Capitulo 65 - Felices para siempre

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Querido diario:

¿Por qué todo siempre tiene la necesidad de salirme mal? ¿Por qué por una vez no pueden ser las cosas como las deseo? ¿Por qué todo el universo parece empeñado en hacer que no pueda ser feliz por más de 10 minutos consecutivos?

Me maldigo por haber terminado con todo eso...¿me precipite? ¡Oh vamos! ¡Si lo había hecho! ¡Me había precipitado y mucho!

Pero lo peor de todo, es saber - y al mismo tiempo no tener idea - de lo que estaba pasando realmente con Alice y Max ahí...es un suplicio. Un doloroso, y mortífero modo de castigarme después de que yo, de un modo totalmente tonto cometí una error del cual me arrepentiré para siempre.

Cuando miré a los ojos de Alice, noté que ella no tenía ni pista de quién era yo. No me miraba con saña, ni intrigada, ni siquiera odio. Me dio un claró aviso de qué Max no le había contado de lo nuestro, y eso me dolió en el orgullo, y un poco en el pecho.

Y sí, podía entender por qué Max estaba tan estúpido por ella: era hermosa, como él la describía, parecía un ángel.

Demasiado angelical para mi gusto, pero a los chicos parece gustarles esa fachada.

No tengo oportunidad, fin. No la tengo, y puedo hacer una lista sobre eso:

Razón número uno: ella es hermosa. Yo soy...simple.

Razón número dos: obviamente ella es interesante. Yo llevo la vida similar a la de un caracol. Tal vez el caracol tenga más diversión que yo.

Razón número tres: él lo ha dicho tantas veces ya: ella es el amor de su vida. Me lo dijo antes de que nosotros dos comenzáramos lo nuestro, pero aun así esos sentimientos no se apartarían jamás.

Ahora me siento una tonta por haber creído realmente que Max estaba enamorado de mi. ¿Podría estarlo? Era obvio que sus sentimientos por ella nunca se irían...¡pensaba él en ella cuando me besaba? ¿Y si solamente salía contigo para intentar olvidarla? ¿Qué había sobre la posibilidad de que, nunca me quisiera, y yo fuera un método de desahogo de sentimientos?

Esto me estruja el corazón.

Ahora nada tiene color, ¿sabes a lo que me refiero? El azul del cielo se ve opaco, y hasta pareciera que las olas chocan con las rocas de la costa con pereza. El sol no brilla casi, y hasta el viento parece muerto. La belleza está en el ojo del observador; eso es verdad. Por qué en este momento yo no tengo esa belleza de felicidad en mi interior, y veo todo insípido, rancio y sin chiste. Así es como me siento por dentro también.

Me senté al borde de mi cama, y sentí cómo las lagrimas retenidas se las iba tragando mi garganta. No me sentía como para llorar en aquel instante.

Cuando llegué a casa hecha un lío total, Ronny y mi abuela se apresuraron a preguntarme qué había ocurrido, pero yo no tenía palabras en la boca para hablar, así que solamente corrí a mi habitación, y me encerré en ella.

Esa noche no cené.

Y esa mañana tampoco me había preocupado por ir a desayunar, aunque Ronny no dejó de tocar a mi puerta como por treinta minutos o más.

Así que me encontraba sola, la ventana, mi cama, Jane Austin a un lado, y yo.

Me sentía destrozada, y odiaba sentirme así. Odiaba sentirme así, por que eso era justamente lo que siempre había estado evitando... pero como bruja engatusada por el fuego, fui a la hoguera y me quemé. <<Buena jugada, Elizabeth Lanteige>>

— ¿Ely? — Ronny tocó dos veces a mi puerta, y la abrió con sigilo. Había sido noble, y había retirado el candado hacía una hora aproximadamente. Ella entró, y yo le di una mirada sobre mi hombro. — ¿Cómo estás? ¿Estás bien?

Una escritora sin amor - (Max Verstappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora