonrió. Se disculpó con todos en la mesa, y en silencio total caminó hacia las escaleras para subir a su habitación. No sé por qué pero sentí como si un yugo hubiera caído sobre mi estómago. Presentía, había algo malo escondido detrás de sus palabras...
- ¡¿Vienes?! - pregunté exaltada.
- ¡Sí! - respondió con una sonrisa que muy apenas le cabía en el rostro. - Mi vuelo sale mañana, y estaré llegando pasado mañana aproximadamente. Sabes que no soy buena con ese asunto de los cambios de horario. - bufé, y miré hacia la puerta, encontrándome con Max abriéndola después de un suave "Knock". Sus ojos temblorosos y su rostro contrariado al verme un tanto ocupada. ¿Qué estaba haciendo en mi habitación?
- ¿Podemos hablar? - preguntó él, sin atreverse a dar el paso dentro de la habitación. Me tardé un poco en contestar gracias al pequeño shock en el que estaba, sin embargo sin quitarle la vista asentí, mientras que escuchaba la voz de Ronny hablando animadamente sobre todo lo que tenía planeado para cuando llegara por fin a Nove, cientos de cosas que a mí no me parecían importantes en lo más mínimo.
¿Cómo Ronny y yo, siendo hermanas, parecíamos tener solamente la sangre en común? En gustos, desde musicales hasta de comida éramos diferentes; era una lata para mi madre siempre a la hora de comer, ya que siendo las dos pequeñas y lloronas, queríamos de comer siempre algo que nos gustara y, como era extraño que nos gustara la misma comida, siempre una salía llorando de la cocina.
- Ronny... hablamos después.
- ¿Qué? - preguntó ella alzando ambas cejas, sin embargo yo no le di más oportunidad de decir nada más, ya que justo en ese momento cerré mi laptop y la dejé hablando sola. Inseguro, Max dio un paso hacia dentro de la habitación. Yo me levanté de la cama con mi laptop en brazos, y la dejé en el escritorio de madera de pino que tenía a unos cuantos metros. Max entró, y se mantuvo de pie junto a la cama. Yo di media vuelta, topándomelo con la mirada, y procurando ser un poco "amable" con él. Quizás le gustaba Sarah porque ella siempre era muy... Sarah. Siempre estaba bastante sonriente, y era amable y linda con todas las personas. Yo, no. Pero tal vez, necesitaba serlo, o al menos ser un poco más accesible con los demás...
- ¿Pasa algo? - pregunté después de un largo y prolongado silencio que quemaba mis nervios. Max se notaba nervioso y un tanto inseguro. No sabía hacia dónde mirar, si no era al piso de mármol, era a la ventana; si no miraba hacia la ventana con las rosas de tonalidades rojas y blancas fuera de ésta misma, era al cobertor de mi colchón. El caso es que fueron pocos - casi nulos - los momentos en que se decidió a mirarme, y lo hacía de reojo, jamás regalándome la vista completa. - ¿Max? - pregunté por segunda vez,
- Mi hermana se va a casar. - dijo, tomando asiento en la cama. Yo hice lo propio, pero del otro lado, quedando entonces hombro con hombro; mantenía una pierna doblada sobre la cama, y la otra a un costado tocando el suelo. Me dediqué a mirar el cobertor de figuras redondas a distintos colores, y Max miraba hacia la misma nada.
- ¿Eso es malo? ¿O porqué mantienes ese rostro? - pregunté sin mirarlo. El bufó.
- Es bueno, supongo. - habló e inspiró aire casi abruptamente. - Solo que, supongo que mi tiempo se acabó. - ¿Su tiempo? ¿De qué mierda estaba hablando Max? ¿Qué tiempo?
Él seguía con la mirada perdida, pero yo ya no podía seguir así. Y es que esa frase, esa oración que había dicho era bastante... extraña. ¿Cómo que su tiempo? ¿Su tiempo para qué?
- ¿De qué tiempo hablas? - pregunté en un hilo de voz.
- Pues, de mi tiempo, aquí en Nove. Tal vez valla a Belgica y ya me quede ahí sería muy poco probable que decida regresar.
Su tiempo. Su tiempo en Nove, a eso se refería. Se refería a que, tal vez, después de que él se fuera a Belgica, nunca lo volvería a ver en mi vida... con la simple idea se formó un nudo en la boca de mi esófago.
El olor a pino fresco de la casa de Lucille inundó mis fosas nasales. Me senté en su sillón, mientras que procuraba no soltar una lagrima. No podía llorar, no por Max, no por algo que tenía un inminente fin. No por un sentimiento que desde siempre había sabido que no podía ser, y que más me valía no sentirlo, ni siquiera pensar en su existencia para no ponerle atención, ignorarlo y así lograr que se alejara un poco de mí aura. Sin embargo, la idea de Max alejándose me... me dolía mucho más de lo que hubiese esperado alguna vez. Hasta los más escépticos y renuentes al amor caen en el encanto de la vista fija de unos ojos pardos sobre los suyos. Mierda.
- ¿Tienes algo? - preguntó Lucy mirándome con la curiosidad en la punta de la lengua. - Te noto distraía.
- Max se irá. - hablé al final. Los ojos negros de Lucy se abrieron más de lo que parecía que la circunferencia de sus huesos le permitían; sus ojos, perdidos, se encontraron con los míos, temerosos y abanicados. - Se irá de regreso a Belgica.
- ¿Qué? - expulsó sus palabras casi sin aire.
No fui capaz de contestar, ¿con qué cara? No quería que Lucille se enterara sobre mis sentimientos, y mucho menos sobre lo mal que me sentía al momento en que Max me lo dijo en la soledad de mi habitación. No quería pensar más en ese asunto, la verdad prefería olvidarme de todo, aunque eso fuera una acción extremadamente dolorosa. No quería que Max fuera solamente una persona que llegué a conocer en mi vida...
- ¿Cuándo te lo dijo? - preguntó.
- Hace unas horas, antes de que me llamaras. - contesté.
Nos quedamos en silencio varios minutos enteros. No sabía exactamente qué era lo que Lucy pensaba, muy apenas podía poner en un orden coherente mis pensamientos. Todo fue tan repentino, tan rápido, tan... feo. Tan, tan, tan apresurado. De repente sentí como si aquellas tres semanas que ya llevaba en Nove hubieran sido tan solo puras horas. Sentí la necesidad de devolver el tiempo, y hacer las cosas diferentes; diferentes respecto a Max, respecto a mis palabras con él, mis actitudes. Tal vez, para ese momento, todo hubiera sido diferente. Sin embargo, una parte de mí me decía que así tenía que ser, ya que yo nunca intenté ser alguien más que no soy, e intentarlo me parece un poco caótico, agotador y que realmente no lo vale. Aunque, si has visto que nada te funciona manteniendo una actitud, cambias, ¿No es así? o al menos procuras mejorar un poco en la persona que eres... no sabía qué, pero había algo mal conmigo.
- Tengo que irme. - tomé mi bolso del sillón, y sin que Lucy se inmutara ya que seguía en Shock por la noticia, me levanté y caminé hacia la reja de entrada a su casa.
"El amor es una pérdida de tiempo" - Escribí en mi cuaderno, mirando hacia el mar. - "El amor es un poder no reconocido para mover masas; para generar revoluciones y para sobrepasar los límites del tiempo, espacio, entre otros factores fundamentales que provocan que el ser humano sea lo que sea. Estar enamorado te idiotiza, te envuelve en una esfera de inmunidad ante todo. Todo es perfecto, todo es hermoso. Sin embargo, el amor mal correspondido te mata lentamente. Es un veneno que, sabes que es doloroso, que sabes que si no hace efecto rápido te matará, pero al mismo tiempo es la única pócima para continuar con vida. El amor mal correspondido es un dolor de espalda, una jaqueca. Ni siquiera los más grandes deseos, ni el mayor dinero del mundo logran que un amor mal correspondido te voltee a ver; y si lo hace, entonces posiblemente sabes que no es el amor correcto.
¿Cómo identificar al amor? Si me hubieran preguntado hace tres semanas, yo diría que era un estado de la mente que te idiotiza, te inutiliza, te ciega y te maltrata. Es masoquista, es incoherente, es NO sano por el simple hecho de que no eres lo suficientemente cuerdo como para comprender que tu mismo vas frente a cualquier cosa, y no esa persona a la que amas.
Ahora... pregúntenme a mí, la Ely de tres semanas después. Les contestaría que, el amor te idiotiza, te inutiliza, te ciega y te maltrata. Respondería que el amor es masoquista. Pero, también aclararía que, una vida sin amor es una vida vacía donde no explotas tus potenciales y te quedas a medio camino de media experiencia de vida. El amor es el peor veneno, un veneno sin el cual todos moriríamos a la larga. Te mata, y te mantiene con vida al mismo tiempo".
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Una escritora sin amor - (Max Verstappen)
Hayran KurguElla es una chica llamada Elizabeth. Con 19 años busca entrar a la universidad con una beca estudiantil para literatura, pero al descubrir que su beca ha sido reducida, se encuentra con un pequeño concurso de la misma institución que puede hacer que...